Capítulo 1: Se sincero.

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... Seis meses antes...

(Melanie)

   — Buenos días — pronuncia con gran proximidad a mi tímpano una mirada esmeralda particular.

Me retorcí entre las sábanas blancas de la cama que me había acogido durante horas, demostrando mi negación a despertar:

   — Buenos días — enuncio abriendo levemente mis parpados para deleitarme con la brillante sonrisa del banjista.

   — Será mejor que despiertes pronto, tu mamá a llamado preocupada — manifiesta colocándose al filo del mueble en el que me ubicaba.

   — Juan Pablo, dime que no tome demasiado — suplico enfocando mi visión al nombrado.

   — Te estaría mintiendo — réplica burlón, alborotando mi melena matutina.

Indague entre los distintos muebles de la habitación con rapidez a través de mi mirada, localizando mi teléfono móvil; observe su pantalla percatándome de veinte llamadas perdidas de mi progenitora:

   — Mierda — expreso en un tono apenas audible —. Seré barbacoa en medio día — pronuncio postrado mi palma derecha en mi frente.

   — ¿Barba qué?

Observe divertida al chico de nariz respingada, dedicándole una sonrisa risueña:

   — Estaré muerta — replico desprendiendo mi cuerpo levemente de la cama, para posicionarme al costado de Villamil.

La fiesta de Cristina se había alargado un poco, al igual que mi cordura al no tolerar grandes cantidades de alcohol, terminé en el hogar de Cortés sin previo aviso de mi madre; cosa que evidentemente no era de su agrado. Me cuesta creer que aun tenia que poner al tanto a mi madre con las actividades que realizaba diariamente, sin embargo no presento oposición alguna ya que vivo bajo su techo. El banjista tomó mi palma derecha ejerciendo un firme agarre a la misma:

   — ¿Recuerdas de lo que hablamos hace una semana? — interpela acariciando mi mejilla con su única mano disponible —. En el ESPN.

   — A-ah, yo no recuerdo muchas palabras — comento sonrojado mis mofletes.

   — No se si reír o llorar Rost — interpreta al son de una carcajada, evadiendo la segunda emoción nombrada.

Eleve las comisuras de mis labios para articular una sonrisa confusa; aquella noche las palabras habían sido constantes y repetitivas, más no para generar una charla congruente:

   — Hablamos de que sería buena idea mudarnos — confiesa.

   — Ou... ¿Qué te dije en ese momento? — interpelo con seriedad.

   — Un "sí" - afirma.

   — Juan, no lo sé... ¿No es muy pronto? — complemento.

El nombrado adapta una postura firme, desprendiéndose de la cama en la que ambos descansábamos, soltando mi mano sin aviso:

   — Solo piénsalo — agrega tomando uno de mis caireles, colocándolo por detrás de mi oído izquierdo —. Te amo.

ꜱɪ ꜱᴇ ᴠᴀɴ ʟᴀꜱ ᴇꜱᴛʀᴇʟʟᴀꜱ | 🅙🅟🅥 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora