Cap:1 Un pésimo día

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Corría el cálido verano de 1999, en la pequeña ciudad de plata. Un joven distraído de 15 años de edad, se encontraba sentado sobre su pupitre, mirando el reloj del salón de clases.Se encontraba esperando que suene el timbre del pasillo, para poder culminar su aburrida rutina.

— ¡Cristopher!.— le gritó su maestra.

La señorita Patsy, una señora de 53 años de edad. Era la maestra guía de Cristopher. El jooven atendió al llamado de atención con un poco de temor, respondiendo con un tono de voz despreocupado.
— ¿Si señorita Patsy?.

—Te quedaras después de clases escribiendo en el pizarrón lo siguiente;Debo poner atención en clases... ¿Entendido?—preguntó la señorita Patsy con un tono de voz furioso; Este hacia eco en todo el salón de una forma violenta.

Cristopher asintió con la cabeza. Está no era la primera vez que le ocurría, era toda una costumbre para él.

—Idiota—murmuro Jhon entre todos sus compañeros de clase.

El abusivo del salón junto a sus colegas Pepe, Marcus y Jeff, apodados los Cavernícolas por su banda de punk rock.Eran muy populares y las chicas se volvían locas con sus conciertos y sus canciones.

—¡Cierra la boca!—dijo Rodolfo.


Mirando fijamente a Jhon a los ojos, con una mirada retadora.Rodolfo es el mejor amigo de Cristopher. Quien es de baja estatura y poco listo.
Se la pasa con Cristopher todas las tardes en el skatepark o en su guarida secreta. Dentro de una cabaña abandonada, dentro del bosque.

Su sueño más grande es ser famoso, para poder algún día salir de la ciudad de plata. A diferencia de Cristopher no piensa en su futuro, solo le importa pensar en el presente, aunque tenga talentos ocultos. Aunque sea algo distraído, es inteligente y bastante sabio. Pero su inseguridad le impide desarrollar todas estas cualidades.

Cristopher vive con su abuela Lucy de 72 años de edad. Que cuida de el desde que sus padres fallecieron, según su abuela tuvieron un misterioso accidente, del que nadie sabe nada.Eso ocurrió cuando Cristopher apenas tenía la corta edad de dos años siendo incapaz de recordar a la perfección. Luego de una hora y media. Solo faltaba el último, "Debo poner atención en clases.

—Okay.—dijo la señorita Patsy. Sentada en una esquina del salón, mientras disfrutaba de su almuerzo.

—¿ya me puedo retirar?.— preguntó Cristopher.

—¡Lárgate!.—le respondió la señorita Patsy con la boca llena.

Cristopher salió del salón, tomando sus cosas y dirigiéndose al viejo roble del patio del recreo. Allí escondía su skateboard, detrás de un viejo árbol.Luego corrió a la salida del colegio, dirigiéndose al skatepark a toda velocidad. Rodolfo lo estaba esperando, como siempre bajo el arbusto en el que se sienta para cubrirse del fuerte Sol.

Luego de unos minutos; ya que no estaba tan lejos el skatepark. Por fin llegó Cristopher, con los dedos adoloridos de escribir en el pizarrón y muy hambriento. Pues acostumbraba a no comer el almuerzo que su abuela Lucy le preparaba. Todos los días después de clases. Se lo daba al viejo vagabundo de la esquina. Pues es un gran amigo de Cristopher, según el viejo vagabundo le debe la vida a Cristopher. Sin el ya hubiera muerto de hambre hace mucho tiempo.

—¿oye por qué llegas tan tarde?— le preguntó Rodolfo, con un tono burlón.

—¿Qué, acaso eres tonto o algo parecido?—pregunto Cristopher.

Rodolfo siempre le pregunta esto, cada vez que la señorita Patsy lo castiga. La tarde empezó. Junto a ella un tremendo calor.

—deberiamos buscar una sombra, no me quiero hacer más negro.—dijo Cristopher.

—¿está bien aquí?.—preguntó Rodolfo. Posándose bajo el
pequeño arbusto.

—No, es muy pequeño para los dos.—respondió Cristopher;
Rápidamente miró que la única sombra que había, era donde
se sentaban los Cavernícolas. Que siempre estaban acompañados por chicas y otros abusones.

Todos eran mayores que Cristopher y Rodolfo. Tenían alrededor de 18 años; siempre repetían el año escolar.

Al otro lado, estaban los drogadictos. Escuchando música y haciendo locuras.

—Ni loco me siento allí, además mucha gente pasa cerca y pueden ir de chismosas con mi mamá.—dijo Rodolfo.

Cristopher y Rodolfo decidieron estar cerca de los Cavernícolas. Se pararon junto a una vieja pared. Que ponía un anuncio de publicidad de una marca de jabones para la ropa. La pared estaba a unos seis metros de donde estaban sentados los Cavernícolas.
La cual era una hilera de gradas de cemento, con un techo de metal encima.

Luego de un instante. Una gruesa y prominente voz dijo:

—¡Oigan fenómenos!—largo de aquí, este es nuestro territorio.

—Si, haganlo sino quieren que bajemos a darles su merecido.—dijo otra voz.

Cristopher y Rodolfo ignoraron las palabras retadoras. Con mucho miedo, Rodolfo giró la cabeza para mirar quien era el que les grito.
Rápidamente volvió a girar la cabeza al ver que era Jhon. Quien se levantó y se acercaba a ellos con una mirada amenazadora.

Rodolfo le susurró a Cristopher:

—vamonos de aquí.

Pero estaban paralizados y no podían correr. Las piernas les temblaban sin parar, hasta que Cristopher se armó de valor y salió a encarar a Jhon. Se paró enfrente de el y lo miro a los ojos; luchando para que su mirada no se bajara y que no se notaran sus temblorosas piernas. Jhon de gran estatura y de fuertes brazos. Se sorprendió al ver que un delgado y debilucho muchacho lo encaraba.

—Oye, esto es una zona publica nos podemos sentar donde
nos de la gana.—dijo Cristopher, Empuñando las manos. Preparadose para lanzar un golpe, si Jhon lo atacaba.

—¡Es cierto!.—dijo Rodolfo, con voz temblorosa; Tratando de apoyar a Cristopher.

Jhon y sus colegas se echaron a reír, al escucgar los comentarios.
—vaya.—dijo Jhon, sorprendido.

—Este gusano sabe defenderse.—dándole un pequeño golpe
con los dedos en la nariz. para tratar de hacerlo enojar.

—vamos Cristopher no vale la pena—dijo Rodolfo con los nervios de punta. A continuación sujeto el brazo de Cristopher para hacer que retroceda.

—¡Gallinas!.—gritaron Jhon y sus colegas burlándose.

Cristopher y Rodolfo tomaron sus cosas y se dirigieron a la
salida del lugar, en el que estaban sentados los Cavernícolas. Los Cavernícolas se quedaron con las ganas de pelear.

—¡Les daremos una lección!.—dijo Marcus; uno de los miembros de los Cavernícolas.

—Claro que si.—respondió Jeff rascándose la cabeza.

La chica bajo el puenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora