El Mundo.

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Capítulo uno. 

El mundo. Un lugar demaciado enorme para que nosotros los simples mortales podamos siquiera comprender su magnitud. Somos fragmentos diminutos de un planeta que ofrece más de lo que podriamos conocer. Existen maravillas, maravillas como la magia.

Pocos mundanos podemos verla, solo algunos podemos descifrar a las cuatro grandes razas que habitan la tierra junto a nosotros. ¿Qué? ¿Creían que la tierra solo abarcaba el océano y los continentes poblados de humanos poco inteligentes que no pueden ver más allá de sus narices? Amigos míos... Están muy equivocados...

Déjenme contarles una historia...

Hace muchos siglos -tantos que ni los números, ni mi memoria me ayudan a contarlos- una diosa decidió crear cuatro potentes reinos y a sus respectivos gobernantes. Los astutos ángeles, los imponentes demonios, los poderosos magos y los humanos. Al no tener poderes el gobernante de estos últimos, la diosa decidió compartir una parte de su poder con él. Así se enamoraron y decidieron seguir juntos hasta un horrible accidente

Darle magia a uno de los grandes jefes que carecía completamente de esta, mis queridos amigos, fue uno de los peores errores que la diosa pudo cometer. El humano al sentir la adrenalina de la magia quiso probar cosas nuevas, alcanzando la temible y peligrosa magia oscura. El poder y el odio -producto de su mortalidad- recorriendo su cuerpo no hizo más que corromperlo desatando así un gran desastre en los cuatro reinos. Guerras, caos, oscuridad, cadáveres y sombras provenientes del mismísimo e intocable Limbo rondaban lo que, en ese entonces, era un mundo devastador.

La diosa y sus compañeros pudieron actuar rápido y detener al jefe de los mundanos. Revitalizaron la tierra y solucionaron las guerras. Todo marchaba bien, la diosa estaba casi en paz...

Casi, debido a que el segundo error, cometido esta vez junto a su amada expareja ya consumida por las sombras... estaba por nacer. Un arma de doble filo, que mal cuidada podría destruir mundos y asesinar a millones de personas, pero que en las manos adecuadas podría ser una humana normal.

Y es de esa pequeña niña de cabello anaranjado y ojos verde lima de quien les vengo a hablar en esta historia. El posible futuro de los cuatro reinos, o la destrucción de los mismos. La manifestación personificada de la maldad recae ahora sobre los hombros de una joven que por nombre trae-

-¡NAOMI, DESPIERTA! -Gritó una chica de pelo colorado en la oreja de su amiga.

-Ahg... Sae... apaga esa cosa... -Se quejó Naomi dandose vuelta en su cama al oir el rutinario despertador que su mejor amiga Saeko traía por voz.

- ¿Apagar? ¡Ni siquiera es un despertador! ¡Soy yo!

-Entonces apágate, linda... -La miró unos segundos y volvió a taparse para dormir.

-Ya tenemos que salir, ¡arriba! -Saeko le sacó la manta y la despeinada chica de cabello naranja cayó de la cama.- Zack nos pasa a buscar en menos de 15 minutos. Te dije que no te quedaras hasta tarde jugando. -Nao se quedó boca abajo en el suelo y el único movimiento que realizó fue el de volver a taparse pero con una almohada grande además de ponerse la capucha de su pijama de oso panda.

- ¿Y qué esperabas que hiciera? El estúpido del vecino estuvo gritando toda la madrugada, me tuve que poner a jugar para no escucharlo... Se nota que se toma en serio la partida, hasta me recuerda al idiota con el que juego normalmente. Tan serio -Entrecerró los ojos para luego cerrarlos completamente.

Su regreso al mundo de los sueños no duró mucho, la joven de cabello rojizo movió su mano haciendo que una fuerza la levantara de golpe y le sacara los almohadones. Naomi se quedó parada aún medio somnolienta sin terminar de entender lo que acababa de suceder. "¿Acabas de...?" Saeko no le dió tiempo de completar su oración ya que la envió a cambiarse y desayunar.

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