|| D I E Z ||

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La sala de conferencias estaba repleta y Tin lo agradecía. Las reuniones mensuales eran de suma importancia para el mantenimiento de la empresa. Sin ellas, no sólo se acumularían los problemas y las sugerencias solo que las noticias no llegan correctamente a todos y cada uno de sus trabajadores. Y Tin no podía permitirse que algo de ese calibre ocurriese.

Por ello valora que todos en la sala tuvieran, mínimamente, sus teléfonos en silencio y las interrupciones fueran pocas cuando una discusión se hacía lugar. Él, como el CEO de la compañía, debía predicar con el mismísimo ejemplo y lo sabía, lo sabía tan bien que incluso sintió una vena palpitar cuando el reloj marcó las seis de la tarde y comprendió que la reunión se extendería por horas.

—Necesito enviar un mensaje urgente, disculpen — murmuró, sacando su móvil del bolsillo para seguidamente escribirle un mensaje a Can.

Para Can:

Se cancela la salida de hoy, surgió algo.

Fue tan rápido, tan impulsivo, que al guardar el móvil ni siquiera recordaba qué había escrito en el mensaje. Suspiró, inclinándose sobre la gran mesa mientras leía los títulos de las copias frente a él, buscando distraerse.

Can debía entender la emergencia, ¿no?

Porque si bien habían acordado ir al cine hacía más de una semana, hasta habían comprado las entradas, Tin no tenía ninguna posibilidad de abandonar la junta en media sesión, menos cuando los representantes de cada sector se veían sumamente interesados en el intercambio de ese mes. A él le gustaba ver a sus chicos trabajar tan arduamente.

«Espero que no se moleste» rogó internamente, revisando las peticiones anotadas en un papel.

Tin estaba disfrutando tanto en la compañía de su exesposo y Pete, era tan feliz a su lado en cada salida o encuentro y no podía evitar sentir que estaba avanzando un poco a poco en aquella relación.

Aunque tenía miedo que no lo llevase a ningún lado y, al final, estaba tomando equivocadamente las señales que Can le daba. Sus mínimas ilusiones de quizás tener una oportunidad le permitían trabajar arduamente con la única intención de poder darle a su familia todo lo que pudiese.

«Porque es mi familia, ¿cierto?»

La reunión se extendió por tres horas más, para la sorpresa de todos los presentes, y sólo comenzó a darse por finalizada cuando los trabajadores decidieron retirarse, debido al cansancio. Tin no tenía tanta suerte, organizando las actas y concretando ciertos pedidos con los pocos que permanecían en la sala para crear algunos inconvenientes.

Si hubieron personas que se retiraron a las nueve de la noche, Tin las envidió.

Eran pasadas las diez cuando salió del edificio y enterró una se sus manos en su cabello, sacudiendo un poco. Los ojos le pesaban, fatigados por el esfuerzo que había hecho con su vista, y la ropa parecía ajustarse a su cuerpo de muy mala manera a cada paso que daba. Estaba necesitando urgentemente su pijama.

Al entrar en su coche, sacó el móvil una vez más. Y cuando alzó la vista para fijarla en un carro de flores a la venta, tragó con fuerza. Dos mensajes y dos llamadas de Can, eran suficientes para preocuparse.

Estaba temiendo lo peor y, lamentablemente, tenía mucha razón para hacerlo.

—Hola — cuando la puerta del departamento se abrió y Can, con una camiseta ancha y pantalones de pijama, lo recibió. Su rostro tenía la mismísima indiferencia, sin rastro de emoción alguna a excepción de aquella mirada fríamente asesina fija en él.

Lo dejo pasar, sin embargo, y Tin dejó su maletín a un lado de la puerta antes de avanzar por la sala y tomar asiento, finalmente, en el sofá. Exhaló mientras tronaba su cuello, sus dedos y estirar ambos brazos. Nada le hubiese venido mejor que unos cálidos masajes para aliviar los dolores musculares. Estaba tan cansado.

Yuanfen (TinCan) (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora