Los rumores dicen que un temible licántropo vive en las profundidades de un bosque, acosado continuamente por la crueldad humana.
Ellos quieren matarlos. Construir en su tierra y enterrar su cabeza en una pica.
¿Él? solo quería proteger a la única...
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Una pequeña niña caminaba entre los inmensos arboles del bosque. Temerosa, temblando mientras mantenía ambas manos juntas debido a las historias que ha oído sobre los lobos que vivían en aquel bosque maldito, como la gente solía llamarlo. No quiso hacerlo en un principio, simplemente se trataba de un simple juego con el resto de los niños, pensó que escondiéndose cerca de la entrada del bosque jamas la encontrarían por el miedo que tendrían los demás niños, pero al final el tiro le salió por la culata y terminó perdiéndose.
Oía ruidos en todas direcciones. Alguien la observaba, ¿solo uno? Sentía miradas como filosos cuchillos clavarse en su espalda, pero apenas se volteaba aquella sensación de trasladaba a otra dirección diferente.
Se volteó rápidamente al sentir el crujido de una rama. Suspiró de alivio al ver a un lindo conejo mirarla a la distancia.
Estiró su mano llamando su atención.
—Conejito, ven...
Abrió sus ojos atónita y cayó de trasero al suelo al ver como algo salía de entre los arbustos salpicando el suelo de la sangre de aquel lindo conejo.
«¿Que...?»
Se quedo corta de palabras en cuanto vio la espalda de un niño, su espalda se encontraba desnuda...no, estaba completamente desnudo, sin embargo, el hecho más destacable era la cola que se mecía de lado a lado justo en frente de ella.
—¡L-Lobo!
Comenzó a gatear hacía atrás hasta topar su espalda contra la solida madera de un árbol.
Con las orejas levantadas, aquel niño dejó de masticar al pobre conejo...si se le podía llamar conejo, y a cuatro patas fue acercándose lentamente hacía la niña humana.
