Grandeza.

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Capítulo cuatro.

-¿Qué está pasando...? -Habló Naomi observando el lugar completamente negro en donde se encontraba. El vacío del universo parecía haber caído justo sobre ella. Giró sobre si misma hasta que vio una luz flotar frente a ella. Empezó a nadar en el aire para seguirla, no podía encontrar el suelo al intentar tocarlo con los pies.

Siguió la luz por largo rato hasta llegar a un puente en medio de absolutamente nada. En él había un joven algo alto de negro cabello y tatuajes de dragones rodeando su cuello y brazos. La miró con sus ojos color verde agua y se quedaron observandose durante algunos segundos.

Nao se paro en la barandilla del puente mirándolo como si intentara reconocerlo.- ¿Alexander? -Dijo finalmente y él sonrió de lado.

-Hola... -Habló suave y con tranquilidad.- Perdona, sé que hace mucho no vengo aquí... Pero la Diosa quiere verte... Me enviaron a buscarte.

-¿Qué haces aquí, Rami? -Se quedó pensando.- Perdí el control, ¿Verdad...? -Suspiró. Rami  asintió cerrando los ojos.- ¿A dónde debo ir?

-Tienes que estar en el juzgado a las seis. Si no quizás te pongan un castigo peor. -La miró cerrar los ojos con amargura y pesadez.- Mira el lado positivo, hace años que no nos vemos. -Rió.- Te veo allá fea.

-Ja... nos vemos... -Lo miró la chica y Alexander chasqueó los dedos haciendo que desapareciera.

Naomi abrió los ojos de golpe y se sentó agarrándose la cabeza con dolor. Miró a su alrededor, estaba en casa. Agarró su celular y miró la hora. Martes, 16:30. Con pesadez se levantó y salió en silencio de su cuarto quedandose en el pasillo al escuchar a sus amigos hablar en la sala.

-Estoy segura de que esa maldita habló con la Diosa. No tengo dudas  de que lo hizo. -Se escuchó la voz de Saeko la cual sonaba molesta y nerviosa. Caminaba de un lado a otro mientras tenía puesto una remera con la espalda descubierta dejando ver la enorme herida que la sombra le había hecho más temprano.

-No veo cuál sería el problema... -Habló Zack.- Tenemos pruebas de que nos atacó. ¡Miyo aún no supera tener la cabeza en ese tacho de basura! -Señaló a Alex tapado con una manta y tomando de una taza de té mientras temblaba con la mirada perdida.

-El problema es que es la hija de la jefa del clan de los demonios... -Dijo Giovan.- Lo leí hace poco en un libro que Sae me prestó. Cada uno de los jefes tiene un hijo o una hija. Toriko debe ser el del ángel Simón. Discord es hijo de Blemia, una demonio. El humano que está ahora no tiene hijos y la hechicera Sorciére tiene un hijo varón.

-Ramiro Alexander Mandragon... -Habló la más joven con la voz ronca mientras seguía en el pasillo. La miraron algo confundidos pero aliviados al verla despierta y consciente.- Estuvo en mi sueño hace un rato... Dijo que quieren verme en el juzgado o el castigo por golpear a la perra esa será peor...

-¿En el juzgado? -Z la miró y luego a Giovan el cual empezó a explicarle sobre un enorme lugar en el que se reunen los jefes de las cuatro grandes razas. Está ubicado en un gran templo.

El mundo se rige por reglas... Reglas controladas por los cinco seres superiores a cualquier persona que te puedas imaginar. Creanme, a nadie le gustaría estar ahí. Es el lugar más aterrador de todo el universo, por una simple razón. Si estás ahí, es porque o moriste y te están buscando una nueva vida, o porque cometiste un crimen que involucra a otras razas, y deben castigarte por ello.

-Yo golpeé a la hija de Blemia. Mi madre no tendrá ni un poco de consideración, probablemente hasta crea que yo empecé la pelea. Así que me prepararé para limpiar el palacio por toda la eternidad... Me voy a cambiar... tenemos que salir en un rato... -Habló seria y regresó al pasillo tambaleándose un poco aún mareada por la sangre que había perdido. Zack la siguió algo preocupado. Nao se sacó la remera y el la abrazó curando un poco más sus heridas con magia.

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