Capítulo 36

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Mis recuerdos de lo que sucedió después de todo aquello están un poco revueltos. Recuerdo a Kristopher abalanzándose sobre kai y apartando su espada de una patada antes de agarrarle por los brazos y atarle las manos en la espalda con el cordón negro que siempre llevaba colgado en la cintura. Sé que Lara agarró el brazo de Cal y le grito algo mientras Roderick cruzaba sus brazos sobre su pecho y me miraba enojado; sus alas negras lo hacían ven como un ángel de la muerte.
Pero, más que nada, recuerdo a mi papá, de pie, con una mirada fija en mí completamente ilegible. Y cuando trate de hablar con él, levantó la mano y me dijo:
—Ni siquiera intentes explicar esto, Kyungsoo.
La caminata de regreso a la casa fue la media milla más larga y más miserable de mi vida. No estaba seguro de qué tenía que preocuparme más: de lo que le harían a Kai o de si papá me perdonaría. Delante de nosotros, papá y Lara estaban haciéndose confidencia en murmullos y yo intenté procesar la enormidad del problema en el que estaba metido. Me habían atrapado con el mayor enemigo de los Prodigium. Algo me decía que mi castigo sería mucho peor que escribir mil palabras sobre un tema siniestro.
La Abadía de Thorne estaba oscura y silenciosa mientras marchábamos hacia ella. Solo una vez que hubimos llegado al recibidor principal, papá habló por fin:
—Vamos a convocar al Concejo para una reunión de emergencia a primera hora. Kyungsoo, Cal, váyanse a sus habitaciones y quédense ahí hasta que alguien vaya a buscarlos. Kristopher, encierre al Sr. Kim en una de las celdas inferiores.
Mi mirada se encontró con la de Kai mientras Kristopher lo empezaba a arrastrar hacia fuera, el movió sus labios como diciendo
—Todo va bien. —Pero no iba bien y nunca iría bien.

Una vez que se hubo ido, camine hacía papá. Aun no quería verme y estaba mostrando la misma rigidez que Cal en el molino.
—Papá, sé que pedir perdón ni siquiera puede empezar a enmendar el error. Respirando profundamente por la nariz, Papá dijo:
—Hasta que termine tu testimonio, no puedo hablar contigo. Por favor, ve a tu habitación hasta mañana por la mañana.
Mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Papá…
Él se alejo caminando, sin siquiera mirarme.
—Vamos —dijo Cal—. No hay nada que puedas hacer por ahora.
—¿Se lo contaste? —exigí saber—: ¿Por eso fueron al molino? Toda la ira que Cal había tenido antes parecía haberse difuminado.
—No —dijo él—. No tengo ni idea de por qué aparecieron así. A menos que tenga algo que ver con esos exámenes que me han estado haciendo. Tal vez rastrearon la magia. ¿Quién sabe?
Se dio la vuelta para marcharse y, aunque no había nada que yo deseara hacer más que correr detrás de papá, seguí a Cal, alejándome de la entrada, hacia las escaleras y a nuestras habitaciones. Nuestros pasos se amortiguaban con la gruesa alfombra y la tenue luz de las lámparas hacía que nuestras sombras temblaran en las paredes. Podía sentir los ojos de todos los retratos de las paredes, como si me estuvieran juzgando. Todos esos Prodigiums sin nombre, a los que El Ojo, Las Brannicks y solo Dios sabe quién más habían dado caza durante siglos.
Lo hice por una buena razón, quería decir a todos esos rostros de pintura. Y Kai no es uno de ellos, no realmente. De alguna manera, no creí que los retratos me creyeran.
—¿Qué crees que nos harán? —Le pregunte a Cal con el estómago helado por el miedo.
—No será tan malo como piensas —respondió, pero no sonaba del todo convencido—. Tú eres el hijo del jefe del consejo y eres importante para ellos. No van a lanzarte a los lobos por algo como esto.
Me pregunté si ser lanzado a los lobos era algo literal en este caso. En realidad, no quería saberlo.

—Tal vez alarguen tú sentencia en Hecate por un año o algo así, pero creo que eso sería lo peor de asunto —Cal continúo—. Respecto a mí…
—Tú solo me estabas ayudando —dije mientras girábamos por el pasillo—. Diles eso,
¿de acuerdo? Diles que estabas honrando nuestro compromiso o algo. Apuesto a que no serán tan duros contigo.
Nos detuvimos justo delante de su puerta y él me estudió con la mirada. Como siempre, no tenía ni idea de en qué estaba pensando.
—Tal vez —fue todo lo que dijo. Luego, después de otra pausa, añadió—: Yo sé que piensas que van a matarlo, pero puede que no lo hagan. Kai es tan valioso para El Ojo como tú lo eres para el Concejo. Él sería un buen rehén y ellos lo saben.
Yo forcé mi rostro para no desmoronarme. Si lloraba más esta noche, probablemente me convertiría en una corteza seca.
—¿Qué pasará ahora? ¿Simplemente vamos a nuestras habitaciones y dormimos y tratamos de fingir que todo va a salir bien? —Se me ocurrió otro pensamiento—: ¿O acaso hemos de fingir que Nick no está ahí afuera, completamente loco y súper poderoso? Porque no hay manera que haga eso.
—Sí que la hay. —Él me toco, sorprendiéndome, y presionó su mano contra mi mejilla.
Casi inmediatamente después, una sensación de bienestar me recorrió; una feliz insensibilidad que se extendía desde la cabeza hasta los pies.
—En serio, tienes los mejores poderes de la historia —murmure somnoliento.
—Ve a dormir, Kyungsoo —dijo él, dejando caer su mano como si mi piel la hubiera quemado—. Mañana será un largo día.
Pero aquel día no se había acabado aún. Cuando me daba la vuelta para irme, vi a Luhan de pie delante de mi puerta y su cara era una máscara de dolor e ira.
—Estaba abajo, bebiendo un poco de sangre —dijo el. Sus labios apenas se movían—. Los… vi entrar contigo. Y con Kai.
El hechizo de Cal, que parecía tan bueno unos momentos atrás, de repente, era una pesadilla. Mi cerebro se sentía demasiado suave y adormilado como para dar explicaciones, y cuando lo intente, no pude decir las palabras:
—Me estaba ayudando.
El hizo un sonido entre sollozo y sorpresa.

DEMONGLASS [Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora