Aquellos que creen en la magia están destinados a encontrarla.
Después de hablar con James sobre todo lo relacionado con la empresa, me encuentro ahora en mi oficina, terminando los últimos detalle para ir a casa. Ya van a ser las seis de la tarde y la cena en casa de James es a las ocho. Tengo tiempo suficiente para tomar una ducha y llegar antes.
Guardo el documento y apago el portátil. Tomo mi saco del respaldo de la silla y me levanto para irme.
Apenas paso por delante de la oficina donde metí a Iliana en la mañana, un escalofrío me recorre y una sonrisa de instala en mis labios. Definitivamente me gusta mucho esa chica. A pesar de que pasó un mes desde la primera que la vi, sigue gustándome. Cosa que se intensificó anoche en el restaurante del hotel. Ni hablar de lo del beso hoy.
Suspiro y subo al auto. Durante todo el recorrido a mi casa logré no pensar en ella y en lo bien que se sintió sus labios contra los míos. Gruño y bajo.
—Mi niño —saluda Nana al verme abrir la puerta. Camino hasta ella y deposito un beso en su frente.
—Hola, Nana —respondo el saludo y robo una fresa de las que tiene extendida en la tabla de picar. Me da un golpe en la mano.
—Deja eso que es para tu pie° (Pie de Fresa o Pai de Fresa) —me reclama. Sonrío.
—No creo que sepa menos rico porque falte una fresa, Nana —me defiendo. Ella ríe mientras mueve la cabeza a ambos lados.
—¿Cenaras en casa? —inquiere. Niego con la cabeza, sirviendome un vaso con agua.
—No. James quiere presentarme a su nueva novia. Cenaremos en su casa —le cuento. Ella asiente—. Pero no hagas cena para ti tampoco, vendrás conmigo. Sabes que todos te amamos. —Su rostro se ilumina de alegría. Se la pasa en estas cuatro paredes el mayor tiempo posible. Es bueno que salga también.
—Guardaré esto entonces para hacerlo mañana en la mañana. —Se lava las manos y comienza a recoger los ingredientes que ya había sacado. Asiento.
—Salimos en una hora —aviso. Responde con un OK, y yo sigo mi camino derecho hasta mi dormitorio. Una vez adentro, me despojo de toda mi ropa en el recorrido al baño. Necesito urgentemente una ducha.
Me sorprende salir de bañarme y que Arianna no me haya llamado. Es como si esa mujer tuviera una alarma para llamarme cada que vez que voy a tomar una ducha. Pero hoy no fue así. De hecho, no he hablado con ella en todo el día, lo cual es extraño.
Decido vestirme casual: Pantalón de Jean oscuro, una camisa Polo, zapatos de vestir azul oscuro y encima un abrigo largo por el frío que hace. Rocío perfume por todos lados y me coloco el reloj en la muñeca. Aún queda poco menos de media hora para salir, por lo que salgo de la habitación con rumbo a mi despacho para tomar un trago del mini bar.
Una vez que tengo un vaso con Whisky en mi mano, presiono el botón de videollamada en el chat de Arianna. Al segundo timbre contesta y su sonrisa me recibe feliz del otro lado de la pantalla.
—Hola —saludo, sentandome en el sofá.
—¿Me extrañaste? —pregunta divertida. Sonrío.
—No tengo a nadie más que me moleste siempre —admito. Me dedica una mirada indignada, pero sonríe.
—Sé que me extrañaste, no necesito que lo admitas. Yo también te extrañé —confiesa. No espera que diga algo porque continúa hablando—. ¿A dónde vas? Deberías estar acostado y no vestido como si fueras a una cita. —Se calla un segundo—. ¡Oh, ¿tienes una cita?! —chilla emocionada. Río.
—Cenaré en casa de James. Va a presentarnos su nueva novia —explico. Hace pucheros.
—Entonces no vas a una cita —susurra cabizbajo.
