Un líder

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En las cercanías, un alfa observaba con una expresión reprobatoria a su compañero de ojos amatista, quien en medio de un berrinche evitaba su mirada.

—Vegetta, habíamos tenido esta conversación previamente. No deseo que nadie intervenga cuando Lolito busque una pelea. Quiero que dejen que yo me encargue de ello.

—Hmp... —Luzu era consciente de la fortaleza de su compañero, uno de los más poderosos de su manada y quizás de todo Karmaland. Sin embargo, no podía pasar por alto un hecho crucial. A pesar de su destreza, Vegetta seguía siendo un omega, y frente a un alfa, no todo se resolvía mediante una pelea justa.

Suspirando, Veg, y no solo Veg, sino todos ustedes. —Luzu se corrigió mientras dirigía su mirada al resto de su grupo, quienes aún observaban con enojo a los miembros de la manada rival paseándose por el pueblo. —Deben comprender que un adversario como él no es fácil, incluso para mí. No quiero que alguno de los míos se involucre con él, especialmente tú, Vegetta. —Dijo mientras volvía a mirar al alfa de ojos amatista, quien le miraba con desaprobación. Aunque esta forma de pensar era una de las razones por las que lo seguía, no podía entender cómo Luzu soportaba todos los abusos e insultos de Lolito sin hacer nada para devolvérselos. —Entiendo tu orgullo y tus deseos de ponerlo en su lugar, pero... —Luzu dejó de lado su expresión generalmente tranquila y le miró de manera severa. —Jamás me perdonaría si algo te sucediera. Ya se los he dicho antes y se los repito ahora, él no es inofensivo como el resto de su gente con la que suelen meterse en problemas algunos de ustedes. —Después, Luzu dirigió su mirada hacia cierto peliblanco vestido de verde y un chico con un gorro de búho que le observaban desde el fondo con expresiones nerviosas, murmurando "Mierda". —Lolito los devorara si algo no es de su agrado...

Todos se sentían avergonzados, es cierto, ellos habían intentado mas de una vez hacer algo para aplacarlo por una vez por todas sin obtener nada aunque su jefe evitaba a toda costa mas problemas con este. Pero ¿Qué podían hacer?, la impotencia de quedarse sin hacer nada, viendo como el alfa rival seguía tomando terreno y ganando fuerza les molestaba muchísimo. El solo pensar que las sucias acciones de Lolito podría significar la caida de su tan respetado Líder les hacía hervir la sangre. 

—Entonces... —rompió el silencio el omega de cabello negro—, ¿nos quedamos sin hacer nada? Luzu, lo has visto hoy. Ya es evidente que nos superan en número. ¿Quieres que nos quedemos sentados, viendo cómo no haces nada? ¡Si ese tipo sigue así, significará el fin de nuestro hogar! —Gritó en un ataque de exasperación. Estaba harto de tanta discordia, harto de las interminables luchas entre ambas partes, cada vez más frecuentes. Se había vuelto tan común entre los habitantes del pueblo que parecía que esta guerra nunca tendría fin...

—Eso no pasara —Confirmo con una sonrisa llena de confianza.

—¡¿Y cómo puedes asegurarlo?! —Le gritó finalmente, completamente frustrado.

—Porque ustedes estarán conmigo entonces —Dijo con seguridad y tranquilidad, regalando una sonrisa a su manada. —Que se consiga a las personas que quiera por los medios que desee, pero como hasta ahora, el resultado sera el mismo.

Las palabras resonaron profundamente en todos. Eran guerreros, todos bien entrenados y listos para el combate, "máquinas de lucha dispuestas a matar", como algunos les gustaba llamarse en broma. Pero, en el fondo, esas palabras habían tocado su fibra sensible...

Vegetta, incapaz de encontrar las palabras adecuadas, simplemente observó con una sonrisa de satisfacción mientras sus compañeros, Fargan y Willy, se abalanzaban sobre su líder, abrazándolo efusivamente y fingiendo llorar de emoción mientras le decían entre risas"¡Mami Luzu, te queremos!"

—¡Chicos, por favor, quítense de encima ya! —Les instó entre risas—. Ahora, manos a la obra, cada uno a su tarea.

Todos asintieron y dejándose de sentimentalismos se fueron a sus respectivos puestos, los betas que eran la mayoría se ocupan de ayudar a los granjeros y a los aldeanos con sus respectivas tareas, los alfas que no eran muchos se encargaron de los trabajos pesados además de proteger los perímetros de algún monstruo "chetado" que pudiera ser una amenaza y los omegas que solo ocupaban el 2% de toda la manada serian los responsables de tareas como apoyar en las tareas del hogar a las personas que no podrían ocuparse por si mismas, para colmo de Vegetta quien creía que era una estupidez y que un Omega podría hacer muchísimo más, en especial el.

Pero a pesar de considerar que podría estar desempeñando roles más productivos en otros lugares, se encontraba colaborando con la bibliotecaria del pueblo. Merlin, la esposa del líder del pueblo, Merlon, era una mujer mayor amable y cariñosa que disfrutaba coquetear de manera inocente con los jóvenes atractivos de la localidad. Aunque Vegetta preferiría estar ocupado en otras tareas, apreciaba su tiempo con Merlin, a quien veía como una figura maternal que siempre había deseado tener.

El musculoso chico se encontraba acomodando libro por libro en las altas estantería donde la pequeña señora no llegaba, a pesar de lo injusto que le parecía que sus amigos estuvieran afuera haciendo misiones que él perfectamente podría hacer también, le gustaría estar allí, pero se podría decir que también le agradaba donde estaba, el olor a libro viejo y tinta, el privilegio de poder decirle a la gente que se callara sin ser mirado mal e incluso estar con esa loca viejecilla le gustaba, era muy divertida cuando esta no estaba hostigándolo o haciendole una broma pesada.

Con un suspiro, expresó su anhelo por un poco de emoción mientras realizaba sus tareas.

Merlin se percató de esto así que decidió ayudarlo a despejarse.

—Cielo—Llamó su atención haciendo que el chico despegara la vista del librero que acomodaba para que estuviera todo perfectamente simétrico.—¿Podrías ir y buscar algunas plumas y tinta de calamar para mi porfavor? 

La expresión de felicidad en el rostro del pelinegro fue encantadora, parecía un niño emocionado al abrir un regalo en Navidad. Asintió y se dispuso a buscar las plumas y la tinta de calamar que la anciana necesitaba.

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Luego de disfrutar de una entretenida caza de pollos y calamares, Vegetta decidió que era hora de regresar. Le encantaba la sensación de saltar sobre presas en su forma bestia, lo cual no significaba que no fuera un hábil cazador en su forma humana; sin embargo, la transformación le hacía sentir una libertad especial.

Mientras caminaba de regreso a la biblioteca con una bolsa que contenía los objetos que Merlin le había encargado, de repente percibió un olor desagradable, un aroma a hierbas secas del bosque que reconocío de inmediato con pesar. En un instante, detuvo su paso y se puso en guardia, emitiendo un gruñido amenazante hacia el individuo que tenía frente a él.

—Doblas —mencionó, refiriéndose al hombre de ojos verdes y cabello castaño que le dedicaba una sonrisa de oreja a oreja mientras se apoyaba en una de las paredes de piedra en la aldea.

-De luque...

MANADA (RUBEGETTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora