Sentimientos e intenciones

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Entre el alboroto de la multitud y el calor del sol, en el pasillo que conectaba la arena al área donde los mestizos se preparaban para presentarse, una belleza Aria se hundía en los brazos de uno de los más famosos mestizos que se presentaban en la arena, firmando un pacto con los labios propios en un beso. Lentamente, nuestra rubia se separó, recuperando su aliento, y miró con curiosidad al demonio quien seguía sosteniéndola entre sus largos brazos. Alastor le sonrió con malicia, o eso era lo que su sonrisa solía demostrar todo el tiempo, un poco de malicia y algo de burla.
En el otro extremo del pasillo, la mirada de Harold Von Eldrich se clavaba en dicha escena. Les miraba con rabia ¿De verdad ese era el mestizo que había robado el corazón de Charlotte? Se preguntaba a si mismo, sintiéndose humillado. No amaba a Charlie ni nada parecido, pero si  le quería, como un gato que quiere a las aves que vuelan sobre el. No haría un escándalo ni montaría una escena. No dejaría que nadie se enterará de dicha humillación. Pero tampoco permitiría que Charlotte siguiera reuniéndose con ese mestizo, cuando se convirtiera en su esposa, se la llevaría lejos.

Alastor se despidió de Charlie dejando un beso en su frente, debía regresar con sus compañeros, y tenía una extraña sensación de querer alejarse de la rubia por un rato.

Miró desde la sombra del pasillo a Charlie alejarse de el para caminar hacia sus padres, que daban un discurso al público de la arena. Un discurso que para el ya era aburrido y tedioso, nada que ni hubiera escuchado antes. Se dio la vuelta y sin prisa, se dirigió hacia la parte trasera del lugar, donde se encontraba la casucha a la que Angel Dust y Husk llamaban hogar.

Apenas se encontraba a unos metros de la puerta, cuando Valentino, el encargado de cierta área de la arena se paró frente a el. Era un hombre alto y extravagante, demasiado, incluso para Alastor. Sostenida de su brazo, Mimzy, una mujer rubia y de cuerpo robusto, le miraba sonriente.

-Oh, Al, te e estado buscando. ¿Recuerdas a Mimzy? ¿Tu primer cliente?. -Alastor asintió, poniendo sus manos tras su espalda.-Bueno, pagó por adelantado y requiere de tus “trucos”.

-No es mi intención arruinar tus planes compañero, pero ya no doy ese tipo de servicios. ¿Por qué no buscan a Ángel? El aceptaría cualquier trozo de carne, por más inapetecible que sea.- Ante tal declaración, Mimzy apretó un gruñido entre dientes. Cuando Alastor recién había llegado a la arena, la mujer de inmediato había pagado una fortuna por dormir con el mestizo, más no era un recuerdo agradable para el.

-Alastor te recuerdo que sigues siendo un maldito mestizo, sin importar tu categoría, aún debes acatar órdenes, sin importar que tipo de órdenes sean.

-Oh déjalo Valentino, estoy segura de que quizá se encuentra cansado ¿Por qué no me presentas a ese tal Angel Dust?.-Valentino frunció ligeramente el ceño alejándose de Alastor junto a Mimzy al escuchar lo que su cliente pedía.

-No creo que sea tu estilo Mimzy, el no será a quien conozcas hoy, créeme , no te gustará.-Alastor miró a los dos alejarse. Clavaba sus uñas en las palmas de sus manos apretándolas en puños tras su espalda, inhalando profundamente sin borrar su sonrisa.

-Bien, ¡Suficientes emociones por hoy!.- Dijo en un tono animado para si mismo, dándose vuelta hacia la puerta, para abrirla y adentrarse en su hogar.

-¡Hey rojito! Llegas tarde, así que Husk cocinó la cena hoy.- Le recibió Angel Dust, quien se encontraba sentado en el comedor junto a Husk.
-¿Se puede saber en qué diablos te entretuviste tanto como para llegar tan tarde?

-¿Cuál era la expresión que solía usar mi padre? “Dévoiler le pot aux roses”.- Respondió Alastor a Husk guiñándole un ojo, para después tomar asiento frente a sus dos compañeros mestizos en la mesa.

El toro por los cuernos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora