Por las travesuras de mi padre nueve meses tuve yo
Orquesta Los Adolescente. Me negó
(Intervención gráfica de Marzel González)
Dos meses después de aquella noche, a Ana Julieta no le llegaba la menstruación, sentía repentinos mareos. No aguantó más la duda y llamó a Sara para contarle su sospecha. Sara pasaba aquel momento con nostalgia y envidia porque hubieses querido ser ella la de ese trance. Rodrigo no sabía nada, a pesar que había llamado varias veces a Ana Julieta para salir a tomarse un café, unas cervezas, ir al cine, pero ella lo esquivaba con cualquier excusa.
Esa mañana lloraban juntas en el apartamento. No sabían si era de alegría o de incertidumbre. Se dieron fuerza y pararon la lloradera. Una cosa buena era que sus padres hacía quince días le habían traído el carro prometido, podría moverse por la ciudad, sin contratiempo. Llamaron a Rodrigo para contarle lo que pasaba. Él andaba con unos amigos jugando futbolito por la cancha del comedor de la ULA de Los Chorros de Milla.
Ana Julieta le detalló su sospecha y el hombre quedó en el sitio. Lo iba a buscar para ir a un laboratorio hematológico por el hospital y salir de dudas. Rodrigo no pudo jugar más y se sentó en la banca junto a Juan. Le contó sobre la llamada. Juan, con voz de sabio, le explicó que había dos formas para salir del asunto, la primera el aborto, la segunda tenerlo. Rodrigo ya sabía lo que se sentía abortar. En dado caso prefería la segunda opción, a pesar de que era un hombre desempleado y los remates de caballo no garantizaban una suerte constante para mantener un hogar.
Llegaron las muchachas en el carro de Ana Julieta . Rodrigo saltó de la cancha para montarse de una vez . Les dio sudado un beso a cada una. Se fueron a los laboratorios del hospital. Vieron uno de turno y subieron por unas escaleras angostas. La licenciada la invitó a pasar y a Ana Julieta poco le dolió el pinchazo, sudaba de los nervios. Mientras eso sucedía, Sara le reclamó a Rodrigo en una pequeña sala de espera, el por qué lo había hecho. En eso salió la paciente del cubículo. Tenían que pasar dentro de una hora.
Se montaron de nuevo al carro y Rodrigo propuso ir a comer helados. El tiempo que duraron comiéndoselos fue infinito. Tenían zozobra. La palabra aborto nunca fue un anzuelo argumental. Volvieron a la hora exacta. Rodrigo se bajó del carro y buscó el sobre. Los tres pusieron los ojos sobre aquel papel como si se tratara de un papiro sagrado, leyeron: POSITIVO.
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Triángulos Alterados
RandomAna Julieta, Sara y Rodrigo, les ha tocado vivir el underground de una ciudad donde la relaciones humanas están en un punto de quiebre . Entre goces y placeres ¿serán capaces de encontrar una nueva forma de relacionarse?. La ciudad de Mérida-Venez...