Capítulo único

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Jungkook estaba sentado en una banca a las afueras de la biblioteca, el viento era fuerte y tiraba las pocas hojas que cubrían las ramas de los árboles a finales de otoño.

Sentía una presión en el pecho que estaba siendo tan constante y comenzaba a molestarlo; se sentía como tener a alguien sobre él. Revisó la hora en el reloj de su muñeca; era el medio día y Jimin no debía tardar.

Miró atento a una hoja muerta que reposaba a la orilla de la banqueta, en un vaivén de caer o no al azafato, el viento solo la hacía mecerse sin tener un fin en claro; como él: estando en una balanza entre hablar o no, seguir sintiendo o no, olvidar... o no.

Pensando en alguien en específico la mayor parte del día, la mayor parte de la noche.

— Jungkook, discúlpame...— Jimin continuó hablando con un tono arrepentido en su voz pero el mencionado parecía no escucharle, su mente siendo un barco que navegaba en un mar de pensamientos y se perdía constantemente en un movimiento brusco de las aguas para salir a flote y volver a lo mismo.— ¿Estás bien?

Jeon parpadeó repetidas veces, saliendo de su trance y mirándole; su corazón de repente siendo un tambor en su pecho junto con un punzante dolor que le hizo llevar su mano para sobarse en un intento por aliviar el dolor.

— Perdón, estaba distraído.— rió y Jimin palmeó con suavidad su espalda.— Deberíamos comenzar a estudiar.

El de cabello gris le sonrió enormemente y pasando su brazo por sus hombros, comenzaron a caminar hacía la biblioteca. Los exámenes estaban cerca y debían retomar temas pasados a lo que habían decidido pasar tiempo de calidad en la acogedora biblioteca.

Ambos tomaron asiento, uno delante del otro. Jimin estaba tan centrado en resolver un problema de matemáticas que no se percató del momento en que había robado la total atención del castaño, mirándole con sus grandes ojos oscuros.

Parecía tan sereno, los rayos del sol besaban su piel y resaltaban los vellos de esta y también la barba apenas visible que parecía áspera al toque. Sus pestañas reflejándose en sus sonrojadas mejillas y sus ojos cafés siendo más claros con la luz iluminándolos.

Pero el dolor punzante estaba ahí, de nuevo, junto con un nudo en la garganta.

Jimin se removió y entonces Jungkook bajó la mirada, asustado. Había sido falsa alarma; solo había suspirado al no entender porqué su resultado era incorrecto. Jeon se recargó en la silla, con su libro en manos que en sí, era como su escudo para disimular sus miradas al peli-gris.

Sonrió cuando vio su entrecejo fruncido y sus ojos viajaron por su pequeña nariz hasta sus labios, quedándose sin respiración y sintiendo su vientre deshacerse en aleteos cuando los entreabrió.

— Veamos...— Jeon carraspeó, tomando las hojas en las que el más bajo trabajaba.

— Se supone que el resultado debe ser menor.

— Sí, sabelotodo, pero tus signos están mal.— respondió quitándole de la mano el lápiz.

Jimin le miró ofendido y se acercó para poder ver mejor y darse cuenta de sus errores. El pecho de Jungkook volvió a doler ante la cercanía y elevó la mirada cuando había terminado; sus ojos se clavaron en él, mirando sus cejas finas y pobladas, y casi cada poro en su piel, sus fosas nasales se habían deleitado con el suave olor a colonia varonil y carraspeó, alejándose cuando el dolor parecía no querer irse.

— Gracias.— susurró, regalándole una mirada y luego volviendo a su lugar.

[...]

Dahlias y un amor | O.S | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora