Eres un resultado adverso
Sin querer, te terminé queriendo
Nunca antes había perdido la cordura
Como cuando intenté ser racional
Definir, asociar
Momentos que carecen de justificación
Tu recuerdo se quedó en mi cabeza
Una canción pegajosa
Mi muletilla en cualquier oración.
Lo que dice Daniela
Nunca había deseado tanto que el fin de semana acabara pronto. Apenas era sábado. Miré mi teléfono eran las doce, respiré profundo, más bien un suspiro, no quería ver la hora. Quería ver, en la barra de notificaciones un mensaje de Sofía. Intenté acomodarme de nuevo, dormir hacía que los pensamientos desaparecieran, por lo menos por un momento. El día estaba asoleado, la luz se colaba por la ventana y pegaba directo a mis ojos, << ¡JODER!>> gruñeron mis demonios. Me levanté, tenía el ceño fruncido cuando llegué a la cocina.
- ¿Qué pasa Dani? – preguntó mi mamá mientras servía café.
- Tengo dolor de cabeza, creo que dormiré un rato más. – tomé una taza y me subí a la habitación.
No quería hablar, no quería escuchar, tampoco ver como el tiempo pasaba y aun no recibía ningún mensaje, ninguna señal de vida. Saqué mi cartuchera y organicé mi pipa. El sonido de la hierva ardiendo es increíble. Los recuerdos la abrumaron, dio dos caladas, el recuerdo de Sofía también ardía, exhaló lento. Decidí mirar por la ventana y dejar ir mis pensamientos a medida que pasaban los autos. Era imposible, la pensaba aun más y no solo en pasado, también en futuro.
Mis demonios, quienes aparecieron hace un año tras la muerte de mi hermano, se dividían en opiniones, unos me incitaban a buscarla y otros volvían una constante el momento en el que Sofía me rechazó. Sin embargo, todos se unían en coro a decirme que no la merecía.
Soy dueña o amante de los verbos prenominales y merecer es mi verbo favorito como el de toda mi generación. Por nuestro pasado nos creemos merecedores de un presente y futuro mejor, sin guerra, sin contaminación sin desigualdad. Por nuestro presente, nos merecemos amor verdadero de ese que viene en canciones de cuatro minutos o en películas de ciento veinte minutos. De nuestro futuro no hablo porque nuestra generación no habla de lo que no conoce, no se centra, no se proyecta. Yo le llamo la institucionalización del capitalismo en la vida cotidiana.
"¿Lo merezco?" pienso mientras le doy otra calada a la pipa. Esta vez sostengo la respiración un poco más de seis segundos mientras piensa en la noche en que, sin drogas de por medio, besé a Sofía y ella me besó. Fue real, mi corazón se aceleró, exhalé y tosí. No sé si la merezco a ella, pero merezco que me robe el aliento de súbito cada vez que se acerca. Merezco el puñado de mariposas que se me acumulan cuando me besa y merezco la tranquilidad que me transmite cuando encaja conmigo en un abrazo.
Lo que dice Sofía
En la parte de atrás del carro de mis padres, miré el reloj que llevaba en la muñeca izquierda, eran las once. Decidí no usar el celular para no ver la foto de Daniela, dolía. Desvié mi mirada hacia la ventana, los árboles a la salida de la ciudad. Intenté pensar en otra cosa, en el almuerzo del sábado con mis abuelos, del cumpleaños en la noche de mi mejor amiga. No obstante, todo me llevaba a ella de nuevo, sobre todo, cuando pasamos por el club de la universidad. Los dedos de Daniela sobre mis costados y me besaba, sonreí, besos torpes como si nunca hubiese dado uno.
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¿Lo mereces?
Romance¿Qué estarías dispuesto a dar por el amor de tu vida, por el amor o simplemente tu vida? Un juego en el que al final no se sabe quién es quién o quién dejó de ser primero.