E X T R A 1

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Le gustaba esa sensación.

Esa sensación de llegar a un hogar, de tener con quien conversar, de poder jugar libremente con Pete hasta que llegaba la hora de dormir, de tener a alguien con quien acurrucarse a la hora de dormir.

Le gustaba Can en sí. Porque solo podía sentirse así con Can, con nadie más.

Can cuando sonreía. Can cuando estaba cocinando. Can cuando jugaba con Pete. Can cuando juntos se dedicaban a limpiar el departamento. Can cuando dibujaba y pintaba. Can. Can y más Can.

Can tenía algo que le encantaba, y junto con Pete se sentía aún más completo, la familia que ambos estaban formando con pasos cortos eran la felicidad entera para Tin.

Un toque en la puerta lo sacó de su ensoñación.

—¡Pase! — exclamó antes de volver al papeleo (que no estaba revisando por pensar en su pareja).

—Hola — la suave voz de Can resonó entre el silencio de la oficina.

Esperaba verlo con Pete descansado en sus brazos, o a Pete entrando (o más bien corriendo) para ir donde él para abrazarlo y empezar a jugar con lo que sea que pillaba en la mesa.

Grande fue su sorpresa al ver a Can entrar solo.

—Hola, cariño — saludó de forma risueña antes de dejar los papeles y acercarse al artista, culminando con un pequeño beso. —¿Y Pete? — inquirió antes de colocar sus manos en las mejillas de su pareja.

—Lo dejé con Pond — susurró en respuesta, presionando más sus mejillas contra el toque de su marido, suspirando castamente.

—¿Y eso?

—Estaba pensando — Can puso sus manos alrededor del cuello de Tin para sonreír con un toque de coquetería e insinuación. —Últimamente hemos pasado mucho tiempo con Pete y no estamos teniendo tiempo para nosotros, ehm. . . En pareja, me refiero — Tin podía notar el nerviosismo en la voz de Can, lo hacía lucir más adorable a su vista.

—¿Un tiempo en pareja? — inquirió, no esperó una respuesta antes de añadir: —, me gusta la idea, ¿te parece si hago una reserva en algún restaurante?

Y la sonrisa que Can le dedicó aún provocaba las famosas mariposas en su estómago.

[Y U A N F E N]

La noche estaba en su mejor punto y la velada entre ambos amantes no podía ir mejor.

Compartiendo risas y pequeñas anécdotas se encargaron de hacer la velada aún más romántica y amable. Haciendo que su compañía fuera amena y tranquilizadora.

—. . . Lo digo en serio, en ese campamento Pond casi me ahoga — exhortó el artista antes de que ambos carcajearan con vehemencia.

—¿Es posible ahogarse con el pasto? — preguntó Tin divertido. Le parecía casi irreal que Can alguna vez fuera a acampar y las cosas terminaran con el artista en un hospital por una infección.

—¡Oye, no te rías!, Pond me lo puso en la boca y tenía hasta lombrices, fue horrible — Can fingió temblar, provocando las risas en su acompañante.

—Está bien, está bien — dijo el empresario una vez calmó la risa. —Admito que lo de las lombrices es horrible, pero no puedes negar que es gracioso — Can asiente con la cabeza en señal de estar de acuerdo —. A mí no me pasaban cosas así, rara vez tenía tiempo para salir con Techno. Así que me es gracioso.

—Bueno, pues ahora sí tienes tiempo, tus prioridades han cambiado y eso es admirable — reconoció, de pronto el tema en la velada era un poco más serio.

Yuanfen (TinCan) (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora