CAPITULO 4 SOY CHARLOTTE

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CHARLOTTE

Que hermoso es Santiago de Chile. Las calles limpias, la gente educada, primeras marcas, baja tasa de delincuencia, construcción pujante. 

De seguro, tendrá su lado oscuro, como todos los países. Yo soy asiduo, pero no dejo de ser ajeno aun cuando vengo  muchas veces por trabajo, y algunas otras, las menos, por placer. Y solo como tal digo -con el derecho que me asiste-, que está muy bien. 

Me da un poco de nostalgia, al notar el contraste con mi querida Argentina, la Paris de América. Perdón Paris, eso se decía. Hoy dista bastante. Aunque siempre mi ciudad será Mi Buenos Aires Querida. 

Me alojé en el Hyatt en la zona de Parque Arauco, a metros del centro comercial que lleva su nombre.

Siempre he ido ahí, me siento a gusto, me saludan por mi nombre y responden con celeridad a las excentricidades que a veces solicito, desde mi lado más superfluo. Saben que ese lado es bastante grande, no? a esta altura creo que me van conociendo...

A decir verdad, las habitaciones deberías ser renovadas, pero el parque sigue siendo impecable e impactante.

El conserje  conoce  también que mi reserva solo admite habitación con vista a la cordillera, uno de los beneficios imperdibles del hotel.

Por suerte la habitación estaba disponible, aun no admito que las aerolíneas lleguen a destino por lo general a las cinco, siete u ocho de la mañana y en recepción del hotel al que uno arriba visiblemente cansado, te anuncian " su habitación estará disponible a partir de las tres de la tarde. Ud. sabe esa es la hora del check in, ahora como estamos a capacidad completa (siempre lo están aunque no te cruces un solo ser humano en todo la estadía) para mejor seguridad regrese a las cuatro de la tarde. Aquí tiene un planito de la ciudad."

Las ventajas de ir siempre al mismo hotel también tiene que ver con esto,  logro obtener la habitación en unos minutos.

Dejé la valija y el porta traje en la habitación, ordené tres camisas y llamé a tintorería. Debían estar impecables, les recomendé.

Logré desayunar antes que se terminara el horario estipulado. Recordé que era el cumpleaños de mi hermano menor que vive con mi madre. Hice un llamado breve y prometí llevarle algo del free shop. Le pregunté por mi madre. Parece que esta muy bien, porque esta molesta y protestona como siempre. Y luego de una charla  liviana sin mucho contenido como es usual entre nosotros, nos despedimos.

Protesta "como siempre". Mi madre siempre se quejó. 

La queja no es buena porque expone a los quejosos como los culpables de todas las situaciones. "Siempre quejándote vos", le oí  recriminarle a mi padre toda la vida. 

Quejarse no es un error en sí mismo. Quejarse por nada, si lo es. ¿Y alguien se detiene a analizar si quien se queja, lo hace por nada o por algo? 

Alguien puede ponderar que hay miles de personas con enfermedades terribles que no se quejan, pero no se quejan porque saben que por quejarse, nada cambiara. 

A veces la queja es dolor, a veces es reclamo, a veces es pedir ayuda a gritos. "Siempre quejándose. Siempre ''la loca". 

Ya sabemos como es. Y será que Luis está haciendo algún estregado en mis pensamientos. Pero corté la llamada y pensé: Mentira. 

No sabemos nada como es. Es una mujer que crió 5 varones, que jamás la tuvieron muy en cuenta y un marido que se quejó toda la vida que ella se quejaba hasta que, como si no fuéramos nada, nos abandonó. 

Yo, TiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora