¿Qué quieres?

14 0 0
                                    

Si me lo preguntas a mí, por ejemplo,

Quisiera comerme a besos

La comisura de tus labios

Esas comillas simples que citan que te bese.

En la tarde del sábado Daniela no aguantó y le escribió al número desconocido. Más que un gusto, la chica comenzaba a convertirse en una necesidad, de esas que solo generan placer, de esos placeres que son más adictos que los dulces que se consiguen en los bares, de los que se pasan de boca en boca, de los que ella le pasó a Daniela. "Quiero verte" envió tras escribir y borrar un par de frases. Bloqueó el teléfono y lo tiró al fondo del bolso, es necesario decirlo, parece un agujero negro, no sé cómo hacen para que en 20 cm de ancho y 40 cm de alto puedan guardar de todo, he presenciado hasta un taladro. Respiró profundo y esperó mientras se encontraba con Gabriel y Laura para almorzar.

En la zona rosa de la ciudad, escogieron un lugar hípster palabra utilizada para nombrar lugares a los que se le invierte muy poco en infraestructura. Pidieron de entrada una crema de tomate y nachos. Daniela empezó a mover una de sus manos sobre la mesa, quería ver si había respuesta del mensaje pues de ser afirmativo tenía que arreglarse.

- Dani – dijo Gabriel luego de tomar un nacho y sumergirlo en la sopa de tomate -, estamos preocupados por ti – Miró a Laura en busca de aprobación.

Daniela detuvo su mano y los miró de reojo. Tenía mil y un argumentos preparados para negar esa afirmación, sabía que se notaría aun más por lo que decidió evadirlo.

- ¿Por qué? – respondió cortante.

- ¿Te has visto? – Laura tomó la palabra – Porque nosotros no, te desapareces y en clase parece que estuvieras en otro lugar – Cuchareó la sopa -. No queremos juzgarte, solo que si pasa algo queremos ayudar, no queremos que te vuelvas a encerrar.

Gabriel decidió tomar otros tres nachos y metérselos a la boca. Daniela lo miró esperando un comentario de él y él no quería hacerlo, sabía que decir si quiera una palabra, iba a dar inicio a una pelea y quería esperar por lo menos a que llegara su plato favorito. Al Laura abrir debate y al tener Gabriel la boca llena solo Daniela podía responder.

- Lo sé – puso la cabeza entre sus manos –, pero esta vez es diferente, no se relaciona en nada a lo que pasó hace un año – nunca antes había sido tan sincera.

Gabriel no aguantó más.

- ¿Es por la chica? – más que una pregunta, una afirmación.

- Sí. – suspiró.

- ¿Cuál? – Laura frunció el ceño -. ¿La del bar?

- Sí. – volvió a decir Daniela esperando que ocurriera una catástrofe para cambiar de conversación.

Laura miró a Gabriel como si le debiera más datos. Él encogió los hombros, era poco y nada lo que él sabía, lo que todos en aquella mesa sabían.

El verbo saber conjugado en todos los tiempos, siempre en negativo, comenzaba a doler. Para saber hay que tener un conjunto de conocimientos tan amplios y profundos como el bolso sin fondo de Daniela y de todas sus amigas, Daniela no sabía ni el nombre, la única información que tenía era lo que sentía cuando estaba a su lado y se puede inferir que hasta eso desconoce.

La comida llegó y para relajar el ambiente, Laura optó por mostrar la ropa interior que había comprado para sorprender a Mateo en su aniversario. Ella irradiaba sensualidad, se reconocía y se aceptaba, de este modo, sabía que su ropa interior ideal era la que venía en dos piezas resaltando su busto pequeño y dirigiendo toda la atención a sus caderas. Supo captar la atención de sus amigos. Gabriel terminó de comerse los nachos, seguido de los tacos al pastor, era increíble la forma en la que devoraba la comida. Laura terminó un poco después pues contó el plan que tenía planeado para esa noche. Daniela fue la última, si bien pudo distraerse, era inevitable  imaginar a la chica en la posición de Laura y ella siendo Mateo, expectante como si se tratase de un niño y la chica con ese encaje, esperándola, su regalo de cumpleaños.

¿Lo mereces?Where stories live. Discover now