El cielo no estaba de buen humor. Desde muy temprano, los niños que iban a la escuela habían tenido que armarse con botas de goma altas, impermeables y paraguas. La lluvia había comenzado desde la primera hora de la madrugada, haciendo que afuera bajara la temperatura y el sol se extrañase.
-Arthur. Arthur.-Repitió su madre mirándole por el espejo retrovisor y luego mirando sobre su hombro cuando el más pequeño de los Kirkland no respondió.-¿Esta todo bien cariño?
Arthur apartó la vista del exterior y mirando a su madre, asintió y abrochó el ultimo botón de su impermeable verde. Su madre miró a la misma dirección que él, pero solo vio el colorido desfile de niños apresurados que corrían y brincaban sobre los charcos bajo una lluvia que aminoró, pero no cesaba.
Entonces, compartiendo con una mirada su preocupación con su hijo mayor, el cual usaba un impermeable menos llamativo (según sus palabras ya no estaba en la edad de usar prendas de bebes), se despidió de ambos deseándoles un buen día en la escuela.
-No duden en llamar a un profesor si lo necesitan.-Atinó decir antes de que las puertas del coche se cerraran.
-¡Estaremos bien ma! -Gritó Scott cuando las gotas comenzaron a mojarlos.-Vamos Arthur. No quiero estar bajo la lluvia.
Dijo el mayor y dando media vuelta apresuró el paso, seguido muy de cerca por su hermano.
Su madre se quedó un segundo observándoles, preocupada como la primera vez que los dos iban al colegio, suspiró y puso en marcha el automóvil.
-Scott, mamá...
-Solo está siendo mamá.-cortó Scott.-Sabes que ella se preocupa por todo. No hace algo diferente a lo que hace cualquier madre.-Decía mientras se escuchaba el chapoteo de las gotas y sus pisadas en la baldosa mojada.
Entonces, antes de entrar, Arthur se detuvo frente a las puertas.
-Buenos días chicos, entren, rápido.-Decía una de las prefectas recibiendo a los alumnos bajo la protección del techo de la escuela.-Vamos, vamos, entren o se mojaran los pies y pescaran un refriado.
Scott ya no escuchó los pasos de su hermano y miró sobre su hombro. Arthur se había quedado afuera y era esquivado por diferentes chicos que si se apresuraban a entrar.
-¿Arthur? -Scott dio media vuelta, regresando sobre sus pasos, acercándose a su hermano para hablarle en voz baja. - ¿Qué sucede?
Preguntó Scott mirando el rostro inexpresivo de Arthur y luego echando una mirada rápida al alrededor. Los hermanos, solo estaban retrasando a otros a entrar y eso hacía que fueran el centro de atención.-¿Arthur? -Insistió Scott.
-Hay uno... nuevo.-Dijo Arthur con voz apenas audible.-No son los que habitan la escuela.
Scott apretó los labios entendiendo de inmediato.
-¡Oigan! ¡A un lado! -Gritó un chico mayor que no llevaba impermeable mientras pasaba a su lado empujándoles.-¡No estorben idiotas!
-Ugh.-Arthur se quejó bajito trastabillando cuando resbaló con el piso mojado.
-¡Oye pedazo de mierda! ¡Ten cuidado! -Gritó Scott al chico y este deteniéndose un segundo miró al pelirrojo que lo había insultado.
Si no habían sido el centro de atención, ahora si lo eran. Los alumnos que restaban por entrar miraban al chico y al pelirrojo que no se inmutaba a pesar de ser menor. Casi de inmediato, un silencio sepulcral se formó, rompiéndose cuando un murmullo empezó.
"Oh, es el mayor de los Kirkland" "¿Llamó mierda a ese chico?" "Jejeje, no lo creo"
-¡EY, EY! -Gritó la prefecta cuando se percató del roce de los alumnos.-¡Mas vale que entres Allen! Y tú Kirkland...-Amenazó la mujer con mejillas coloradas sin que ninguno de los dos buscapleitos le prestara mucha atención.-¡Mas les vale que no peleen o si no...!
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Bogeyman
FanfictionEstán ahí, aunque los adultos no puedan verlos. Están ahí, observando a los niños jugar, están ahí, esperando el momento... Arthur lo sabe, puede verlos, pero, solo su madre y su hermano le creen, por eso, es mejor mantener el perfil bajo, es mejo...