2: Thomy
Me levanté el casco hasta dejarlo colgando de mi cráneo, pero sin cubrir mi cara. Me bajé el short deportivo porque sentía que se me veía todo el trasero y me encaminé al cajero automático. Tenía el dinero de la venta de ayer pero me apetecía delirar unos cientos de dólares en idioteces.
Había cinco cajeros, todos con fila, así que como buena ciudadana, esperé con paciencia. El teléfono cobró vida en mi riñonera y comenzó a vibrar. Atendí la llamada sin mirar quién era.
—Baby. Mañana fiesta. Seeee.
Les presentó a Jordan, con su carismática voz y personalidad, ya había agotado mi paciencia.
—Hola, Jordan, ¿qué tal? ¿cómo va todo, imbécil de mierda?—Inmediatamente terminé de insultar, una madre y su hija se voltearon a verme ofendidas, les hice un gesto con la mano intentando ofrecer mis disculpas. Yo no era ninguna maleducada.
—Hola, amiga hermosa de mi corazón—La fila avanzó y tocó mi turno—, quería decirte, porque siempre estoy pensando en tí y en pasar tiempo de calidad juntos, que mañana por la noche hay fiesta y que estamos todos invitados.
Bufé. Comencé la extracción y puse un número ligeramente elevado.
—¿Estamos todos invitados o solo estás invitado tú y nosotros iremos de colados a pasar vergüenza y sentirnos incómodo?
Terminé la extracción, tomé el dinero, el ticket y me retiré del cajero. Fui a apoyarme directo en la moto. No iba a manejar hablando por celular.
—A cualquier fiesta que vayas tú serás bien recibida, eres Baby Borgarini, no te hagas la idiota.—Oí como bostezaba.
—Habias tardado mucho en recordarlo. Pero te hice una pregunta, y apresúrate a contestar, qué quiero subir a la moto.—Le comenté, metiendo la llave en el contacto.
—En realidad, tú y Thom son los invitados. Nosotros solo iremos de compañía.—Me hablo, ligeramente entrecortado, así que imaginé que estaba muy concentrados jugando algún vídeo juego y que está llamada era pura obligación, porque yo aún no hablaba con Thomy.
—Bien, Jor, nos vemos mañana.
Me quite el teléfono de la oreja para cortar, pero resulta que él ya había cortado. Alce las cejas y negué. Jordi era un poco más pequeño que yo, un año y algunos meses, y era insufrible e insoportable. Pero era buen chico y no estaba tan metido en todo eso. Él simplemente estaba con nosotros por ser, bueno, nosotros. Consumía marihuana y algunas pastillas, vendía, pero no hacía mucho más.
De un salto me subí a mi bebé y deslizando el casco por mi cabeza, arranqué a toda velocidad. Quería comprar algunos artículos de hogar, remodelar un poco mi habitación, necesitaba nuevas cortinas, acolchados y sabanas. Y quería un nuevo sofá. Así que marche hacía la tienda de hogar con el nombre más conocido que encuentre.
Aunque la mayoría de la población jóven-adolescente de California conocía mi nombre después de un evento desafortunado, aún era una jovencita desconocida para la mayoría de la gente mayor a veinticinco años, y eso me agradaba. Así que cuando aparque en una de las calles principales y me encaminé hacia una tienda de artículos de hogar, iba fresca como una lechuga, caminando con tranquilidad. Nadie me miró más de una vez ni comento nada cuando pase por su lado. Entré a la primera tienda y saludé a la señora mayor que atendía. Me devolvió el saludo con una sonrisa deslumbrante y yo medio que quise llorar.
Okey, hoy estoy sensible. Lo siento, ya paro.
En casa no solo vivía yo, había acogido a Jennifer Lancaster, mi mejor amiga, hace ya unos dos años, a la edad de diecisiete años, cuando sus padres la echaron de su casa después de que llegará de una fiesta con algunas sustancias encima.
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Baby
Novela JuvenilHey, Reni. Por favor, respóndeme a ésta llamada. Siento mucho lo que hice, mi amor. Te amo, y te extraño como los mil demonios. Permíteme hacer las cosas bien esta vez, por favor-Insipiro sonoramente, casi sollozando-. Cuando oigas ésto, devuélveme...