2: Lana, deja de detestar las cosas

242 19 0
                                    

Lana, deja de detestar las cosas

Una cansada Lana Clayton transitaba las calles camino a su casa con tanto desgano que se cuestionaba cómo sus manos podían seguir sosteniendo el libro. El indispensable libro de Agatha Christie no se separaba nunca de ella, ninguno de los muchos libros que tenía en la biblioteca de su casa.

La mansión Clayton era grande y afamada. Una familia como la suya era retratada como inmaculada, respetada por todos. Su padre, una aclamado escritor, con varios éxitos literarios rondando por el mundo. Su madre, una neurocirujana de la mejores del país, con tantos títulos que no caben en las paredes, títulos que tapaban agujeros vacíos.

Lana no era una chica de música, ni menos de ver televisión o películas, su mundo se basaba en silencio, ese silencio que solía compartir con los libros.

El trayecto se le estaba haciendo extremadamente largo, pero perdida en su libro, sentía que podía aguantar un poco más.

Toda tranquilidad le fue arrebatada cuando tropezó con algo en el suelo y terminó cayendo de bruces contra el asfalto, por suerte había podido colocar las manos antes de estrellar toda su cara, aunque eso no evitó que su barbilla golpeara y terminará por rasparse. Sintió el dolor y luego el ardor expandiéndose por esa zona, quiso maldecir a lo que sea que la había hecho caer, pero cuando giró su cabeza para mirar lo que había detrás, se dio cuenta que no era una piedra la que la había hecho tropezar. 

Un chico, quizás unos años mayor que ella, la miraba desde arriba con una sonrisa de burla.

- Deberías ver por donde caminas, ratoncita. – Lana frunció el ceño, entre sorprendida y anonadada por lo que sus ojos contemplaban. Las botas al estilo militar del chico estaban en una posición que daban a intuir que él le había metido el pie. Pero ¿qué clase de persona le hace eso a una chica que ni siquiera conoce? - ¿Qué? ¿Te quedaste sin palabras? El golpe no fue tan fuerte. – Escucharlo hablar hizo que Lana cayera en cuenta, que aquel chico, era de los que hacía que las chicas se sonrojaran con sólo hablarles. Su voz era aterciopelada, suave pero tan varonil que podría erizarte los vellos del cuello.

Lana meneó su cabeza apartando todo pensamiento estúpido y tomó impulso para levantarse, poco a poco fue poniéndose de pie, con preocupación buscó el libro por todos lados, hasta conseguirlo unos metros más adelante. Se acercó, lo recogió y con toda la dignidad que le quedaba limpió con su mano un poco de sangre que bajaba del raspón en su barbilla. Se giró de nuevo hacia el chico de rostro atrayente y tatuajes que se dejaban ver en sus antebrazos. Le dio un vistazo con molestia y se acercó, hasta quedar frente a él.

Los ojos negros del chico brillaron con astucia, la sonrisa de absoluta burla que le mostraba hizo que Lana tomara valor y estrellara su mano contra su rostro.

El sonido fue fuerte y el impacto peor. La chica sintió que su palma picaba luego del golpe, pero no se detuvo, ya que sin darle tiempo de reaccionar le dio una patada en la espinilla para luego salir corriendo a toda velocidad.

Definitivamente, ese sería el comienzo de muchas cosas más que detestaría Lana.

La Chica con El Libro de Agatha ChristieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora