La noche sin suspiros

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Detestaba trabajar de noche, el escuchar los grillos o los gatos maullando por las calles me era suficiente molestía por sentir como el mundo estaba apagado excepto yo, como una simple taza de café podía hacerme compañia en una velada de tecleos en mi computadora sin preocupación por levantar a alguien ya que mi única y pobre alma es la que está en casa, aunque esa noche no fue como antes.

Cuando es de día es normal escuchar ruido de gente caminando por el vecindario, escuchar las vagillas de la casa de a lado o los llantos de los niños jugando, pero cuando escuchas pasos desde la entrada de tu casa cuando eres la única alma viviente en tu habitación se te congela tu ser, dejas de escribir por un segundo y tiras toda preocupación de tus deberes y te concentras en poder respirar para saber quién es la persona que irrumpe en tu soledad.

Apenas levantádome de mi silla todo se tornó oscuro, la luz a mi alrededor se fue en un segundo sabiendo que seguramente fue solo en mi casa, horrible el poder experimentar el sonido de la noche tranquila con tu voz muda y tu cuerpo temblando, ya que sabes que gritar para pedir ayuda solo le haría más fácil a la persona encontrarte. Encerrarme en mi clóset parecia la mejor opción pero la peor de todas al ser tan obvia, pero cuando no puedes ver nada y escuchas esos pasos lentamente acercándose a tu habitación ¿qué podría ser mejor idea?.

La noche parecia más larga mientras escuchaba la puerta de mi casa siendo cerrada lentamente mientras otros pasos se acercaban a mi habitación, dos almas de la nada me tienen acorralado, cuando escucho dos pasos que dejan un silencio total la noche sin ningun otro ruido del exterior, sabes lo que sigue, sabes que cualquier suspiro o movimiento torpe hará que jamás veas la luz de nuevo. Aunque, una pequeña luz llegaba hasta la abertura del closet donde me escondí, escuchando como alguien escribía sobre una de mis notas del escritorio, terminando y dejando la nota, urgaron sobre mi casa hasta que encontraron mi billetera, relojes y todo aquello de valor que sabía que no volvería a ver, todo fue tan rápido, esos cuarenta segundos tratando de no respirar, de pretender que mi vida no estaba dentro de esa casa, regresó al fin cuando rápidamente escuché a esa persona salir de mi cuarto, bajar las escaleras, mientras la otra metía todo dentro de una mochila, bolso o lo que sea que escuchaba con tanta desesperación por cargar.

Al escuchar la puerta de la entrada cerrarse desde lejos y la luz regresando y agradeciendo que nada más pasó, mi corazón lentamente volvia a la normalidad, exhalé lo más tranquilo que pude, regresando a mi escritorio, sentandóme en la silla vi una nota, una nota que leí temblando y sin poder moverme nuevamente:

"Nosotros nos vamos, pero suerte con el tercero que aún está adentro".

Relatos cortos de terrorWhere stories live. Discover now