Los rumores dicen que un temible licántropo vive en las profundidades de un bosque, acosado continuamente por la crueldad humana.
Ellos quieren matarlos. Construir en su tierra y enterrar su cabeza en una pica.
¿Él? solo quería proteger a la única...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las robaría.
Tomó la única sabana que poseía su cama y cubrió al joven con ella casi al completo.
—Por favor si despiertas —sonrió amargamente —No te vayas.
Salió afuera y el frío se apoderó de ella. Abrazándose a si misma fue a trote suave hacía la finca de su amo que se encontraba a pocos minutos de caminata. Las tierras de sus amos era una de las más grandes del pueblo debido a su riqueza, su residencia principal estaba casi al centro del terreno, por otra parte las casuchas de los esclavos —o en el caso de ella, la única viva— se encontraban amontonados en una esquina donde el césped ni siquiera crecía, a diferencia de los sirvientes, que tenían un aposento, pequeño pero cómodo dentro de la residencia de Toichi.
Bueno, tampoco podía pedir algo mejor, de todas formas ella era una simple esclava sin privilegios, una marginada que dependía de su amo para sobrevivir.
Llegó a la entrada y con la canasta de ropa en sus manos se adentró con permiso de los demás sirvientes.
—Esclava, por allá
El mayordomo a cargo la guió hacía unos aposentos donde las sirvientas comenzaron a doblar la ropa para su jefe. Kanao suspiro a la vez que disfrutaba del calor allí dentro, allí tenían chimeneas en casi todos los salones principales, por lo que siempre en sus adentros estaba caliente.
Pero ahora tenía que concentrarse en otro asunto: Las medicinas.
Con cuidado de que nadie la viera se dirigió hacía donde estaba el almacén en un piso subterráneo, para su mala suerte antes de llegar a medio camino se encontró con Koichi Himura, el hijo de su amo y próximo heredero.
Se dio media vuelta pero fue demasiado tarde.
—Kanao.
Sintió un suave escalofrío al escuchar su voz a sus espaldas. Pronto sintió su gruesa mano tocar su brazo y voltearla hacía él.
—¿Que haces aquí? —preguntó con esa sonrisa escalofriante que solo le dedicaba a ella y a los amigos ricos de su padre.
—V-Vine a dejar la ropa del amo —respondio rápidamente.
—Entonces tuve suerte de encontrarte antes de que te vayas —susurró pegándola a él suavemente, Kanao desvío la mirada incomoda —Perdón si no he podido ir a visitarte, he estado ocupado supervisando la mercancía que enviamos a la Strawberry, ya sabes, como heredaré todo este "pequeño imperio" papá quiere que aprenda a manejarme solo.
La familia Himura era la mayor proveedora de alimentos del pueblo, principalmente de frutos, tenían una gran cosecha en la granja y hasta unos puestos en el mercado del pueblo donde ella solía trabajar con su amo y algunos otros empleados. Un negocio familiar de fue creciendo poco a poco hasta llegar a manos de su amo Toichi, lamentablemente. Su amo siempre fue cruel, a la mínima que alguien dañaba su mercancía, lo muy poco que fuera a esar de ser rico caía una reprendida por parte de su amo, y si eras esclavo aun peor, siempre venía un golpe de por medio. Kanao no sabía si de verdad le importaba mucho la mercancía, quizás solo buscaba excusas para golpearlos hasta aburrirse.
