Cap 3: El Vago de la Esquina

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Cristopher y Rodolfo dejaron a María descansar bajo el puente. Dejándole una nota escrita en una arrugada hoja de papel, en la que decía:

Querida María, nos fuimos temprano ya que tenemos que ir a la escuela nos vemos en la tarde en el viejo skatepark. Luego de eso Cristopher y Rodolfo corrieron hacia la escuela.

— Rayos, vamos super tarde, apresúrate— dijo el rizado Rodolfo.

— Espera que no encuentro mi tarea— dijo Cristopher desesperado.

Deteniéndose para hurgar dentro de su mochila; exclamó con sorpresa.

— No puede ser.— grito con sorpresa.

— Use la tarea para escribir la nota...— dijo el alto Cristopher.

— Ja, Ja, Ja.— se burlo Rodolfo, sujetando su estomago con su
Mano izquierda.

— ERES UN IDIOTA— tartamudeo en carcajadas.

Siguieron corriendo hasta llegar a la entrada de la escuela. Entraron corriendo a toda velocidad, tratando de llegar a su salón de clases.

A continuación llegaron a la puerta de este. En el no había ni una mosca, este estaba frío y desolado. Estos se sorprendieron al verlo.

Una voz estruendosa, caprichosa y retante.
— Aquí. Ustedes dos Vengan rápidamente al auditorio.— dijo está.

Cristopher y Rodolfo corrieron hasta el auditorio. Entraron con vergüenza, frente a los que parecían ser miles de estudiantes. Habían rostros conocidos y desconocidos. Podían sentir las miradas de estos en la nuca.

Caminaron a la primera fila. Junto a las dos gemelas Emma y Edna, las que dijeron con tono de burla:
— Que huele tan mal... es verdad, son los vagos ja, ja, ja.

—SILENCIO—gritó el director Wallace. Haciendo que todo el auditorio callara al instante dejando solo el eco de los anteriores gritos. Las puertas fueron cerradas de un golpe.

El director Wallace, apodado el ladrillo. Era un hombre soberbio y siempre mostraba un rostro imponente y serio. Acompañado con un espeso bigote y unos pantalones super grandes.

—Buenos días, en esta mañana fueron reunidos para una inspección de salud, ya que a surgido un peligroso virus... el virus del vago, a causa de esto no habrá clases los próximos meses hasta que se solucione todo este caos.

Rápidamente todos se formaron en filas, todos parecían haberse puesto de acuerdo, o simplemente era el miedo a recibir un golpe en la nuca. Las filas eran; una de chicas y la otra de chicos. Nos pasaron uno por uno y esto tardo una infinidad. Cuando llegó el turno de Rodolfo y Cristopher, Paso primero Cristopher. Entró en un angosto corredor de paredes negras como la noche y marcos de personas que nunca en su vida había visto. Parecían ser muy importantes. Cristopher no les dió importancia pero no podía impedir sentirse incómodo en medio de esas miradas. Avanzamdo lentamente por el angosto corredor observo una puerta de color blanco.

La abrió lentamente y con un poco de temor. Adentro estaba un grupo de médicos con un gran equipo de jeringas, guantes y medicamentos con nombres difíciles de pronunciar.

—Quítate la camisa muchacho—dijo un medico con una larga barba y unos lentes oscuros en los cuales podía reflejarse el rostro de Cristopher. En la habitación resonaba una canción extraña, la cual parecía repetirse una y otra vez. El medico le midió el pulso, luego se acercó una enfermera con una jeringa, Cristopher al mirar la jeringa empezó a sudar sin control.

—Tranquilo...—dijo la dulce enfermera; inyectándole un medicamento.

—ya puedes salir, llama por favor al siguiente—dijo la mujer de bata blanca y cabello pelirrojo.

La chica bajo el puenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora