- ¡María, baja pronto! - La voz de mi madre sonaba algo desesperada.
Pero un fuerte brazo y una mano en mi boca me habían hecho callar. Me giré para ver quien o qué me tenía agarrada de aquella forma.
- Shhh, también he oído eso. - Susurró mamá.
Al escucharla quedé aún más asustada. ¿Qué era lo que había allí abajo?
Ella me soltó un poco temblorosa y me sonrió para darme algo de tranquilidad. Lo que ella no sabía, era que las voces, ruidos y aquellos sucesos yo los había ocasionado. Entonces recordé lo de el objeto maldito, corrí a mi habitación y por un impulso me tiré al piso de rodillas y abrí la maleta que se encontraba en el suelo.
Vacíe todo el contenido de la bolsa, varias hojas, un cuaderno y algunos lápices rodaron por el suelo. Revisé dentro de la maleta, metiendo la mano y palpando el fondo y los bordes de la maleta. Me senté fuerte sobre el piso decepcionada, y revise a mi alrededor. Una pequeña cadena dorada brillaba entre las hojas del cuaderno. Abrí el cuaderno justo donde el pequeño colgante separaba, allí, una pequeña cadena con pequeño dije de madera negra que tenía forma de cruz invertida, en el reverso estaban grabadas unos símbolos que no logré entender muy bien.
Me levanté con el objeto en las manos y salí al pequeño pasillo y bajé las escaleras corriendo. Mi madre gritaba desesperada desde la parte de arriba. Al llegar a la sala, había una gigante mujer de sonrisa asquerosa que giraba su cabeza con tics veloces, llevaba un vestido blanco rasgado en la parte de abajo, estaba cubierta de sangre, sus pies estaban heridos y con las uñas bastante largas, llevaba su cabello suelto pegados a los costados de su cara y me miraba con aquellos grandes y negros ojos desorbitados.
El miedo comenzó a crecer, para llegar a la puerta tendría que atravesar la sala y eso significaba pasar al lado de la aterradora mujer. Mi madre gritaba con más fuerza, ya bajando las escaleras, yo le grité que se quedara y corrí pasando al lado de aquella figura y tirándome sobre la puerta.
Giré el portillo y corrí, corrí como si mi vida dependiese de ello, y en realidad, era así. Llegué a un pequeño parque y pise mis manos sobre la tierra, escarbando con los dedos a gran velocidad. Comencé a escuchar lamentos, mientras mis manos aún más rápido trabajaban, tiré la cadena al pequeño agujero que había hecho y lo tapé rápidamente.
Los dedos me sangraban por la fuerza con la que había cavado. Los gemidos se seguían escuchando como un eco, hasta que fueron claros y supe que aquella cosa estaba cerca.
Volví a echar carrera esta vez, tomando un camino totalmente diferente al anterior. Llegué a casa muy agitada, me senté en el sofá y le pedí a mi madre un vaso con agua. Ella me abrazó y me preguntó por los sucesos, pero yo no tenía ganas de hablar. Me lavé las manos y volví a acostarme para "intentar" dormir...
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¡No abras!
خارق للطبيعةDATO CURIOSO: Cuando vas a un cementerio hay riesgo de que un espíritu se apegue a ti... un espíritu que se puede ir contigo a casa. CREO QUE DESATÉ ALGO PELIGROSO...