—No necesito citas, Arianna, estoy bien así —aclaro. Bufa.
—¿Quién puede estar bien sin sexo? —Alzo una ceja y ella inmediatamente se pone roja—. Me refiero a que necesitas una novia, hermano. —Cambia rápidamente de tema. Ruedo los ojos.
—No necesito tener novias para tener sexo, Arianna. Pero si quiero saber con quién estás teniendo sexo tú —reconozco. Sus mejillas están coloradas y evita mi mirada—. Arianna —insisto. Suspira.
—Conocí hace unas semanas a un chico en el trabajo. Es nuevo, está encargado de la publicidad de la empresa y esas cosas de redes. —Asiento para que continue—. Me ha invitado a salir varias veces y me trata muy lindo. Se llama Erick —continua. Se toma unos segundos que parecen eternos antes de volver a hablar—. Anoche fuimos a cenar y pues, pasó. Te juro que nunca había tenido un sexo tan bueno como ese —suelta. Alzo nuevamente la ceja y ella ríe nerviosa—. Tú preguntaste —se defiende.
—No quería saber cuándo o cómo había sido que tuviste sexo, Arianna, solo quería saber quién era el afortunado —aclaro. Ella se sonroja mucho más.
—Bueno, pues, ahora ya sabes todo. ¿Y tú?, ¿has estado con alguien recientemente? —Ruedo los ojos.
—No voy a hablar de eso contigo —sentencio. Abre la boca.
—¿Por qué no? Acabo de contarte que anoche tuve el mejor sexo de mi vida. Por supuesto que debes contarme. Soy tu hermana —declara. Bufo.
—El que seas mi hermana lo vuelve más extraño, ¿no crees? No hablo de eso ni siquiera con James o George, mucho menos lo hablaré contigo —zanjo. Hace puchero.
—Por favor —súplica, repitiendolo varias veces hasta que se vuelve imposible soportarlo.
—Rose fue la última, ¿contenta? —Gruño. Arianna abre la boca, pero la vuelve a cerrar. Duramos un rato en silencio hasta que ella habla nuevamente.
—Son muchos meses, Xavier. Cinco, ¿cierto? —Asiento—. Es demasiado, ya deberías haber estado con alguien más. Así fuera solo por diversión, hermano. —Bufo.
—Obtengo diversión de otra forma, Arianna, no necesito el sexo para divertirme —aclaro
—Pero sí para liberarte y relajarte —argumenta.
—¿Podemos dejar de hablar de mi vida sexual? —inquiero.
—Querrás decir de tu vida no sexual, porque prácticamente no tienes —se burla. La miro mal y deja de reír—. Vale, vale, ¿cómo estuvo el viaje por Estados Unidos? ¿Te gusta más o menos que antes? —Ese si es un tema neutral, por lo que me relajo considerablemente.
—No es tan malo, pero sigue siendo uno de mis lugares menos favoritos para visitar —confieso.
Comienzo a contarle todo lo que vi, recalco que le encantaría ir. Cosa que ella admite que ya quiere conocerlo. Pasamos así el rato hasta que Nana aparece por la puerta, recordándome la cena en casa de James.
Arianna se despide de Nana y cuelgo la llamada.
—Vayamos a conocer a la nueva víctima de James, Nana —propongo. Ella ríe y me sigue, enrollando su brazo en el mío. Abro la puerta para ella y subo después por mi lado.
Coloco el motor en marcha al mismo tiempo que enciendo la radio para escuchar música durante el camino.
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Mr. White. [Completa]✨
RomansaDécimo mandamiento: NO CODICIARÁS LA MUJER DE TU PRÓJIMO. Pero, ¿qué pasa cuando ella desea ser codiciada? ¿Qué sucede cuando el deseo entre ambos es imposible de esconder o evitar? ¿Quién dice que lo correcto es siempre el abstenerse? A veces, es m...