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-No puede ser, ¿el emperador fue todo este tiempo ese hombre misterioso?-

-Ustedes-dijo refiriéndose a los guardias que los acompañaban- llévense a todos estos hombres a las celdas del palacio- dijo ignorando por completo la pregunta que había hecho la rubia-

-Su majestad, se trata de un noble-

-¿Se atreven a cuestionar una orden de su emperador?- dijo con la mirada amenazante hacia este-

-No su majestad- dijo inclinando la cabeza para luego inmediatamente cumplir con la orden del azabache-

Aquel guardia dudo sobre esa orden, pues estos hombres no habían cometido un crimen que implicara a la realeza, por ente no les concordaba ir a las celdas del propio palacio.

Mientras los guardias se llevaban a la fuerza al noble mayor y a sus hombres, este tomó una de las manos temblorosas de la castaña y se la llevó de allí aunque ella se negaba.

-Espera, no puedo ir contigo, Clari, ella está sola (preguntó mientras era adentrada al carruaje del azabache-

El azabache sin embargo no respondió, ignorando las preguntas y resistencia de la castaña, pero en todo el camino este se aseguró de no soltar la mano de la castaña.

-Su majestad, llegamos al palacio- dijo avisando una voz fuera del carruaje-

-Saldre en un momento- dijo refiriéndose al carruaje-

-Si su majestad- dijo esa voz mientras se alejaba-

El azabache aun sosteniendo la mano de la castaña no pensaba decir nada hasta que ella hablara primero.

El silencio reino pues ninguno decía nada, la castaña ya rendida de liberarse de la mano de este, desvió su mirada triste hacia otro lado.

-¿No volverás a hablarme?- preguntó con cierta tristeza el azabache mientras giraba su cabeza hacia la castaña-

La castaña sintió aquella tristeza sin verlo pero no quería girar su rostro y verlo, pues esta sabía que era débil ante ellos.

-Gracias...- dijo aun sin girar su rostro-

-¿Eso es todo lo que me dirás después de tanto tiempo sin vernos?- pregunta ahora con una sonrisa dolorosa notando que esta no diría nada más-

-Su majestad fue muy generoso al salvarnos, gracias- dijo con la voz un tanto quebrada que el azabache notó de inmediato-

Al nuevo emperador no le importó nada más y jalando un poco del brazo delgado de la castaña, hizo que esta al fin le mostrara su rostro.

Esta se encontraba cubierta de lágrimas silenciosas en todo su rostro, con el labio inferir marcado levemente por sus propios dientes, al detener sonido alguno de su llorar.

-Yo...

La castaña no pudo completar su frase ya que el azabache se encontraba abrazándola con anhelo.

-Lo siento- dijo en medio del abrazo, muy cerca del oído de la castaña- nunca quise ocultar sobre quien era, se suponía que yo no heredaría la corona-

La castaña escuchaba en silencio todo lo que le decía el azabache, antes no quiso escucharlo pero ahora que estaba en sus brazos era imposible no hacerlo.

-Está bien...- dijo más tranquila la castaña pero aun con algunas lágrimas en su rostro- su majestad no debe disculparse ante alguien como yo- dijo con honoríficos al darse cuenta de que estaba siendo muy descortés con el nuevo emperador- las cosas están bien ahora, disculpe pero... es hora de que regrese a mi trabajo- dijo bajando lentamente sus brazos de la espalda del azabache-

-¿En serio piensas terminar las cosas así?- preguntó mientras se separaba y examinaba la expresión de la castaña-

-Su majestad y yo somos de mundos totalmente diferentes, ¿cómo puede preguntarme eso?- preguntó dolida la castaña-

-Pero puedo tomarte como una esposa también- dijo serio y decidido el azabache a hacerlo-

La castaña al escuchar aquello se soltó del agarre del azabache, estaba enojada, pero el azabache no se lo permitió fácilmente, pues la fuerza de él era 5 veces más que la de ella.

-Su majestad me lastima- dijo seria parando el forcejeo- usted más que nadie sabe que eso no es lo busco ni buscaré para mi-

-Eso suena un tanto irónico no lo crees? cuanod hace un momento estabas dispuesta a serlo de alguien más- preguntó el azabache por primera vez molesto, molesto del tener que pensar de que hubiera pasado si él no hubiera llegado en ese momento-

-Sí pero Clari, ella correria peligro si no aceptaba- dijo con lágrimas pero con la expresión enojada por la insinuación del azabache-

-Su destino no hubiera sido diferente si aceptabas- dijo serio mientras cerraba los ojos y se pasaba una de sus manos sobre su frente, soltando así a la castaña- No pienso rendirme contigo tan facilmente, asi que te haré la siguiente pregunta-

La castaña permaneció en silencio por no saber qué respuesta dar ahora, ella también lo seguía amando con la misma intensidad, pero sabía que aceptar aquello sería doloroso.

-¿Tú aún me amas?- preguntó serio el azabache hacia la castaña, mientras tenía esa mirada intensa que lograba que el cuerpo y la mente de la castaña flaqueara-

-Eso-

-Se directa conmigo- pidió mientras luchaba con sus propio pensamientos y planes-

Ante aquella mirada intensa y triste del azabache, esta no pudo mentirle sobre ello.

-Si...- admitió con la mirada temblorosa por las nuevas lágrimas que amenazaban por salir, pero estas no tuvieron tiempo de salir ya que el azabache se acercó de un momento a otro para tomarla en sus brazos-

-Siendo así, espero que entiendas mi decisión- dijo para luego tomar la mano de la castaña, haciendo que de esa manera estos salieran juntos del carruaje-

-¿Que quieres decir con eso?-

Una vez que salieron, una dama se acercó al emperador.

-Todo se encuentra listo su majestad- dijo esta haciendo una reverencia-

-Bien, llévala a sus nuevos aposentos- dijo mientras le encargaba a la castaña-

-Si su majestad- dijo dando una última reverencia para luego señalarle el camino a la castaña, quien ahora se encontraba libre del agarre de manos del azabache-

-No entiendo, ¿de qué aposentos hablan?- dijo hacia el azabache que se alejaba sin decir nada más-

Este al escuchar ello, gira levemente su cabeza para decirle lo siguiente.

-Desde ahora, tú, Mitzu, eres mi concubina-

-¿Qué-

-Mañana realizaremos una pequeña ceremonia para formalizarlo ante los nobles, así que tú- dijo refiriéndose a la dama- encárgate de que todo esté listo para entonces- dijo para luego marcharse, seguido de los eunucos que aparecieron detrás de él-

-No...-pronunció aún congelada en su sitio-

-Por aquí señorita Mitzu- dijo esta con una sonrisa-

-No- dijo de nuevo pero esta vez recobrando el sentido- Esto es un error, yo tengo que irme- dijo mientras comenzaba a avanzar hacia la salida, ignorando lo que le decía aquella dama-

Pero no dio ni diez pasos, y los guardias de la entrada se lo impidieron mientras se posesionaban frente a ella.

-Por favor, debo irme- dijo rogando con la mirada a aquellos guardias-

-Lo siento pero una consorte no puede dejar el palacio si el emperador no lo autoriza- dijo uno de estos serios-

-Pero...-

-Señorita Mitzu- llamó acercándose a la castaña- Por favor sígame, usted ahora es una concubina del emperador y no puede salir del palacio sin autorización, por favor entienda su posición desde ahora-

-"¿Por qué? ¿Por qué me hiciste esto?"- preguntó entre sus pensamientos dolida para luego asentir resignada hacia aquella dama y luego seguirla rendida a escapar por ahora-
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Continuará.....

LA CONCUBINA FAVORITA (SasuMitzu-SasuHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora