Leucemia mieloide crónica en fase de crisis blástica.
Es el diagnóstico que el oncólogo, junto a su grupo de especialistas, sospecha desde un principio. Louis no entiende con precisión los términos médicos que utiliza, pero según la explicación de los doctores, se trata de cáncer en la sangre, que se origina por una mutación de cromosomas dentro de la médula ósea. Básicamente las afecciones en la información genética hace que las células de tipo mieloide con esta mutación se vuelvan inmortales y proliferen exponencialmente, como resultado, la célula mieloide de Harry deja de producir células rojas, plaquetas y células del sistema inmune, y además empieza a robarle nutrientes a las células de tipo linfoide, afectando de igual forma los linfocitos B y T. El cáncer de Harry, sin embargo, está en fase de crisis blástica, lo que supone una producción desmedida de glóbulos blancos blásticos (inmaduros) que debido a su cantidad migran hacia todos los ganglios linfáticos, desplazando a las células habituales que están allí cumpliendo su función.
El médico le explica detalladamente cómo es que esta patología deteriora la calidad de vida de Harry.
Síntomas como debilidad y fatiga se le atribuyen a la anemia, consecuencia del cáncer, pérdida de peso debido a la alta producción de células en su médula ósea, junto con fiebre e infecciones frecuentes y bruscas porque ya no está produciendo células sanas del sistema inmune. Falta de apetito. Hinchazón molesta y dolorosa en los ganglios linfáticos por la absurda cantidad de glóbulos blancos almacenados allí. La falta de aire puesto que las células rojas no transportan el oxígeno adecuado. Debilidad muscular y un dolor difícil de tratar en articulaciones y huesos, esto por todas las células que están reproduciéndose justamente en la parte central de su esqueleto. Además de síntomas como sangrado por encías, nariz, ojos. Sudores nocturnos. Frecuentes moratones de gran tamaño, sin coagulación. Petequias. Depresión. Todo lo que daña a Harry y de lo que Louis no tiene nimio control.
Sus pies fríos se encogen sobre si mismos, mientras su cuerpo se acurruca con insistencia contra el suéter de Harry. Louis puede sentir su perfume danzar alrededor de su nariz, impregnado en la cálida tela que lo abriga y protege de la gélida madrugada.
Las persianas de la habitación están lo suficientemente abiertas para ofrecerle a Louis un amplio panorama del cielo azul. Es un azul melancólico, si Louis lo mira objetivamente, puesto que nada tiene que ver con su propia tristeza desoladora ¿verdad? Es simplemente una madrugada que se proyecta en una gama de azules sobrios esparcidos estratégicamente en la inmensidad del cielo.
Y es realmente nostálgico, y algo deprimente, si lo piensa con exactitud. Estar allí, paralizado por un profundo sentimiento de dolor que no puede expresar, estar allí apresado por un futuro incierto que lo mantiene doblegado a la espera de que suceda un milagro que lo absuelva de esta condena, a la espera de que se le sea otorgada una segunda oportunidad, o que en el peor de los casos, el más mínimo fragmento de quiebre se lleve consigo toda una vida.
Por otro lado, Louis no puede evitar pensar que es verdaderamente paradójico de forma trágica su situación actual, mientras sus oídos interceptan el ruido de algo tan banal como lo es el despertar de una ciudad, los primeros brotes de las masas que empiezan a movilizarse, y a tomar su lugar en el mundo, se hacen escuchar en un interminable eco que se expande en su cabeza sin restricciones. Sin embargo, Louis puede interpretar ese comportamiento como una muestra de indiferencia e ignorancia ante lo que está atravesando ahora mismo realmente, para él significa que nadie se detiene aunque su mundo se esté cayendo pedazo por pedazo hacia un barranco sin fin. Y en el gran panorama de las cosas, parece insignificante el torbellino de dolor y sufrimiento que padece Harry diariamente en una fría e insípida cama hospitalaria.
Y Harry está allí, pero no debería. Él realmente no debería. Por breves segundos Louis se permite imaginar una realidad alterna, una realidad en la que su vida habría seguido siendo la misma, sin variaciones abruptas que pusieran en riesgo lo que siempre ha conocido.
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Dame una razón para vivir.
Hayran KurguSiento en mis venas, en mi piel, y en mis huesos que estoy perdiendote a ti, a mi. Estás maltratando cada razón que tengo para vivir.