Nunca había existido tanta incoherencia
Entre lo que soy y lo que hago
Como cuando me pierdo al buscarte
Como cuando me encuentro en tus brazos.
¿Qué pasó?, ninguno estuvo ahí para entender realmente qué había pasado y por qué habían tomado esa decisión, pero seguramente, de haber estado ahí tampoco lo hubiésemos comprendido. Algo es seguro, no se trata del momento, sino de todas las variables que lo conforman. Ellas en la parte más sola de la casa, sus emociones y las emociones también de Manuel que después de todo era el novio. La colisión era inminente, dos cuerpos en movimiento, Daniela y Manuel y un tercero estático, Sofía como destino.
Sin embargo, para entender lo que se convertiría en una gran escena de novela mexicana, se debe retroceder tres horas antes cuando todos se estaban preparando para la fiesta. Manuel le había comprado un collar a Sofía en una de las joyerías más costosas de la ciudad. Estaba preparando un discurso que adornaría el obsequio mientras imaginaba la situación. Antes de que ella se subiese al carro, él le abriría la puerta, se haría tras de ella, recogería su cabello y como si se tratase de una obra de teatro, recitaría su monólogo. Así era Manuel, planeaba con antelación todo con el fin de prever cualquier situación adversa y así tener soluciones rápidas. Nunca dejaba un cabo suelto, aunque se tratase de sus relaciones interpersonales.
Llevaba tres años con Sofía, más por reputación que por amor, no obstante, en el proceso creó un vínculo, apego emocional disfrazado de cariño, de respeto y lealtad. A diferencia de muchas otras relaciones o al igual que muchas, sin caer en una falacia argumentativa, el apego se daba no por ella sino por el ideal que constituía estar con ella: popularidad en la universidad y un futuro asegurado al juntar a las dos familias más poderosas de la ciudad. Fue un plan, Manuel se abriría completamente a Sofía contándole sus miedos y sus más oscuros secretos, el hecho de que le conociera como nunca nadie lo había conocido reafirmaría el hecho de que estarían juntos para siempre.
El factor psicológico fue el as bajo su manga, aprendió a escoger las palabras adecuadas que le afectaban a Sofía para así captar su atención, posterior a esto le hacía ver que su libertad iba en contra de la felicidad de él. Manuel creó dos reglas: 1. El número de amigos tanto hombres como mujeres debía ser limitado, 2. Avisar con quién estaba, dónde, cuándo y por qué -si no es importante entonces ¿para qué salir? Mejor hagamos algo juntos- le decía siempre que Sofía estaba haciendo planes para salir. Así logró que la mayor parte del tiempo Sofía estuviera con él. Para sus padres la pareja perfecta, para sus amigos, entre murmullos una relación tóxica y para ella un deber ser.
Sofía perdió amigos y en la búsqueda de la confianza de Manuel, confianza que nunca existió, se perdió así misma. Entregó una de las pocas cosas que son inherentes al ser humano, la libertad. De este modo, Sofía se creó a imagen y semejanza de Manuel porque se lo debía, por todo lo que en su momento él hizo por ella sin pedir nada a cambio, por las lágrimas que derramó a su nombre, por los sacrificios, hasta por su vida misma y sería para siempre porque este plan perverso se ejecutó bajo la promesa de 'juntos para siempre' y con la única condición, escrita en Arial 23 'lealtad'.
Había tres vestidos sobre la cama de Sofía, escogió el de en medio, era negro, corto y se ajustaba perfectamente a sus curvas. Pensó en la reacción de Daniela, sonrió... pero algo le carcomía la cabeza, una idea implantada, un objeto extraño que estaba siendo rechazado por su cuerpo produciéndole un ardor en la boca del estómago. Si tan solo hubiese leído la letra pequeña del contrato, esa que se dice entre dientes, esa que se expresa con las miradas o con los gestos corporales, lo que te dice a gritos que salgas corriendo que es siempre tu decisión.
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¿Lo mereces?
Romance¿Qué estarías dispuesto a dar por el amor de tu vida, por el amor o simplemente tu vida? Un juego en el que al final no se sabe quién es quién o quién dejó de ser primero.