003 | Buenas notas

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Odio los nuggets

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Odio los nuggets.

En serio, los odio, y tal vez parezca que mi comentario no viene al caso, pero tenía que mencionarlo. Porque, ¿sabes qué es lo único que odio más que los nuggets?

Biología.

Llevo toda la clase tratando de no quedarme dormida mientras mi maestra explica las partes de una célula, sus características, en fin... teoría que no he logrado entender desde que el curso comenzó.

Finalmente me rindo, tomo una libreta de mi mochila y continúo escribiendo un guión que se me ocurrió el fin de semana mientras dormía.

Aproveché totalmente para descansar, pues la verdad es que mi semana fue bastante pesada con los ensayos de teatro. Sin embargo, ocurrió algo extraño, Adam no volvió a escribirme después de que mi madre lo llevó a su casa el viernes.

Las clases de teatro se reanudarán el miércoles, así que esperaré hasta entonces para hablar con él y preguntarle si ha ocurrido algo.

—Camila Garrido, ¿podría por favor responder mi pregunta?

Levanto la mirada y me topo con los ojos de mi maestra martillándome.

—Yo... eh... ¿mitocondria? —tartamudeo.

La profesora de biología mira al techo y niega con la cabeza. Escucho algunas risas aquí y allá, pero decido no descubrir de dónde provienen, o lo único que lograré será ponerme aun más nerviosa. Cierro disimuladamente mi libreta y entrelazo los dedos.

—Alguien ayude a su compañera, por el amor de Dios. Señorita, sabe que si sigue así reprobará la materia, ¿verdad?

Lo sé, y lo sé muy bien. Biología jamás ha sido mi fuerte, pero supongo que no es excusa. Necesito conseguir un tutor.

—Lo sé...

—Yo puedo ayudarla, Miss Taylor —escucho a alguien decir detrás de mí. Su voz es grave, denota seguridad, pero no me atrevo a voltear. Siento demasiada vergüenza en este momento.

—Se lo agradezco, Joe. Bien, continuemos.

Finalmente suelto el aire y encaro a mi salvador. Joe. Sólo compartimos esta clase, y la verdad es que jamás hemos mantenido una conversación, pero por alguna razón me evitó una vergüenza más si nadie se ofrecía a ayudarme.

La verdad es que no soy muy popular en el colegio.

—Gracias —le sonrío tímidamente al chico de piel oscura. Él asiente lentamente y devuelve su atención al frente del salón.

El resto de la clase me limito a no despegar la vista del pizarrón, rezando para que nadie me preste atención.

Cuando la campana suena, me levanto de inmediato para guardar mis cosas y no pasar ni un minuto más en el salón.

No me llames JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora