Capítulo 14

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Entraste al baño y tomaste algunas sales de baño para relajarte, estabas muy tensa después de haber ido con los 5 chicos para buscar pistas, y aún más tensa por casi haberte acostado con Laito, aunque tu imaginación es bastante realista.
Entraste en la tina y pasaste un buen rato allí dentro, intentando relajar la tensión, pensando en qué harías una vez que hayas encontrado a Ayato.
Pasaron unos 20 min. y saliste del baño con una toalla enrollada sobre tu cuerpo, te dirigiste a la cama y te quitaste la toalla, tomaste la ropa interior y te la pusiste, así te dirigiste al tocador y tomaste un perfume color morado, de esos antiguos, con pinta de quien la poseía, formaba parte de la realeza de los tiempos en los que aún gobernaban las monarquías.
Rociaste el perfume sobre tu cuerpo, y te pusiste el vestido, te quedaba a la perfección, estaba tan pegado a tu cuerpo que remarcaba muy bien tu cadera, te pusiste las zapatillas y te acercaste al tocador nuevamente para arreglarte.
Recogiste la mitad de tu cabello en una coleta, dejándote el flequillo del lado derecho y la otra mitad del cabello suelto, tomaste un moño color rojo carmín y te lo colocaste en la coleta, te arreglaste un poco las pestañas, te pusiste rubor color rosa en tus mejillas y te pintaste los labios de un color rojo vivo.
Tomaste la daga que te dio Subaru y la escondiste en tu vestido, después de todo, Subaru había mencionado que podrías usarla más adelante.
Saliste de la habitación, bajaste las escaleras y te dirigiste a la puerta principal, en la sala de visitantes estaba Shu durmiendo, o al menos eso parecía.
Shu abrió su ojo izquierdo y dirijo su mirada hacia ti, te examinó de pies a cabeza y con la voz en un tono bajo dijo:
-Suerte con eso, la necesitarás.-
Saliste de la mansión y recorriste los jardines, mientras caminabas, viste a la mujer que aparecía en tus visiones, acto seguido, tu pecho comenzó a dolerte y caíste al suelo por unos minutos agonizando de dolor, cuando el dolor paró, volteaste a ver si aún seguía ahí la mujer, pero ya no estaba, te relajaste y te pusiste de pie de nuevo, saliste de la reja y tomaste un taxi para poder dirigirte al pueblo en busca de la iglesia donde Laito dijo que Ayato estaría, el taxi tardó unos 30 minutos, pues la mansión estaba un poco alejada del pueblo y no te quedaba mas remedio que ir en uno, era eso, o caminar.
Bajaste del taxi en el centro del pueblo, había muchas casas, locales y otros sitios, te acercaste a un pequeño mapa local para ver hacia donde tenías que ir, una vez aprendida la ruta que tendrías que seguir, te fuiste caminando hasta llegar a la iglesia, que para tu sorpresa, estaba llena.
Entraste en busca de algún acontecimiento extraño, pero no veías nada mas que gente escuchando la misa, examinaste la iglesia y viste a la mujer de tus visiones nuevamente, esta vez entraba a una puerta que estaba a un costado de la iglesia, quizás era una señal de que debías entrar ahí y eso hiciste, entraste donde la mujer había entrado, y ahí estaba ella, subiendo las escaleras en forma de espiral, sin decir nada, sin hacer nada, sólo subiendo.
Subiste las escaleras siguiendo a la mujer, no tenías prisa alguna, subiste con tranquilidad y llegaste a una habitación con la puerta entreabierta y la mujer a la que seguías se desvaneció, asomaste un poco la cabeza para ver si ahí estaba Ayato, y efectivamente ahí estaba, gritándole a quien por lo visto era Karlheinz.
Entraste para ver que ocurría, había un hombre que parecía de unos 39 años, alto, con cabello blanco y un pequeño toque rosa igual al de Subaru, ojos color carmín y vestimenta sacada de la época del Barroco.
