Todo tiene su final
nada dura para siempre
tenemos que recordar
que no existe eternidad
Héctor Lavoe. Todo tiene su final
El embrión ya iba para seis meses. Sara y Rodrigo visitaban a diario a Ana Julieta para asistirla por cualquier eventualidad, andaban juntos tanto tiempo que un día decidió traerlos a vivir al apartamento. Los tres esperaban con amor al niño o la niña. Como no sabían con exactitud su género, creaban un juego de especulación y sorpresa sobre su futuro. Los cuatro eran una fortaleza impenetrable, inseparable, inmortal. Los chismes y comentarios de ese amor que había nacido como el retoño de una orquídea, no se comparaban con ninguna telenovela mexicana. Una fuerza lumínica los protegía. El deseo hecho carne en vivo y directo.
(Dibujo de Danie Erazo)
Los padres de Ana Julieta eran felices al saber que su primer nieto venía en camino. Todo era de un encanto prodigioso, de una madurez que pocos son capaces de alcanzar. Sus amigas ya se habían acostumbrado al hecho de verlos juntos para arriba y para abajo, cuando los visitaban les llevaban comida y bebidas, hacían chistes, bailaban, fumaban, e improvisaban fiestas en medio de la energía que era, según ellas, su primer sobrino.
El apartamento lucía como una tacita de oro. Sara lo arreglaba a profundidad cada tres días, se ponía sus chores pegaditos y al ritmo de unas grabaciones que tenía de Dj Pipo limpiaba y bailaba. Por lo general, Ana Julieta estaba recostada en el sofá, con los pies puestos sobre una torre de almohadas, viendo como sus amores hacían un equipo envidiable.
Un miércoles por la tarde Ana Julieta recibió una llamada de su prima favorita, estaba feliz por el embarazo, quería junto a su novio visitarla el fin de semana, aprovechar de pasear por Mérida y salir de la sordidez caraqueña. Ana Julieta le preguntó qué a dónde llegaban y le explicó que habían comprado boletos de avión para aterrizar en el aeropuerto de El Vigía, el viernes a eso de las diez de la mañana. Ana Julieta se alegró tanto que se puso a llorar. Rodrigo sin saber que pasaba del otro lado del celular se preocupó, a tal punto, que sintió un vacío en el estómago creyendo que era una mala noticia.
Se ofreció en buscarlos al aeropuerto, gesto que su prima le agradeció porque así se ahorraba el dinero del taxi, que podrían gastar en comprarle algún detalle al bebé. Desde ese día, Ana Julieta estuvo impaciente. Le dijo a Sara que volviera a limpiar el apartamento y a Rodrigo que hiciera una buena compra de comida con la tarjeta de crédito de su papá, para ella esa visita era muy importante.
Al otro día por la tarde, llamaron Teresa, Manuela y Arianna, que iban a visitarlos y llevarles unos falafels con un tabule que les había quedado espectacular. Ana Julieta se alegró porque sentía un antojo que no sabía qué era y con esa descripción de la comida, se le hizo agua la boca. A la hora, llegaron con los alimentos y una botella de ron.
Esa tarde Ana Julieta resplandecía. Se tomaron las fotografías que permitió la batería del celular de Teresa, entre trago y trago, conversaban sobre el futuro del niño, de la alegría de que viniera un nuevo ser para este mundo y ojalá !sea hembra¡ gritaba medio prendida Teresa, que abrazándole la barriga a Ana Julieta se le salían lágrimas.
Ana Julieta, sin haber bebido una gota de ron, les contó, casi al final de la velada, que mañana llegaría su prima Katy con el novio, y los iba a buscar temprano al aeropuerto. Arianna, que le gustaba armar una rumba por cualquier cosa, al escuchar la información, empezó a cuadrar para celebrar el sábado todos juntos.
Ya iban a ser las diez de la noche, la botella se acabó y las muchachas resolvieron irse. Se despidieron de Ana Julieta con mucho cariño y le hablaban al bebé como si fuera capaz de comprender aquella verdadera despedida. Sara y Rodrigo, bajo los efectos del ron, bajaron a acompañarlas para abrirles las puertas. Se despidieron de la visita con besos y abrazos que tocaban el alma de cada una.
De vuelta, Sara y Rodrigo se montaron en el ascensor. Apretaron el número 7. Subiendo se dieron un beso denso, profundo, cargado de un equilibrio y compresión que no habían sentido desde hacía tiempo. Una fuerza magnética se irradiaba en sus bocas, cada segundo pegado el uno al otro parecía no tener fin. Al separarse, se dieron cuenta de que ambos tenían los ojos aguados, era la revelación de la plena felicidad de existir.
Entraron al apartamento, Ana Julieta descansaba recostada en el sofá, se veía hermosamente hinchadita. Sara y Rodrigo fueron hacia ella, se pusieron de rodillas y abrazaron el bebé que respondía dando vueltas en su líquido amniótico. Ana Julieta los abrazaba como la familia que habían decidido ser. Una luz los envolvió y empezaron a llorar juntos como entendiendo que ese abrazo era el gran mensaje que estuvieron esperando desde que se conocieron.
A las 8:30 a.m. se despertó Ana Julieta con un sobresalto. Tenía un mensaje de texto de su prima. En Maiquetía ya casi salía el avión. Ana Julieta los despertó. Esa noche durmieron en la misma cama. Rodrigo buscó una toalla y se metió en el baño a ducharse. El tiempo corría y empezaba una lucha contra el reloj. Sara, de un impulso se desnudó y se metió a la ducha. Ana Julieta, al ver que se bañaban no dudó en meterse y los tres se enjabonaban, se pasaban el champú, se restregaban las espaldas, se daban besos, muchos besos, como saciando el no poder hacerlo mientras la visita estuviera en el apartamento.
Iban saliendo del baño. Rodrigo fue el último. Le parecía todo un sueño y lo estaba viviendo. Dijeron de preparar rápido algo de comer, pero decidieron por unos pastelitos en La Parroquia. Los tres frescos y perfumados salieron a buscar el carro en el estacionamiento.
Lo prendieron y fueron por los pasteles. Los tres comían, cambiaban la música, cantaban. Pasaron Lagunillas. Ana Julieta le envió un mensaje a su prima diciéndole que ya iba en camino, que disculpara el atraso. Katy le respondió que no se preocupara, los esperaba en el restaurante del piso de arriba.
Autopista abajo, veían el otro cielo de Mérida, profundo. Desprovisto de montañas altas divisaron un maravilloso paisaje, donde al mismo instante, como si se hubieran puesto de acuerdo los tres, distinguieron una nube que tenía el símbolo de un triángulo alterado.
FIN
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Triángulos Alterados
RandomAna Julieta, Sara y Rodrigo, les ha tocado vivir el underground de una ciudad donde la relaciones humanas están en un punto de quiebre . Entre goces y placeres ¿serán capaces de encontrar una nueva forma de relacionarse?. La ciudad de Mérida-Venez...