Úrsula

224 8 4
                                    

-Puta maleta.-dijé enfadada

-Hija... Ya sabes lo que opino de que te vayas, ¿verdad?

-Mamá-dije depositándola un beso en la frente- ya sabes lo que opino yo de quedarme, ¿verdad?

Mi madre sonrió con tristeza y se marchó. En cierto modo me da pena irme y dejar a mi madre y a mi hermano aquí, sin mi compañía, pero es que este último año ha sido muy duro: estudios, éxamenes, mudanzas, Raúl... Y hombre, digo yo, que un año sabático tampoco está tan mal, ¿no?

Italia, sonaba tan... atractivo. Tendría total y completa libertad para hacer en cada momento lo que a mi me viniese en gana, tendría cerca a una "amiga", que creo que se llama  Esther, para encontrar piso y trabajo... ¿Qué podría salir mal? Claro que, cada vez que me planteo esta pregunta se me ocurren un millón de cosas que podrían salir mal, y otro millón de gilipolleces que es imposible que ocurran, pero me meten miedo, y hacen que me plantee si realmente es bueno que me marche. Pero la decisión estaba ya tomada, y la maleta casi terminada. 

Me tiré sobre mi cama, y busqué mi Iphone, lo desbloqueé y mire el grupo de "PEQUEÑAS MENTIROSAS".

Ali 20:01 "Qudan exactamen 20 horas para que la coneja se nos vaya de Madrid"

Pink 20:01 "Alicia, deja de acosar, que da mucho miedito..."

Emma 20:02 "En tres cuartos de hora en nuestro bareto de Gran Vía, ¿no chicas?

Ali 20:02 "Si quereis por mi antes, que ya estoy lista"

Escribí un mensaje:

"En media hora quedamos en la tienda de movistar de Gran Vía, y espero que me hayais preparado una fiesta o algo, ¡eh!"

Cerré el whatsapp, conecté el Iphone a los altavoces y pusé mi lista de reproducción, Pablo Alborán y Dani Martín serían los que me acompañarían en lo que me iba arreglando. Abrí mi armario, y de la poca ropa que quedaba en el, cogí unos vaqueros claritos bien ceñidos, una blusa azul claro, unas sandalias doradas y una chaqueta vaquera. Me pinté los labios de un rosa claro, pero vistoso, y me pinté la raya de arriba, me miré al espejo, me retoqué el pelo y salí del mi cuarto. Al salir una cosita adorable me agarró de la pierna, lo cogí en brazos:

-Xavier, deberías estar en la cuna- dije mientars le daba un besito en la frente-¿quieres que te acueste?

Fui a su habitación, le tumbé, le puse al lado a Perri, su perrito de peluche, le apagué la luz y cerré la puerta de su cuarto. 

Un ratillo más tarde ya me había despedido de mi madre, había revisado que llevaba todo en el bolso, y salía de mi casa con destino a Gran Vía... Quien me iba a decir, que 20 horas más tarde mi destino sería Roma.

Cartas de amor a RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora