Capitulo 10

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Para alcanzar lo imposible, uno debe intentar lo absurdo.

-Miguel de Cervantes.


—Reservé una mesa apartada del resto, tranquila —le aclaro a Iliana. Ella asiente, aflojando un poco su agarre de mi mano. Ruedo la silla hacia atrás para que se siente. Me agradece con un susurro—. Estás preciosa está noche —la halago. Es cierto, debajo del abrigo que acaba de quitarse, lleva un vestido ceñido al cuerpo de color uva. Se ajusta a cada una de sus curvas de manera sutil y perfecta. Me tiene babeando.

—Gracias. Tú estás muy guapo. —Sonrío. Estoy igual que siempre: de traje.

—¿Cómo te fue hoy en tu almuerzo? —pregunto después de que el camarero nos sirva el vino y nos deja el menú para ordenar. Iliana arruga el rostro.

—No soy muy buena disimulando —admite. Alzo una ceja.

—Lo imaginé. Pero quiero saber qué sientes tú. Cómo te sientes con todo esto y qué has pensando hacer ahora —explico. Bebe un poco de su vino mientras ojea el menú.

—¿Se vería muy mal si digo que no sé qué hacer? Me siento mal de simplemente cancelar mi compromiso. Amo a James, realmente lo amo. Solo no sé qué me sucede contigo. Cuando te veo mis neuronas se desconectan y solo quiero brincar encima de ti sin importar si James está presente. ¿Eso en qué me convierte? —inquiere, dejando el menú a un lado. Suspiro.

—Te convierte en ser humano, dulzura. No todos tenemos claro qué hacer y cómo hacerlo. Entiendo tu sentimiento porque es lo mismo que yo siento. Por un lado está mi amistad con James. Prácticamente nos criamos juntos. Lo he visto hacer mil idioteces, pero normalmente es él quién las comete, no yo, y ahora estoy jugando con nuestra amistad, pero sin embargo, no puedo dejar de desearte —confieso. Iliana huye de mi mirada.

El camarero regresa y ambos ordenamos tranquilamente. Una vez que se va, ella suspira con fuerza.

—No quiero que su amistad decaiga por mí. ¿Crees que debería cancelar mi matrimonio? —Suspiro.

—No puedo decirte eso, dulzura. A ver, conozco a James de toda la vida, sé que normalmente no se compromete con nadie, así que el hecho de lo que lo hiciera contigo, quiere decir cuánto le importas. Pero, no puedo presionarte a que hagas algo de lo que no estás completamente segura. Si te casas con él, debes serle fiel a él. No hay vuelta atrás, ¿sabes? —argumento.

—Siempre le fui fiel hasta que tú apareciste con tu boca sucia y tu cabello rojo como el fuego —me reprocha. Sonrío.

—¿Así que soy el culpable? —Apoyo mi codo sobre la mesa y sostengo mi rostro con mi mano mientras la veo directo a los ojos.

—En cierta parte. No es malo ser ardiente, pero es terrible ser ardiente y de paso explícito. ¿Cómo quieres que dejara de pensar en ti si me decías lo que querías hacerme y yo me encontraba deseando que lo hicieras? —Jadea cuando coloco mi mano libre en su pierna por debajo de la mesa—. Xavier —advierte. Alzo una ceja tranquilo—. Debemos hablar, ¿lo recuerdas? No puedes distraerme —se queja. Suspiro. Tiene razón. Alejo mi mano.

—Entiendo tu punto. Entonces, si lo que quieres es casarte con James, o por el contrario, quieres unos días para poder decidirlo, puedo dártelo. Tómate unos días, piensa lo que quieres y yo me alejo durante esos días para no confundirte. ¿Te parece? —Iliana evita mi mirada. El camarero regresa y ordena nuestro pedido. Nos desea una buena cena y se retira.

—¿Cuántos días, más o menos? —Me encojo de hombros ante su pregunta.

—No lo sé. Tomate el tiempo que necesites. Yo no voy a presionarte. Creo que la mejor manera de que determines tus sentimientos, es alejandote de mí, que soy quien los altera, ¿no? —Suspira sin ganas. La veo jugar con el tenedor en su comida—. ¿No tienes hambre? —inquiero. Niega con la cabeza.

—Tengo mucho en lo qué pensar como para intentar comer algo —reconoce. Asiento.

—Dime qué piensas de mi propuesta, por favor —pido.

—Supongo que tiene sentido —dice sin ganas.

—Tienes que entender, Iliana, que yo no estoy listo ahorita para una relación estable con alguien. Por eso quiero que recapacites sobre terminar tu compromiso con James. Si por algún motivo estás pensando en terminarlo para estar conmigo, no lo pienses. No puedo ofrecerte más que sexo casual —aclaro.

Estuve pensando todo el día sobre qué decir o hacer si ella decidía dejarlo. No podría perdonarme el hecho de que lo deje con la esperanza de tener algo conmigo. No quiero eso ahora. Ni siquiera con ella. Sus ojos evitan los míos. Tomo su mano por encima de la mesa, pero la aparta rápidamente.

—Entiendo, Xavier. Solo somos sexo casual, lo sé. Se levanta de la mesa, tomando su bolso de la silla vacía—. Te escribiré cuando tome una decisión, mientras tanto, no me escribas —pide. Me levanto también y la sigo.

Me encuentro con el camarero y le pido rápidamente que ponga la cuenta a mi nombre. Ya tengo una cuenta creada en este restaurante. La pagaré luego. Salgo justo a tiempo para ver a Iliana subir a un taxi. Suspiro.

Si reaccionó así, solo quiere decir que si lo estaba pensando. Supongo que es lo mejor para los dos. Quizás con solo unos encuentros sea más fácil de sobrellevar. Acepto las llaves de mi auto que me entrega el valet parking y subo en él.

A mitad de camino tengo la necesidad de cruzar e ir a su apartamento, pero me controlo y sigo derecho hasta mi casa. Estaciono y me quedo unos minutos dentro del auto, meditando.

Es mejor prevenir un dolor futuro, ¿cierto? No quiero confundirla como Rose lo hizo conmigo y luego lastimarla el doble. Respiro hondo varias veces y salgo el auto. Nana me espera con los brazos en su cintura. Suspiro.

—No tengo ganas de hablar ahora, Nana. ¿Lo hacemos mañana? —suplico. Su mirada enseguida cambia a una más condescendiente. No quiero su lástima, por lo que sigo caminando hasta mi habitación sin detenerme.

Este día empezó muy bien para como terminó. Me tiro en mi cama e inmediatamente mi teléfono comienza a sonar. Lo tomo. Es Arianna haciéndome una videollamada. No tengo ganas de hablar con nadie, así que solo bloqueo el teléfono y dejo que siga sonando.

Mr. White. [Completa]✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora