CONFESIÓN

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Hace dieciséis años.

Kim Taehyung como todo el mundo lo conocía, caminó decidido a la vieja cancha de basketball, iba a encontrarse con Park Jimin como hacía cada tarde. A pesar de asistir al mismo liceo, no vivían tan cerca como a él le gustaría, los separaban por lo menos veinte calles. Aquella cancha estaba justo a mitad de camino entre los hogares de ambos, así que caminaban la distancia necesaria para poder jugar basket.

Se conocían desde hacía cuatro años, cuando ambos entraron en el mismo liceo. Jimin era el menor de tres hermanos y vivía con sus padres, él en cambio vivía con sus abuelos, su madre había muerto cuando él tenía trece años. Su padre se había vuelto a casar, pero él y su hermana mayor prefirieron quedarse con sus abuelos. Su padre estaba tan entusiasmado por empezar su nueva vida que ni siquiera había peleado la custodia.

Su amistad con Jimin se había fortalecido día a día a lo largo de los cuatro años anteriores, siempre tenían algún motivo para reunirse, ya fuera para jugar fútbol, basket o estudiar. Ambos eran aplicados y habían estudiado mucho para rendir la prueba de ingreso para la universidad. Ese día los resultados salieron publicados y a ambos les había ido bien. Jimin quería estudiar ingeniería, él todavía no se decidía, pero probablemente se inclinaría por la misma carrera.

A Taehyung le importaba un ajo la ingeniería, pero si Jimin. Desde el día que lo conoció Taehyung había estado prendado de su amigo. Con quince años al principio no entendía los sentimientos y sensaciones que Jimin le provocaba.

Tras varias incómodas situaciones para él, logró darse valor y conversarlo con Susana, su hermana mayor, su sol y su mayor apoyo. Ella se dio cuenta incluso antes que él de su homosexualidad y lo ayudó a pasar aquel proceso de aceptación, incluso lo ayudó a hablar con sus abuelos cuando consideró que era el momento adecuado.

No había sido fácil para sus abuelos aceptar que su nieto fuera gay, especialmente para su abuelo, que pertenecía a la policía de investigaciones. Al duro detective le costó comprender que su nieto no fuera "todo un hombre", pero finalmente comprendió que no era algo que Taehyung pudiera cambiar.

Tras aceptarse, Taehyung no había podido evitar enamorarse de Jimin. No había mirado a otro hombre y no pudo evitar que se le rompiera el corazón cuando tres años atrás Jimin le contara que tenía novia. Lilian estaba en el mismo año que ellos, pero en otro curso. Era una muchacha linda y dulce, pero Taehyung la odiaba, la odiaba con todo el corazón.

Taehyung llegó a la cancha aún vacía y se sentó en el suelo a esperar a su amigo. Con diecisiete años, pronto a cumplir dieciocho su amigo era flaco y apenas medía un metro setenta y cinco, él en cambio tenía solo unos meses más que él pero medía un metro ochenta y dos, además no era delgado, no era gordo tampoco, pero era macizo, contundente y con su estatura lo hacía verse más grande aún.

Su carácter era también diametralmente opuesto al suyo, Jimin era tímido, callado y tranquilo, siempre se pensaba las cosas dos veces antes de llevarlas a cabo. Él en cambio era inquieto, ruidoso y siempre se estaba metiendo en problemas. Su amigo lo había ayudado y solía contenerlo cuando Taehyung se lanzaba de cabeza a hacer alguna tontería sin pensarlo demasiado.

Puntual como siempre, Jimin apareció a la vista a unos metros de él. Le encantaba Jimin, todo de él le gustaba, su espalda, las deliciosas piernas en pantalones cortos. No pudo evitar suspirar viendo a su amigo acercarse.

Jimin tenía los ojos más lindos que hubiera visto nunca. Eran cafés pintados de verde y con cientos de pintitas amarillas, como los de un gato, pero lo lindo no era tanto el color, si no la forma. Sus ojos deliciosamente almendrados y profundos. Además estaban preciosamente enmarcados por unas pestañas largas y rizadas.

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