Pechos. Solo pienso en ellos. Responsabilizo en parte a mi madre. Considero excesivo haberme amamantado hasta los cinco años.
Tal vez es normal , tal vez algún motivo psicológico la condujo a ello, pero es mi madre y quien soy yo para intentar comprenderla o mucho menos, juzgarla.
De todos modos, hoy YO soy mi mayor problema. Recuerdo aún mis momentos de lactancia tardía. Mis dientes aferrados a un pezón y mi mano jugueteando con el otro.
No sé en que momento mi madre hubiera dado final a la lactancia, porque fui yo quien una noche cualquiera, me negué a subir a su regazo.
Para ese entonces solo pensaba en mi compañera de preescolar. Tenía el cabello ensortijado y rojizo, que le daba un aire de distancia y salvajismo, que despertaba en mi instintos perturbadores.
A los seis años, por las noches me dormía bajo algún efecto hipnótico con su figura situada en el techo a través de la potencia de mis pensamientos,
Les diré que era bastante atrevida y eso me gustaba. La perfección de su figura y su rostro , opaca toda posibilidad de rememorar su nombre. Mucho menos su apellido.
Por aquel entonces, pasé días, tal vez meses, con la idea de encontrar la manera de lograr un acercamiento a ella.
Y lo hice a través de aquel mito que rondaba el colegio por esos días.
En el parque, detrás del ombú gigante añoso y tupido, que estaba al fondo, casi alejado del bullicio de los niños en los recreos, se encontraban las misteriosas marcas de la "mano negra" .
La "mano negra" era la leyenda de mayor entretenimiento para los niños de los primeros grados, Una gran estupidez para los mayores, un motivo de intriga y suspenso para nosotros.
La pelirroja me siguió expectante. Tenía mucho temor de enfrentarse a las huellas tan temidas, pero la noté segura de estar en mi compañía. Es así, los hombres somos grandes protectores!
Al llegar al lugar, ya escondidos de todos, alejados de gritos y corridas, detrás del gran ombú y las plantas y flores que los rodearon, inicié mi gran exposición sobre el origen de la "mano negra" .
Alguna vez, hacía ya mucho tiempo, un niño había muerto en el colegio en un terrible accidente. Enojado con sus compañeros, había decidido alejarsedel grupo, y asomarse, curioso, al enorme aljibe que estaba allí por aquel entonces. La ley de gravedad hizo el resto. Su cuerpo cayo al agua enlodada del fondo del aljibe. Luego de la tragedia, el espectro cubierto de lodo perdido en el limbo de las almas que no hallan su lugar aún, se tumbó entre los muros y dejó allí las marcas de su muerte.
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Yo, Tiago
General FictionTiago tiene 37 años, es alto, musculoso, culto, exitoso. Su vida es perfecta. Fue muy bien educado Si no tiene pareja es por culpa de las mujeres. O no? La duda surgirá de manera paulatina de la mano de un psicoanalista perspicaz al que llegó sin...