Los rumores dicen que un temible licántropo vive en las profundidades de un bosque, acosado continuamente por la crueldad humana.
Ellos quieren matarlos. Construir en su tierra y enterrar su cabeza en una pica.
¿Él? solo quería proteger a la única...
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No fue su culpa, no tenía la intención ¡No quiso cometer ese error!
Kanao lloraba arrodillada en el suelo mientras Toichi, su dueño jalaba de su cabello fuertemente.
—¡Eres una inútil! ¡¿Crees que los clientes me compraran si tiras la fruta al suelo?! ¡Responde!
Kanao trago saliva sin responder debido al dolor, Toichi enojado tomó su mandíbula fuertemente obligándola a mirarlo.
—¡Responde! —insistió.
—¡N-No...! —gritó como pudo debido al dolor.
El hombre la dejó caer al suelo para después escupirle encima.
—Para la próxima preparate —habló resignado —Los próximos clientes que atenderás ya no serán en el mercado —Se acercó a ella y le susurró al oído —. Serán en la cama.
Kanao lloró fuertemente ante esas palabras.
«No otra vez...» Pensó dolida, cuando finalmente había logrado convencer a su amo de que podría sacar ganancias de otra manera que no fuera con su cuerpo, lo arruinó. Ahora tendría que volver a acostarse con otros hombres que seguramente la golpearían y que tratarían como un simple objeto sexual, ¿porque la vida era tan cruel con ella? ¿Había hecho algo para merecer todo eso? ¿Es que acaso nunca podría ser feliz?
No, no podría serlo. Quizás era su destino, después de todo para un esclavo la vida ya no era algo que le perteneciera...
—Oye, tú.
Toichi se dio la vuelta pero sólo pudo ver un puño aproximarse a su rostro que lo mando al suelo mientras su nariz sangraba.
—¡Hijo de puta! ¡Guardias, guardias, ayuda! —Gritaba Toichi desde el suelo retrocediendo mientras Inosuke se acercaba lentamente hacía él.
—¿Porque llamas a los guardias?
Lo tomó del cuello bruscamente mientras comenzaba a asfixiarlo.
—Gu...ar...
—¡Oiga, usted!
Inosuke lo soltó mientras el amo de Kanao caía de rodillas respirando agitadamente. Dos hombres se acercaban a la escena con mosquetes en las manos.
—¿Ustedes son guard...? —Se calló al ver como estos le apuntaban a él, arqueo una ceja extrañado mientras los pueblerinos se acercaban a ver lo sucedido —. ¿Que hacen?
—¡Levanta las manos! ¡No te resistas!
—¿Que? ¡Ayudé a esa mujer! ¡Deberían apuntarle a ese trozo de mierda! —gritó Inosuke enojado.
—Oh gracias al cielo que llegaron —Agradecía Toichi mientras uno de los guardias lo ayudaba a levantarse —. Ese hombre me atacó sin razón, yo solo estaba enseñándole una lección a mi esclava... —dijo mientras miraba a Inosuke con miedo.
