8: Mark Clayton; el misterio de la familia

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Mark Clayton; el misterio de la familia

A Lana el mundo dejó de girarle. El instante que le siguió a esa afirmación por parte del chico de tatuajes, sólo fue llenada por el suave sonido del frío viento de la noche. Los autos pasaban a su lado en la carretera, pero a los oídos de Lana no llegaba ningún sonido de llantas sobre el asfalto. Estaba tan ensimismada, tan dentro de sus turbulentos recuerdos.

Mark Clayton era el hermano mayor de Lana. Excelente estudiante de secundaria, un combo entre las mejores notas y la mejor personalidad. Jugador de baloncesto codiciado, nadie era como él jugando. Sus movientos exactos, sus estrategias. Todos admiraban al gran Mark Clayton, perfecto de izquierda a derecha, y de arriba a abajo.

Fisícamente tenían un parecido extraordinario, el mismo cabello oscuro, los mismo ojos color cielo, e incluso las pecas. Mark sólo le llevaba un año a Lana. Del resto ambos eran inseparables y unos hermanos entregados. Sus padres vivían orgullosos de ambos, unos hijos ejemplares, quién no lo estaría. Hasta que ocurrió.

Un diez del mes de Noviembre, Mark salió de casa y nunca volvió. Nunca se supo dónde estaba. Nadie logró ubicarlo, y simplemente paso a ser así de simple como perder una moneda. Sí, los señores Clayton lo buscaron, gastaron en cada cosa que falicitara su encuentro, pero nada funcionó luego de ocho meses. Mark se había perdido como si nunca hubiera existido.

Lana quedó devastada. Su otra mitad, se esfumó. Y aquella Lana que acompañaba a su hermano a todas partes, que era extrovertida y  con amistades, se cerró como una bóveda, y al final decidió que quería ser olvidada al igual que todos aquellos que aclamaban a Mark habían olvidado hasta su nombre.

Y así pasó, se aceptó como un episodio en su vida que no tocaba, y mucho menos buscaba revivirlo. Nadie le hablaba de su hermano. En su casa, la ley del hielo se aplicó entre ellos mismos. Lana descubrió que leer las novelas de Agatha Christie le satisfacía por el hecho de que al su mente intentar resolver esos misterios, a la vez buscaba la respuesta a la desaparición de Mark.

Mark Clayton, ahora en boca del chico de tatuajes, salía a relucir de nuevo. Y Lana no podía creerlo.

- ¿Cómo lo conociste? - La pregunta salió en un susurro. De verdad empezaba a sentir estragos en su estómago.

- En la secundaria, estudiaba con él, éramos grandes amigos. Él debió haberse graduado el mismo año que yo. - Sí, lo sabía. Lo recordaba porque el día de la graduación hicieron todo un homenaje a su memoria. Ya en ese entonces lo daban por muerto. Pero lo que no recordaba era al chico de tatuajes. Si tan grandes amigos debían ser, ella tuvo que conocerlo. Siempre estaba con Mark, nunca se separaba de él; entonces por qué no recordaba a ese chico como un amigo de su hermano.

- No te recuerdo. El grupo de amistades de Mark siempre eran los mismos. - Y muchos de ellos se olvidarón de él. Ese fue el lado negativo de haber sido popular, había atraído consigo muchas amistades que parecían ser verdaderas, pero que al final no lo eran. - Y a ti jamás te vi entre ellos.

El chico de tatuajes se rascó la nuca, en un gesto de nerviosismo.

- Quizás no eramos taaan grandes amigos. - Pronunció apenado. - Él fue novio de mi hermana, y lo detestaba a morir, sí, pero cuando terminó con Sandra llegamos a tener una amistad. - Lana escuchó atentamente, analizando sus palabras. Recordaba a Sandra. La ex novia odiosa y malcriada de Mark, justo la que estuvo antes de Olivia. La novia ejemplar que siempre estuvo ahí. Pero seguía sin poder creerse que nunca se hubiera topado con él. Sí, le veía el parecido a  Sandra, la personalidad incluso concordaba, pero al estar tan absorta con el sólo hecho de volver a pronunciar el nombre de Mark, le costaba mucho ver la situación. Al notar el silencio luego de su respuesta, el chico de tatuajes quiso añadir algo más. - Lana, yo de verdad lamento lo...

- No. - Su voz, a diferencia de muchas veces, salió fría y dura, cortando la frase del chico al instante. - Ni lo intentes. Estuve y estoy cansada de escuchar lamentos. Ya mucho has hecho con aparecerte así en mi vida, como si nada, sacando el fantasma de mi hermano a la luz de nuevo. No quiero hablar de él, más sin embargo; sí quiero saber para qué me has buscado a mi. - La pregunta salió tanjante, exigente a una respuesta que le pareciera creíble. El chico de tatuajes volvió a tomar su postura arrogante.

- Si te soy sincero, ni yo lo sé, algo me dijo que debía buscarte. Y aquí estoy. - Ella no le creyó. Ni una sola palabra en esa frase. Simple; porque si pudo estar cerca, fastidiandola, sin dar asomo de haberla conocido antes, muy facilmente podía decir cualquier cosa.

 Las cosas estaban así; por muy amigo que él haya sido de Mark, no era de su confianza, y no dejaría que entrara en su vida.

La Chica con El Libro de Agatha ChristieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora