|| C I N C O ||

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Sabía que la paciencia sería clave esta vez.

Por eso estaba ahí, esperando pacientemente en su oficina a que Can llamara, si es que se decidía a llamar.

No prestaba atención a la charla que Techno le estaba dando, su mente repetía una y otra vez como se veía su bebé con Can incluido, y le encantaba esa imagen. Era ese tipo de imagen que quería vivir constantemente.

Pero luego estaba su culpa.

Esa culpa que solo lo torturaba con recuerdos que no eran nítidos, con gritos que no sabía si eran reales o no, con pesadillas que parecían recuerdos. Su mente gritaba que no merecía nada, porque había dañado a alguien, no merecía una segunda oportunidad en nada, no merecía saber que se sentía la calidez de una familia y de unos brazos que te rodeaban cuando estabas cayendo.

No merecía nada de eso y sin embargo Tin quería ser egoísta y conseguir lo que no pudo tener.

Porque quería aprender muchas cosas.

Quería aprender a querer, y quería que ese alguien fuera Can, quería aprender a ser un buen padre y aprender con su bebé, quería formar la familia que no tuvo.

—Contesta — Techno lo sacó de sus pensamientos mientras le enseñaba su teléfono. Tin frunció el ceño sin entender —. Puede ser importante.

Y realmente era importante, al menos para Tin.

Número desconocido

¿Puedes venir al parque que está cerca de tu trabajo a la hora del almuerzo? Estaremos esperando

No debía ser adivino para saber de quién era, rápidamente registró el número.

Con el nerviosismo y la felicidad mezclados en su cuerpo esperó a que el reloj diera las doce del día.

[Y U A N F E N]

El parque no estaba muy lejos, a unas diez cuadras de su oficina para ser exactos, así que estacionando su auto se dedicó a buscar a su ex-esposo y a su hijo.

Unos minutos después los encontró debajo de un árbol, sentados encima de una manta con un cesto de comida, al parecer estaban haciendo un picnic.

Pete jugaba con sus juguetes mientras Can hacía ruidos extraños con su boca para entretener al bebé.

—Hola — saludo. Estaba nervioso.

—¡Hey! — Can le dedicó una sonrisa —. Siéntate — el artista palmeo la manta indicando que podía sentarse a su lado.

Al sentarse se aseguró de no estar tan cerca de Can pero lo suficientemente cerca para sentir su calor corporal.

El silencio que se instaló entre ambos fue incómodo, Tin no tenía ni la menor idea de que preguntar para iniciar una conversación y Can. . . Bueno Can aún seguía en su mundo.

—¿Cómo han estado? — finalmente Tin se ánimo de hablar.

La sonrisa con la que Can lo miró causó muchas cosas en Tin, iniciando por un retorcijón en su estómago, su pulso se aceleró al igual que su corazón. Porque la sonrisa de Can era tan pura y sincera que casi era imposible no notarla.

Tin realmente esperaba llegar a querer a Can y si éste último lo aceptaba, intentaría no arruinarlo como la última vez.

—Todo ha estado bien, llevé a Pete al médico porque ha estado despertando con fiebre, pero nada fuera de lo normal, ¿qué tal tú?

—Bien; si necesitas dinero para Pete no dudes en pedírmelo, por favor — no pretendía incomodar al artista, pero al ver la mueca en este rápidamente añadió: —Claro, si no te resulta molesto.

—No te preocupes Tin, cualquier cosa que necesite te lo haré saber — el artista le dio una cálida sonrisa que Tin no dudó en regresar.

Le gustaba la sinceridad en la sonrisa de su exesposo, tenía una forma muy bonita de sonreír.

El silencio que se hizo no era incómodo, de vez en cuando se rompía por la risa del bebé que rápidamente contagió a sus padres.

Can parecía perdido algunas veces, pero rápidamente regresaba a la realidad para poner su total atención en el bebé.

Tin estaba nervioso, Can aún no decía nada sobre el tema del cual debían hablar.

Era obvia cuál era su intención, no quería forzar a Can y si él decidía que no era bueno que se acercara a su hijo entonces lo respetaría.

—Quiero que formes parte de la vida de mi hijo — murmuró lo suficientemente fuerte para ser escuchado, aún sin mirarlo —. Nuestro hijo — corrigió. Cuando la mirada de Can se levantó Tin no podía estar más feliz —. Pero yo aún te tengo miedo.

Y eso fue como un golpe a la realidad, un golpe que lo dejó sin aire, frio, sin saber qué decir o qué hacer.

Era obvio que de la noche a la mañana Can no iba a perderle el miedo y eso lo asustaba, porque se había equivocado en el pasado no quería repetir lo mismo otra vez, tenía miedo de que su forma de expresarse no fuera la correcta y todo se fuera a la mierda, porque él aún tenía miedo de cómo podía llegar a ser en realidad.

Toda una vida viviendo como sus padres querían que lo hiciera, actuando como ellos querían, siendo manipulable y moldeable. Luego de sus padres estuvo Lemon, una mujer que también lo moldeó a su gusto y fingió amarlo para luego robarle.

Por primera vez iba a ser él realmente, sin tapaduras, sin nadie que le diga cómo debe actuar y eso le asustaba.

¿Qué tal si al final no era lo que Can esperaba?

—Yo. . . — No supo qué decir y agradeció que Can pusiera su mano sobre la suya y la apretara un poco.

—Solo, tenme paciencia — pidió con amabilidad antes de volver su vista al bebé —. Mira Pete, él es Tin; saluda a Tin, mi amor — el bebé presta total atención a su padre.

—Rawr — dijo el pequeño bebé mientras sostenía un peluche, estaba invitándolo a jugar.

Yuanfen (TinCan) (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora