Universidad

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-Eric, le traigo las cartas.

~Como hace cuatro meses ~ pienso enfadada.

-Te he dicho mil veces que llames al entrar.

-Te he respondido otras mil que no eres mi jefe ni un superior, que no mereces ese trato de distinción.

-Dejalas y marchate.

-¿Sobre la mesa?

-No, si te parece en el suelo.

-Anda y vete a tomar por culo Eric. Te recuerdo que la que debería estar enfadada soy yo.

Portazo y salgo del despacho. En mal momento se metió en mi vida, en mal momento me enamoré de él...

(...).                 (...).                  (...).      
Hace ocho meses, tres días y media hora; en un parque de Roma.

-Te quiero.

-Te quiero.

Silencio, miradas de complicidad.

-Te quiero.

-Te qui...

-Hombre, hola pareja.

-Marco.-dijo Eric indiferente.

-Tan amable como siempre.

-Marco, si vienes para esto, puedes irte por donde has venido.

-Verás la cosa está en que quiero hablar contigo.

-¿Conmigo?

-Pues... Pues si... Verás estoy enamorado de ti, de tus ojos de tus labios, de tu olor, de tu presencia, de la sensación que me dejas cuando te veo.

-Pero tu eres gilipollas...

Eric se levanta y le suelta un puñetazo, haciendo que Marco caiga redondo al suelo. Eric se ensaña con él, que continúa tirado en el suelo.

-¡Basta! ¡Por Dios, basta! ¡Lo vas a matar! -grité llorando.

-¿Le defiendes?

-No, solo digo que dejes de pegarle. Por favor, para ya.

-No te entiendo...

-Eric... No hay nada que entender, márchate y hablamos luego.

-Te... ¿Te vas a quedar sola con este?

-Le voy a llevar a urgencias, le sangra el oído, no es buena señal.

-No.

-¿No?

-Si...

-¡Eric, aclarate de una puta vez! ¿Qué quieres decir?

-Que si te quedas con él te olvides de mi.

-Ni se te ocurra hacerme chantaje... ¡Me oyes! A mi eso no...

-Pues ya está todo dicho entonces.

Y se va, veo como se va el chico con el que sueño cada noche, el dueño de mis labios, el culpable de mi bienestar, mi mejor amigo, mi novio...

-¡Eric!- grito llorando desesperada.

No me oye, o no me escucha.

Me agacho y me ocupo de Marco con el alma desgarrada.

-¿Dónde te duele?

-Al...-tose escupiendo un poco de sangre que tenía en el labio- al menos... Ya estas sola...

Me quedo pensando las palabras de este mal nacido.

-Marco, que te den por el culo.

Cojo mi bolso y me voy a marchar cuando oigo que Marco me llama.

-¿No me llevas al médico?

Me giro, voy a su lado, le doy una patada en la tripa (ya que seguía tirado en el suelo) y le escupo.

Cartas de amor a RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora