"El cero a la izquierda"
Era Sábado y los párpados de Lana se abrían paulatinamente, dejando entrar la luz del sol. Movió un poco su cabeza, pero al instante soltó un quejido. Le dolía el cuello. Observó dónde se hallaba y cuando se dio cuenta que su cama estaba un poco más arriba que ella, supo que se había caído dormida. Normalmente Lana no soñaba con nada, apenas cerraba sus ojos todo era oscuridad. Le gustaba, pero a veces quería poder alejarse un poco de su realidad.
Se sentó en su lugar y vio la estantería con todos y cada uno de los libros de Ágatha Christie. Suspiró con una sonrisa. Eran los mejores de toda la historia, por lo menos para sanar su corazón, eran ideales. Se puso de pie, medio mareada aún, caminó hacia la estantería y tomó Navidades Trágicas entre sus manos. Fue el primero que leyó. Lo acarició como se acaricia un recuerdo, vio pasar por su mente las imágenes de ella encerrada en ese misma habitación, ofuscada leyendo, intentando que en ningún momento sus ojos se apartaran de las páginas. Un mal paso y caería en cuenta de su realidad, de su soledad, de su depresión que le carcomía lentamente, poco a poco, borrando a la antigua Lana que alguna vez existió. Sus libros eran su vida. De ellos no podía salir.
Hasta ahora.
Hasta conocer a Hércules Giesler y querer averiguarlo todo por ella misma, en el mundo real. Desenmascarar sus misterios, arrancarse los miedos, intentar cerrar su ciclo para recuperarse ella misma. De repente, le entraron ganas de luchar.
Se alejó dejando el libro en su lugar. Tenía que buscarlo. Se adentró en su baño, se aseó y salió con una sonrisa. Cambió su ropa, se peinó y tomando las llaves de la casa, se fue sin saber ni a dónde ir primero. No sabía dónde vivía ese chico, ni siquiera conocía algún amigo que lo...
La imagen de Sandra saltó en su cabeza. Eso era ex de su hermano; eran hermanos, debían vivir juntos. Fue casi corriendo, memorizando las calles para no perderse. Hace tanto que no caminaba por ahí, hace tanto que no tenía ganas de nada, y ahora no podía creer que ella, que la Lana Clayton que vivía de libros fuera a buscar a un chico. Sonrió al sentir la realidad golpeándole en la cara. Por primera vez el frío en su nariz lo apreciaba.
Cuando llegó a la casa de los Giesler -debía admitir que no sabía su apellido hasta ahora- tocó el timbre. Temblando, casi con vergüenza, esperó. Rezaba al cielo para que no le recibiera Sandra, lo que menos quería era encontrarse con ella, pero sus plegarias Dios las decidió pasar de largo. La puerta se abrió; Sandra Giesler, cabellera dorada, ojos verdes, cara de fastidio y celular en mano, le repasó con la mirada. Después hizo una mueca de desagrado. Cabe destacar, que Sandra nunca se llevo bien con Lana, era una eterna rivalidad que no se lograba superar. Sandra veía a Lana como una hormiga; osea, insignificante, sin importancia. Y Lana veía a Sandra como basura; osea, basura, de la que no soportas el olor.
- Lana, que sorpresa tan ingrata. ¿Qué haces aquí? - Tan directa como siempre. Tan hija de...
- Vine por tu hermano, no te hagas ilusiones, por ti no es. - La pelinegra sonrió dulcemente al terminar su frase. Obvio, a Sandra no le agradó su tono ni lo que dijo, así que iba a cerrar la puerta en su cara, pero Lana le detuvo. - En serio, llámalo, por favor, es urgente. - Su expresión ya no era sarcástica, se había puesto seria, firme, y eso era un logro para ella. Mayor fue su asombro cuando la rubia se adentró en la casa, pudiendo captar un grito; "- ¡Hércules, te busca un cero a la izquierda!"
Se limitó a rodar los ojos. Ya era costumbre. Sin embargo, que ahora sí le tocara esperar a la razón de su visita, le causó más nervios que ser recibida por su hermana. Se removió, tan inquieta como una niña pequeña, hasta que entró en su campo visual la figura alta y esbelta de Hércules. Su caminar lleno de seguridad, sus ropas en combinación con sus botas al estilo militar que la habían hecho tropezar el primer día. No quería fijarse en él, pero su sola actitud era imposible de ignorar, su aura era estremecedora. No sabía calificarlo como bueno o malo.
Se aclaró la garganta, enderezándose, justo cuando el chico detuvo sus pasos frente a ella. La observó con una media sonrisa. Cambió su peso de una pierna a otra y tomó fuerzas para hablar.
- Hola, Hércules.
- Hola, ratoncita. - Una risa escapó de él. Ese tenue saludo era una ternura para el chico, se veía tan nerviosa que parecía que saldría corriendo con cualquier movimiento. Como un ratón.- ¿A qué se debe tu visita?
Lana retorció la tela de su camisa, tratando de buscar palabras adecuadas para la petición que haría, pero estaba tan nerviosa que no sabía qué decir.
- Vine a... - Hércules alzó una ceja.
- ¿A...? - La chica soltó un suspiro y decidió sacar todo de golpe.
- Vine a decirte que te creo, y necesito que me ayudes a encontrar a mi hermano. - Eso, sin dudas, fue demasiado para las neuronas de Hércules. Hubo un fallo en sus cortos circuitos, predeterminados a esperar una respuesta totalmente diferente. Se quedó helado.
- ¿Me crees? - Ella asintió. Y en eso, Hércules cambió su expresión a la típica de su rostro; burla. Lana sintió molestia, primera vez que se decidía a hacer algo y él osaba a reírse de ella. Se dio la vuelta, furiosa, roja como un tomate, decidida a no volver a verle la cara a ese idiota, pero el chico la tomó del brazo. Guardó su sonrisa felina y la miró a los ojos con cariño. - Calma, ratoncita. No te sulfures, me alegra que me creas y con gusto te ayudaré. - La pelinegra se soltó de un manotazo.
- Pues que bueno, pero si haremos esto juntos, deja de ser un idiota. - Miró a otro lado, y cohibida, susurró; - El tema de mi hermano sigue siendo delicado para mi, si lo haré, es porque quiero la verdad, y tengo la esperanza de conseguirlo, de volver a tenerlo conmigo. - Hércules se sintió mal, sólo un poco, Lana era débil, pero él tampoco podía ir burlándose de ella - por lo menos no tanto-.
- Vale, lo siento. - Fue escueto, frío. Era un chico que no pedía disculpas, no estaba acostumbrado.
La chica se encogió de hombros.- ¿Por dónde empezamos?
- Por las pistas ¿no? - Dijo obvio.
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La Chica con El Libro de Agatha Christie
Mystery / ThrillerLana es una chica que prefiere ignorar el resto de su entorno para centrarse únicamente en leer todas las novelas de su escritora favorita, Agatha Christie. Siempre tiene la cara metida en alguna de las afamadas novelas. Hasta que un día tropieza co...