Lana:
- ¡Buu! - Gritó Jessica al irrumpir en su habitación para asustarla.
Lana casi por un pequeño instante más, hubiera pisado el botón de llamar y estaría pidiéndole auxilio a Hércules en ese momento. Contrario a eso sólo se relajó viendo la hora; 10:30p.m, era extraño que Jessica estuviera en su casa tan tarde.
Jessica O'Connor era la única amiga que tenía, la única que se había quedado de todo el grupo, originalmente era amiga de Mark, pero al desaparecer se compenetró con Lana de una forma tan bonita, que se convirtió en su apoyo. Lamentablemente, Jessica vivía a tres horas de la ciudad, en las afueras, casi que en medio de la nada. Justo por eso, ahora le desconcertaba tenerla en frente a las diez y media de la noche.
La castaña de ojos grises y sonrisa juguetona no esperó una respuesta para saltar en la cama y abrazarla con sus manos enguantadas en negro.
- ¡Te extrañé mucho, Lanita! - El miedo aún le corría por las venas, pero estaba empezando a tranquilizarse con el saludo afectuoso de su amiga. Aprovechó para soltar una duda que le carcomía la cabeza.
- Yo también a te extrañé, Jess. - Pero primero se fundió en ese abrazo que tanto necesitaba. Sinceramente la extraño, era la única que le daba ese tipo de afecto, luego de Mark, nadie le daba abrazos, ni caricias, ni siquiera preguntar cómo estaba. Era en esos momentos que se daba cuenta de lo sola que estaba. Una vez el abrazo se terminó, cada una tomó un lugar en la cama. Jessica no paraba de moverse inquieta ella era así; hiperactiva. Lana siendo todo lo contrario se mantuvo quieta, casi que sin pestañear, preparó su pregunta y se decidió a soltarla.
- Antes que todo, ¿qué haces aquí a esta hora y tan de repente? ¿y por qué guantes? - Jessica sonrió bonito, con sus ojos miel haciéndose chinitos.
- Le rogué a mi padre que me trajera, pasé todo el día en eso, ¡tenía tanto tiempo sin verte que me mataba! Así que después de muchas suplicas y prometer sacar buenas calificaciones sin falta, aceptó y como bonus me dejó quedarme dos días mínimo. - Con lo rápido que hablaba le costaba seguirla el hilo, hasta pudo notar como tomó aire para proseguir. - Ya sabes, por la amistaaaad que tiene con tus padres y eso le conviene a final de cuentas, cine en plan de espía. - Alzó sus manos enguantadas y las sacudió.- Por eso los guantes negros, para entrar en ambiente y poder pasar a tu casa a escondidas. Aunque Lorrence me vio, pero me regaló un cupcake de que no hablara de su escondite en la cocina.- Como lo relataba Jess, parecía una aventura de una niña, hablaba con una ternura y rapidez que lograba dar gracia. Lorrence era su mayordomo al cual casi nunca veía. Ahora sabía porqué.
El resto era porque su padre era un comerciante que pensaba que mandar a su hija a robar una casa de "ricos" era una idea ingeniosísima. Lo que no pensó es que la hija de los ricos iba a ser mejor amiga de su hija y terminarían haciendo de todo menos robar. Aunque debía admitir que Jessica era muy buena para ser silenciosa. Una buena ladrona. O espía. Daba igual.
- Vale, pero tu trabajo de espía casi me mata de un infarto. Estaba tranquila y entras tu con guantes negros, ¡pensé que me iban a asesinar!
- No exageres, Lanita, eso es culpa de tus libros, te volvieron dramática. - Ambas rieron y pasaron la noche entre películas y chistes. Jessica era la que más hablaba, Lana prefería escuchar, ya llegaría el momento de hablar.
Ese era su lugar feliz, el lugar donde se sentía en el cielo.
El único lugar donde sentía la calidez de ser querida.
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La Chica con El Libro de Agatha Christie
Mystery / ThrillerLana es una chica que prefiere ignorar el resto de su entorno para centrarse únicamente en leer todas las novelas de su escritora favorita, Agatha Christie. Siempre tiene la cara metida en alguna de las afamadas novelas. Hasta que un día tropieza co...