Cartas de amor a Roma

Esther

-Mamá, no me hagas esto más difícil.-dije quitándome una lágrima que iba a caer.
-Perdóname hija... Pero es que...
La di un beso en la frente, y cogí a Xavier.
-Y este niño tan bonito... ¿Me vas a echar de menos? Porque yo a tí si...
Les dí mil millones de besos a cada uno, y me marché rumbo al avión, rumbo a una aventura.

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Hace 12 años, en un pisito cerca de Gran Vía...
-¡Mamá!¡Mami!
-Cariño... Cielo, ya estoy aquí.¿Qué pasa?
-Era el mismo niño de siempre, me perseguía... -comenzé a llorar, y me abrazé a mi mamá para que me protegiera.
-Solo un mal sueño, hija. Vuelve a dormir.

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Mientras tanto, 12 años más tarde, en un aeropuerto de Roma...
-Mira que llevo bien el idioma, ¡pero que rápido hablan!¡Parece que se les va la vida en hablar rápido!-dije malhumorada cogiendo mi maleta de 30 kilos yo solita.
Salí de la zona de recogida de maletas y me puse a buscar a Esther, pero su descripción... Digamos que es un tanto pobre: chica de estatura media, pelo castaño con californianas rubias, ojos marrones... Como buscar una maldita aguja en un pajar.
-¡Tres tristes tigres comían trigo en un trigal!
Me giré para ver a la chica que gritaba eso, y vi que sostenía un cartel en el que ponía: "Úrsula, la española madrileña".
-Hola, me llamo Úrsula y soy la española madrileña.-dije con una sonrisa- Por cierto, original forma de llamar mi atención.
-Hola-dijo dándome dos besos- yo soy Esther, la española malagueña.