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6: ¡Creo que hoy se vuelve a los 19!

—¿Por qué están todos mirándonos como si fuéramos unos bichos raros? —Exclamó Jordi.

Eran la una de la mañana, casi dos, cuándo estacionamiento nuestros vehículos a una
cuadra de la disco, luego de una furiosa y extenuante discusión en la puerta de la casa de Thomy, sobre quién iría con quién. Y eso fue después de la otra extenuante charla sobre mi puntualidad, inmediatamente llegué a la casa de mi amigo, cuando todos me interceptaron en la entrada.

—Es raro vernos en éste lado de la ciudad. —Acotó Brandon en un tono poco emocionante.

—Y porque son unos idiotas que no se meten en su vida. —Y ese, fue Thomy.

Si bien ya se podía ingresar al lugar en cuestión, había una fila considerable y aún habia adolescentes y jóvenes en los alrededores.

—Bien, a hacer fila, muchachos. —Les dije encaminandome directamente al final de la dichosa fila.

Oí las quejas de Jen.

—Antes pasábamos inmediatamente llegamos.

Observé su vestido azul brillar a la luz de las farolas de la calle.

—Aquí no somos amigos de los dueños ni mucho menos. —Thomy la miró y le sacó la lengua.

Ella le pegó en el brazo.

—Lo sé... pero tenemos a...

No la estaba viendo pero sabía que me había señalado, así que como un látigo, giré mi cabeza hacia ellos.

—Yo no haré tal cosa como rogar que nos dejen pasar.

Las caras inocentes de todos, menos de Brandon, que me sonreía, me miraban de golpe.

—No lo haré, esperen y punto.

Me dí la vuelta y miré al frente. Todos se pusieron a mascullar sobre lo aburrida que me había vuelto en éstos últimos tiempos. Sabía que bromeaban sobre eso, pero ellos realmente querían pasar de inmediato a la discoteca.

Pasaron unos minutos en los cuales guardamos silencio y la fila avanzó a paso de la tortuga más malditamente lenta del mundo, hasta que Thomy, con toda su personalidad explosiva y nada paciente, me tomó del brazo, y con un gesto al resto del grupo, nos indicó que avanzaramos. Me empecé a quejar.

—Thomy, maldita sea, si llegas a hacer lo que creo que vas a hacer, te mato. —Lo amenacé.

—Tranquila, bebé, tú solo serás el complemento a lo que yo quiero hacer.

Sacudía el brazo constantemente para soltarme, pero su agarre no cedía.

—¿¡Y qué se supone que es lo que quieres hacer!?

Me miró, miró a los guardias y sonrió.

—Tú déjamelo a mí.

Ay, no.

Brandon, encabezando la lista de los más tranquilos del grupo, junto conmigo y nadie más, tuvo la decencia de suspirar, y ahí pude darme cuenta que nos había seguido en nuestra corta caminata.

—¿Deberiamos dejar que haga ésto? -Se paró a mi lado cuando Thomy fue directo a los guardias, con su metro ochenta y tantos de puro músculo y temperamento extraño.

Lo miré, agotada. Jordi, Jen, Kathy y Luna estaban notablemente contentos de la oportunidad de pasar (o al menos, ante la posibilidad de entrar más rápido) que Thomy pretendía darnos.

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