El hombre te miró, de pies a cabeza, con una dulce sonrisa en el rostro.
-Conque ella es Eva.- Dijo Karlheinz -Ven aquí, déjame mirarte mas a fondo.- Dijo el hombre extendiendo su mano derecha para que te acercaras.
Caminaste hacia el, Ayato no dijo nada, sólo observaba lo que Karlheinz hacía, tomaste su mano y el te dio una vuelta con su brazo mientras te miraba.
-Te has convertido en una mujer muy hermosa, casi como Cordelia, y por lo visto, has escogido a Ayato, ahora quiero ver de lo que te has hecho capaz hijo mío.- Dijo soltándote y mirando a Ayato con dulzura, pero Ayato sólo lo veía con odio.
Y entonces comenzó, comenzó la pelea entre Ayato y su padre, Karlheinz tenía una fuerza impresionante, pero Ayato la tenía aún más.
Ayato soltó un golpe, pero Karlheinz pudo esquivarlo y tomó su mano para darle un puñetazo en el estómago con mucha fuerza, lo que hizo que Ayato cayera y comenzara a toser sangre, después se levantó y le soltó un puñetazo en el rostro haciendo que Karlheinz cayera por un momento al suelo, entonces Ayato se lanzó sobre el y le mordió el cuello, mientras succionaba su sangre, te miró.
-¡La daga, rápido!- Gritó Ayato, entonces le lanzaste la daga que Subaru te dio, y éste la clavó en su espalda, llegándole al corazón y lastimándolo profundamente, Ayato se levantó y con la manga de su sudadera se limpió la sangre que corría por su boca mientras observaba como Karlheinz cada vez perdía poco a poco la vida.
-Hijo mío, acércate.- Dijo Karlheinz con una dulce mirada, como si todos sus sueños se hubieran cumplido. Lucía satisfecho.
Ayato te tomó de la mano y ambos se acercaron a Karlheinz.
-¿Qué quieres?- Dijo Ayato con un tono molesto.
-Eva ha escogido a Adán y éste al beber mi sangre se convertirá en el nuevo señor de los demonios, tendrán el poder de cambiar el mundo, y sus descendientes cambiarán el rumbo del mismo.- Dijo con una sonrisa, aún aunque le escurría sangre de las mejillas.
-Yui, ven aquí.- Dijo extendiendo nuevamente su mano.
Le diste tu mano y Karlheinz mordió tu muñeca, pero, en vez de que te succionara sangre, te estaba inyectando algo.
-¿Qué hace?- Preguntaste.
-Te ha inyectado tu esencia, ahora serás como yo, y estarás toda la eternidad conmigo.- Dijo Ayato. -Pero para hacerlo oficial, ven aquí.- Dijo mientras extendía su mano, tu le diste tu mano y Ayato te jaló hacia el con rapidez, acto seguido, te besó, sentir sus labios era algo que extrañabas, estabas muy feliz.
Comenzaste a sentir mareos, después de unos minutos, te desmayaste, Ayato te cargó en brazos y se puso de pie, mientras observaba como Karlheinz se desvanecía en un destello color blanco, luego salió de ahí y te llevó a la mansión.
Cuando llegaron a la mansión, el resto de los chicos aguardaban en la sala, Ayato te recostó en el sillón.
-Entonces es por eso que la trajiste aquí, ella era Eva.- Dijo Reiji acomodándose los lentes.
-Ya tendremos una nueva compañera. ¿Verdad Teddy?- Dijo Kanato a su oso de peluche.
Después de unos minutos, despertaste, ahí estaban todos, alrededor de ti, observándote, te sentías muy diferente, tu sólo los miraste y dijiste:
-Tengo sed.-
Ayato te miró y sonrió, entonces se mordió el dedo índice y lo acercó a ti, tu lo tomaste y lo lamiste.
-Sabe... Rico.-

Por Siempre Mía... Ayato SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora