SUSTO

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Taehyung entró en su dormitorio exhausto. Su trabajo a veces apestaba, en la mañana dos detectives habían sido heridos en un operativo, uno de ellos había fallecido hace un par de horas, así que toda su unidad se embarcó en localizar al responsable de lo sucedido, aún no daban con su paradero, así que debía volver a la jefatura.

En momentos como estos su ánimo se venía al suelo, si algo le llegara a suceder sería un duro golpe para su familia... Y para Jimin, para su amante también sería difícil.

Jimin era su amante. Llevaban casi cinco meses viéndose y aún no podía creer como había pasado el tiempo. Después de la tercera, cuarta incluso quinta vez que habían hecho el amor, juraron no volver a verse, pero no pudieron evitar seguir juntos. Ahora ya ni siquiera se lo cuestionaban, eran amantes y punto.

Hacer el amor era maravilloso, Jimin era increíble en la cama, ya no tenía ni dudas de su sexualidad, ni las tontas inhibiciones por su cuerpo, así que se entregaba al placer sin restricciones.

¿En qué momento habían pasado de coger a hacer el amor?

No lo sabía y no le importaba, sería un idiota si negara que estaba enamorado de Jimin, profunda e irremediablemente enamorado.

Sabía que Jimin también lo amaba, pero no creía que los sentimientos de su amigo fueran tan profundos como los suyos. Una parte del corazón de su amante siempre estaba con su familia y estaba seguro que Jimin sentía que amarlo era como traicionar aún más a su familia.

Lo sabía y lo aceptaba, y no era lo único que debía callar y tragarse, había otras cosas como cuando Jimin hablaba con su esposa por teléfono, siempre se despedía de ella con un "yo también te amo" y eso le partía el corazón. Ninguno de los dos le había dicho "te amo" al otro, pero el sentimiento estaba ahí cada vez que estaban juntos.

Tampoco le gustaba pensar en que dormía cada noche con su esposa, ni siquiera se atrevía a preguntarle si aún tenía relaciones sexuales con ella. Suponía que sí, pero no quería saberlo.

No podían pasar tanto tiempo juntos como deseaban así que cada vez que se veían disfrutaban cada momento. No siempre verse significaba que acabaran en la cama, había veces que solo salían a almorzar o se quedaban abrazados viendo televisión o conversando. Aquellos momentos le hacían desear tener una relación normal, poder llegar exhausto como ahora y que Jimin estuviera allí para poder abrazarlo.

No solo ser el amante de un hombre casado.

Se sacó la camisa con gesto cansado y cuando se dirigía al baño el timbre sonó, sonó y sonó. Fue apurado a la puerta a ver quién tenía tanta prisa.

Cuando abrió la puerta Jimin se le fue encima y lo abrazó muy fuerte.

-¿Estás bien? -Le preguntó agitado.

-Si, por supuesto. -Le dijo soltándolo para mirarlo a la cara.

-¡¿Por qué diablos no contestas tu maldito teléfono?! - Le dijo Jimin sacudiéndolo.

-Me quedé sin batería... -Dijo pasmado-. ¿Qué pasa cariño?

-Estaba tan asustado. -Jimin lo volvió a abrazar, estaba temblando.

-¿Qué pasa? -Volvió a preguntar.

-Mataron a un detective, lo oí en las noticias y traté de llamarte y no contestabas. Tuve tanto miedo de que estuvieras herido o muerto.

¡Maldición!

-Cariño, lo siento. Mi familia sabe a quién llamar si estas cosas pasan y nadie los llama.

-¿Y quién me avisaría si algo te pasara? -Le preguntó con los ojos brillantes-. Nadie sabe lo nuestro. ¿Tendré que esperar escuchar tu nombre en las noticias?

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