Capítulo 7: Qué ideas tienes

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¿Hay algo más ridículo que robarle la gata a un vecino? Sí, tener que devolvérsela. Pero ese día los García se habían convertido en los Flanders y estaban dispuestos a ayudarme. Todos menos mi madre, claro, que se había tomado una pastilla para la alergia que le había provocado dormir en la misma cama en la que Thais se había estado revolcando. Se encerró en su habitación y de ahí no quiso salir hasta que parara de toser. 

Era evidente que mi madre estaba de mal humor, más que de costumbre. "¡Como vuelva a escuchar la canción de 'Resistiré' os juro a todos que cojo la puerta y me voy!", le oí decir, a lo que mi padre le contestó: "¿Y qué culpa tenemos nosotros de que pongan la canción todos los vecinos?". Pero ella no quería entender que la canción se había convertido en un himno como lo eran las canciones de Rozalén en el Día de la Paz del colegio, y que no podíamos ir a casa de la gente a quitarla.

Después de la hora del aplauso, mi padre y yo nos quedamos un rato más en el balcón, con Thais en mis brazos, más calmada que de costumbre.

MI PADRE: ¡Indalecio! Mira lo que tiene Laura por aquí.

Indalecio obedeció y miró hacia nuestro balcón. Cuando me vio, abrió los ojos de la sorpresa.

YO: Hola... Sí. Es Thais. Resulta que...

MI PADRE: ... Que se la encontró ayer aquí en el balcón.

Indalecio y yo estábamos súper asombrados.

INDALECIO: ¿Qué me dices?

MI PADRE: Sí. Aquí estaba la gata. Y a la chiquilla le hacía ilusión jugar con ella, así que pensamos que ya te avisábamos hoy de que la habíamos encontrado.

INDALECIO: ¡Menos mal! Mi pobre Thais, pensaba que le había pasado algo.

Por si no me sintiese lo suficientemente mal, Indalecio acababa de arreglarlo. Sí, he vuelto a ser irónica. Al reencontrarse con SU gata, Indalecio parecía un abuelito feliz y no un señor que ve el fútbol. Sí, SU gata. Porque, aunque no mostrase mucho amor por ella en público, la quería. Mi madre tampoco es tan cariñosa como la madre de Carmen Soriano y no por ello la gente piensa que no me quiere. (¿O sí?)

INDALECIO: Pues sabiendo que ahora salta de balcón en balcón, tendré que llevar más cuidado con esta gata tan bandarra. Eso sí, si te aburres y quieres jugar con ella solo tienes que pedírmelo.

Si buscaba "bondad" en el diccionario seguro que aparecía la cara arrugada de Indalecio. Mi padre me debió ver tan hundida que decidió tener uno de esos momentos padre-hija de las películas americanas.

MI PADRE: Yo ya sabía que tenías a Thais.

YO: ¿En serio?

MI PADRE: Desaparece la gata. Macarena nos dice que le han caído trozos de caca a su balcón. Tu madre empieza a tener alergia. No hace falta ser Sherlock Holmes.

YO: Pues también es verdad.

Mi padre empezó a reír. Me dijo que entendía que estuviese harta de estar encerrada, que él no se imaginaba siendo un niño de cuarentena. Pero también me dijo que lo que había hecho estaba muy mal. Yo intenté defenderme diciendo que ocultar la verdad no es lo mismo que mentir, pero se puso y serio y dijo: "No hagas lo que haces siempre".

Mi padre se refería a esa capacidad que tenía de darle la vuelta a la tortilla. En esta ocasión solo podía hacer una cosa: aceptar que tenía que estar castigada sin la tablet y sin la Nintendo. Bueno, tampoco estaba tan mal. En mi casa no se han enterado todavía que no me muero por los videojuegos, pero a veces finjo que sí para ponérselo fácil a mis padres a la hora de los castigos. A mí mientras no me quiten 'Las chicas del cable'...

Encerrada con los GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora