CAPITULO 7

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Transcurrió más de un mes y no he tenido noticias ni de Charlotte ni de ninguna mujer.
A mi regreso de Chile, continué de manera regular concurriendo a mi analista.
No hemos aun sucumbido a nuestra vieja y arraigada costumbre de fumar nuestros habanos.
Sin embargo, no lograba sentir que las sesiones despertaran mi interés. O era yo el que no estaba muy interesante.
Dejamos de fumar como un intento forzoso de transformarlas en atractivas.
Un fracaso.
Pero por lo menos he ahorrado dinero.

Mi preocupación, como se imaginaran, se centra en la falta de avance en mi objetivo.

Quien puede conocer a la naturaleza de la mujer sin adentrarse en la mujer, le pregunté a Luis .
Seria como intentar describir que se siente al manejar una Ferrari y jamás haberlo hecho.
-Tiago Ud. sabe no me considero en especial feminista, es muy difícil para un hombre serlo. Sin embargo, quiero que sepa que pongo especial cuidado en sus comentarios y en los de todos mis pacientes hombres. Tal vez para yo también hacer un ejercicio contra mis propios paradigmas. Y lo que escucho en esa comparación, no ayuda a su objetivo. Esta comparando un objeto con una mujer. Y esa cosificación no lo ayuda a Ud.
Hizo un largo silencio. Ya comenzaba a incomodar.
Y prosiguió
- Sabe cual es su problema?

Y no... pensé, De lo contrario lo hubiera resuelto sin tener que estar acá sentado , algo que por momentos ya me hace sentir bastante incapacitado. Pero solo guardé silencio y aguardé que continuará.
- Ud. tomó de repente un extremo interés por ver a las mujeres desde otro punto de vista, asumió un reto que debería ser casi una diversión como un trabajo y ya está extenuado.
No ande buscando mujeres por la vida para conocerlas porque sucederá lo contrario.
Cree Ud. por ejemplo en realidad que hay pocos hombres como siempre dicen las mujeres?

- No tengo idea no busco hombres por ahora, aunque quizás seria mas fácil conocerlos- dije a modo de chiste.

Luis no sonrío. Estaba demasiado concentrado. Trabajando de manera seria mientras yo estaba en cualquier otro lado. Vagando en el laberinto de mis pensamientos desordenados. Disperso. Muy disperso.

-Bueno yo sí tengo una respuesta, hay suficiente hombres, cualquier mujer de cualquier edad, condición o belleza puede tener una compañía. Pero algunas hacen del romance su objetivo, se esfuerzan tanto para tener un hombre a su lado, que producen el efecto contrario.

Lo veo tan preocupado por este tema, que imagino que debe despedir olor a desesperación y nadie ni la mujer más sola de la tierra, quiere ser conejillo de indias de ningún hombre.

Relájese, las mujeres no abandonaron aun el planeta. Tal vez a muchas les gustaría hacerlo, lo sé porque las escucho, pero por ahora tampoco tienen muchos otros planetas a donde ir. Están acá, se lo aseguro.
Están de a miles. Son Millones.
No se imponga nada y podrá encontrar lo que busca.

En dos palabras: no busque.

Porque aunque le parezca mentira, si el que busca, encuentra, el que no busca encuentra mucho más.

Tenía que intervenir. Luis estaba casi monologando.
Y yo no soy de quedarme callado.
Aunque por otra parte, solo quería levantarme e irme.
Nada de lo que me decía me resonaba convincente.

Puede que tuviera razón.

Pero ustedes sabrán, no hay nada peor que tratar de abandonar pensamientos que fueron cobrando vida y creciendo en nuestra cabeza.

No les sucede que se enamoran de un pensamiento, y este crece y crece y luego se transforma en un gigante al que nada ni nadie puede derribar.
Y es allí donde se pierde la capacidad de reflexión, donde uno se vuelve rígido e intransigente, tomado por ese enorme gigante que quizás surgió de una insignificante semilla de idea, que se nos cruzó un día cualquiera al pasar.
Así estaba Tiago.

- Puede ser – dije desanimado, y continue cerrado en mi postura, como si Luis no hubiera hablado – pero no será que a la mujeres solo le interesa el sexo?
No se si es como Ud. dice, debe haber alguno otro planeta escondido a donde deben estar yendo.
O, insisto, les gusta mucho el sexo, porque cuando era un cazador siempre había presa disponible. Y ahora ando así como si me hubiera vuelto transparente.
Digamé Luis, objetivamente, yo soy un tipo muy fachero, no puedo pasar desapercibido.
Me cuido el cuerpo, la piel, por ejemplo, no es lo mismo que entre yo en una sala, que el señor que Ud. atiende antes. Ese con la cara regordeta, desaliñado y su camisa con los botones tironeados.

Luis jugo mi juego. Es inteligente.

No contestó y preguntó: - Cree Ud. que aprendió algo de esa chica de chile. Charlotte, no?

-Puede ser – dije notablemente molesto por no haberme dicho que luzco verdadera bien, porque lo sé- creo que es una cosificadora de hombres. Parece que existen mujeres así. Yo no lo sabía.
Se esfumó. No es de dama. Puede ser de macho. Pero ninguna dama debería ser así.

-Tiagoooo, dijo en todo fuerte y autoritario- No se esfumó porque no tenía con Ud. ningún tipo de compromiso.
Tal vez ese día simplemente no tenia mejor plan y compartió un momento con Ud.
Y no hay cosas de damas o de machos en materia de relaciones.
Ella no conoce su "plan", Ud. le puso una energía que le puso ella. Ud. puso expectativa en exceso. Y eso solo lo va a frustrar.

Claro, pensé, el porque no esta viviendo una abstinencia sexual. Yo ya casi ni puedo pensar, y cree que voy a poder sostener mucho tiempo más esto. Absurda idea la mía. Si hasta las mujeres que me llamaban con insistencia día a día, han dejado de hacerlo.

Luis continuó ya con escasa paciencia y ya adoptando la posición corporal previa a dar por concluida la sesión (que creo que esta vez la limitó a escasos 35 minutos) y dijo:
Deje de esperar y viva. Siempre tiene la opción de cambiar de planes.

Quedé sin comprender mucho la última frase, significaba volver al sexo desenfrenado, intentar que me gusten los hombres, a quienes conozco un poco más, transformarme en monje tibetano, practicar el desapego y la castidad o quizás todas juntas?

Ya ambos parados, y antes de que la puerta se abriera, no pude evitar volver sobre mi pensamiento:
-Luis, el gordito abúlico ese que nadie miraría al entrar a una sala, esta casado?
- Felizmente, me contesto. Y lo disfrutó. Sentí que lo prefería.
Salí de allí contrariado.

Pero de repente, olvidé todo lo conversado y cambié el foco de atención de manera radical.
Había olvidado que me encontraba con mi madre a cenar.
Mi madre.
La única mujer de mi vida por estos días.

Yo, TiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora