Capítulo IV Cambio de planes

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Otra vez a la maldita escuela, no puedo creer que apenas sea martes. Lo peor de todo es que me desvele por leer el estúpido diario de Yuna y ahora voy con más ojeras que ganas de vivir.

Lo único bueno de mi mañana es aquella chica sonriente, que viene de coletas con el uniforme escolar y por la que espere en la entrada de la escuela.

No comparto clases con Yerin, entonces los únicos momentos en los que la puedo ver en la escuela son: a la hora de la entrada, en el receso y a la salida en la biblioteca.

—Hola, sinb-ah ¿cómo amaneciste? —pregunta mi novia mientras me acaricia la cara.

—Con ganas de golpear a alguien, pero ya estoy mejor ahora que te veo— le susurré con ternura y ella se sonrojo.

Al sonar la campana de inicio de clases entramos y cada una se fue para su salón.

En el receso me dirigí al lugar que ya teníamos apartado mis amigos y yo.

—Hola sangrona, hasta que te dignas en venir —dijo mi irritante amigo Baekhyun, que ya estaba sentado junto a mi novia y nuestro amigo Suho.

— ¡Hola Yerinnie, Suhonnie! ¿Qué tal sus clases? —Les pregunte ignorando olímpicamente a Byun.

—Ya vas a empezar ¡No me ignores pedazo de estúpida!

—¿Uh? ¡Oh disculpa! Chicos, levántense que el tipo del aseo ya llegó a limpiar la mesa, lo lamento joven ya nos vamos —dije viendo a Baek.

—Eres una maldita

—Tú maldito y medio

—Tú maldita y tres cuartos

— ¿Qué trajiste de comer Yerin? —Escuche como Suho le preguntaba a mi novia, ignorando mi infantil pelea con Baekhyun.

Baekhyun y Suho son mis únicos amigos de verdad.

Los conozco desde primer año de preparatoria, ahora voy en último y puedo decir con seguridad que confió plenamente en ellos pero aun así no saben de mi romance con Yerin. El miedo a su rechazo nos atemoriza demasiado.

Terminando el receso todos nos despedimos y nos fuimos a nuestros salones a continuar con las clases. Yo solo esperaba que la campana de salida sonara para correr a los brazos de mi novia.

Cuando por fin sucedió me dirigí al lugar en el que Yerin ya me esperaba.

Ya dentro de la biblioteca, lo primero que hice fue tomar las mejillas de mi novia y darle un casto beso en los labios.

—No sabes cuantas ganas tenía de besarte.

—Fue porque ayer no pasamos mucho tiempo juntas —contestó Yerin con un puchero en los labios.

—Lo bueno es que ya estamos aquí otra vez —me acerque lentamente a mi novia, la tome de la cintura para ponerla sobre la puerta de la biblioteca y besarla de manera profunda.

Ella succionó mi labio inferior mientras yo metía mis manos dentro de su suéter para acariciar suavemente sus costados, ella puso sus brazos sobre mi cuello acercándome más, volviendo intenso nuestro beso.

—Por cierto, ¿qué te dijeron los bibliotecarios cuando entregaste el libro? —preguntó Yerin, rompiendo nuestro beso pero manteniendo sus brazos sobre mis hombros mientras yo seguía sujetándola por la cintura.

—En realidad no mucho... Solo gracias ¿supongo? —respondí tocándome el cuello con la mano y apartándome de nuestro abrazo. 

Sabía que mentirle a mi novia no era bueno pero hubo un cambio de planes: Me quedaría con el diario.

No le puedo decir nada a Yerin porque comenzarían las preguntas como "porqué aun lo tienes?" cuando ni siquiera yo lo sé, no es que fuera tan importante ese maldito libro ¿o sí? Simplemente me ganó la curiosidad.  

Además que hasta ahora ninguna Yuna a venido a reclamar nada, así que si yo quiero quedarme ese estúpido diario me lo voy quedar.

—Amor ¿estás bien? 

—Sí, perdón. Me quedé pensando en las tareas que tengo —le mentí a mi novia.

—¿Hoy también te quieres ir temprano? —me preguntó Yerin con notable tristeza.

No le respondí. Me senté en el suelo mientras sujetaba su brazo para que hiciera lo mismo que yo, pero la tome de la cintura obligandola a sentarse sobre mi regazo de manera que quedará de frente con sus piernas a cada lado de mí.   

—¿Esto responde a tu pregunta? —fue lo último que dije antes de besarle el cuello lentamente hasta llegar a sus labios.

—Tal vez —contestó y nos besamos.

Después de estar en la biblioteca por más de dos horas creímos que ya era momento de irnos, tomamos nuestras cosas, cerré la biblioteca con llave y caminamos hacia la casa de Yerin.

—¡Hola Sinb! ¿qué tal la escuela? —me preguntó la mamá de Yerin cuando llegamos a su casa.

Ella y el señor Jung me dicen Sinb porque han escuchado demasiadas veces a su hija llamándome de esa manera y pensaron que ese era mi nombre real. Mis suegros dan ternura.

—¿Te quedas a comer hija?

—Quisiera, pero tengo mucha tarea, tal vez mañana.

—¡Maldita mentirosa! —me dije mentalmente. Yo sabía que me quería ir para seguir leyendo el estúpido diario porque me encanta el chisme. 

Me despedí de ambas con una reverencia y me fui. Aunque quería besar a mi novia antes de irme no podía por obvias razones.

Ya en la casa, ni bien llegue a mi cuarto tire todos los libros de mi mochila sobre la cama para sacar el diario de Yuna,  mi instinto gay me dice que entre ella y Yewon podría pasar algo y pienso averiguarlo.

Al leer las primeras lineas del diario descarté esa idea.

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Estúpido diario como te conté, mi plan era visitar a Yewon a la casa de sus abuelos y regalarle algo como agradecimiento por su amistad, pero las cosas no sucedieron como imaginaba.

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¿Y ahora qué diablos hiciste Yuna?

Por favor, guarda el secreto por mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora