土 | the light of tah geshen

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一 |› the light of tah geshen

EL GRAN IMPERIO del reino de la tierra se alza imponente por los acantilados rocosos y las más altas montañas. Allí, esculpida en la roca anaranjada de un gran cañón se encuentra oculta de posibles invasiones Tah Geshen: la tierra de los guerreros.

Una impenetrable ciudad cuyas murallas solamente habían sido traspasadas en una ocasión tiempo atrás, durante la masacre de Tah Geshen. Hombres, mujeres y niños por igual fueron quemados vivos hasta ser cenizas por la cruel e imparable nación del fuego.

Pero los guerreros del reino de la tierra son orgullosos y estoicos, capaces de aguantar cualquier adversidad. Por ello, la ciudad que antaño fue meras ascuas ahora se impone altiva con más fuerza que nunca.

Al atravesar la fachada esculpida en la roca, dos viajeros se encuentran con aquel paraíso subterráneo, iluminado a través de cristales y reflejos de luz solar canalizados hacia la ciudad. Los ropajes que llevan son humildes pero su porte les delata, hay orgullo y honor en su mirada.

—¡Kenna! Madre nos está esperando.—La susodicha, de cabello oscuro y ojos cándidos, deja de observar a los recién llegados viajeros y sigue a sus dos hermanas pequeñas por las callejuelas de la ciudad.

Kasho y Kolih, gemelas -de alma ingenua y vanidosa, tienen los ojos de su padre y su habilidad para controlar la tierra a su alrededor a voluntad. Kenna no; Kenna es la inútil, la que es incapaz de ser una maestra de la tierra. Aquel al que llama padre no la discrimina por ello, pero sus hermanas no son tan benevolentes. Deforman el terreno y lo adaptan a su paso dificultando así el camino a Kenna -apenas son niñas y no entienden que lo que hacen afecta a su hermana mayor.—¡Esperad! ¡No vayáis tan rápido!—

Su padre sin serlo las espera en la entrada. Elogia las habilidades de las gemelas y recibe a Kenna con mirada afable. No es su padre pero para ella es como si lo fuera; en quien la ha cuidado y criado en momentos de adversidad. Sus hermanas se han ido a ver a su madre por lo que ella se queda sola junto a su padre.—Kenna, hija mía, ¿Has vuelto a ir a las puertas de nuestra ciudad?—

—Es el único lugar donde puedo practicar tranquila.—Sabe que su padre no tiene esperanzas en que pueda conquistar el dominio de la tierra, pero también sabe que se enorgullecería si ella lo consiguiera. Por ello, Kenna practica cada día sin descanso este arte -solo quiere hacer que su padre se sienta orgulloso. Siente que se lo debe. No es hija suya por sangre pero aun así él le dejó portar su apellido y el honor de su familia cuando su madre se casó con él; esa es la razón por la que siente que ha de demostrar su valía ante los demás, ha de demostrar que es digna de llevar el apellido de su padre. Él suspira.—No tienes nada que demostrar Kenna. Tu valor como persona no depende de lo que eres capaz de hacer, depende de tu forma de ser y de tu fuerza personal. No lo olvides.—

—Gracias, padre.—Hace una reverencia y busca a su madre en aquella hermosa casa tradicional. Sus hermanas están jugando a lanzarse rocas en el jardín mientras su madre prepara un té. De sus tres hijas la que más se parece a ella es Kenna -tiene sus ojos y su estructura facial- a pesar de tener algunos rasgos de su padre. Kenna le sonríe y se sienta frente a ella a tomar el té.—Buenos días, madre.—

—Buenos días. Deberías ser más cuidadosa, tus manos están ásperas y tus pies están llenos de heridas. Entrenas demasiado.— En sus ojos hay preocupación y dolor; sabe que su hija jamás será una maestra de la tierra -pero aquello no puede decírselo, le rompería el corazón. Así que se limita a sonreír y a pedirle que tenga cuidado, es lo único que puede hacer.

Por la noche Kenna se escabulle y vuelve a la zona cerca de la entrada de la ciudad, allí hay un descampado no muy lejos de donde se alojan los recién llegados. Los viajeros de aquella misma mañana la observan entrenar con convicción y dolor entre las sombras mientras cenan. —¿Qué es lo que está haciendo?—

—Ahh, esa es Kenna. Una buena chica. Pertenece a la familia protectora de esta ciudad, no sabe controlar la tierra y por eso entrena cada noche aún a sabiendas de que no lo conseguirá. Las malas lenguas dicen que es una bastarda y que por ello no tiene la habilidad del gran general Kanze.—Les dice el hostelero, un hombre delgado y escueto, mientras ellos degustan el fuerte té de la región. El más joven de ellos mira a la chica; no se da por vencida, sigue intentándolo una y otra vez a pesar de que le duelan las piernas y le sangren las manos.


Se pasa toda la noche entrenando sin descanso por lo que al amanecer está agotada. Finalmente desfallece.

El viajero joven sigue durmiendo mientras que el anciano ha preparado un té caliente nada más salir el sol. Ha estado observando a Kenna, le ha visto luchar por un objetivo inútil durante toda la noche -y según las palabras del hostelero aquello es algo habitual- por lo que no puede evitar encontrar cierta similitud entre ella y su sobrino.

Dos jóvenes, perdidos, buscando desesperadamente ser dignos del honor de su familia.

—[土]—

No me había visto Avatar hasta hace un par de meses y cuando lo hice me dio un super crush por Zuko, ahora que he acabado los exámenes ya puedo publicar por fin esta historia.

Espero que os guste, chao!

𝐃𝐈𝐒𝐇𝐎𝐍𝐎𝐑𝐄𝐃; zukoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora