Capitulo 7

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Había cumplido los 18 años cuando me trajo a esta casa, yo sabia que no había podido conseguir algo mejor pero en verdad que eso no me importaba, lo único que quería era estar con él, adorarlo, verlo tan sereno y dulce. Era el mejor regalo de toda mi vida. Ese día fue el último de todas sus palabras, el último día en el que me obsequio una rosa junto a un alcatraz, el último día cuando me beso y lo sentí con afecto y no con desprecio.

Mis labios tenía un color carmesí, sabia que le gustaba verme de esa manera, llevaba un pequeño conjunto de colores a cuadros, mi cabello castaño era hermoso en ese entonces, caía como un delicioso popurrí por mi espalada desnuda, mis manos acariciaban su espalada mientras que cerraba los ojos dejándose llevar por el placer, no podía saberlo exactamente pero sentía mis ojos destellar algo que ahora ya no pasa, esa noche durmió conmigo, acompañando mis suspiros con su respiración superficial, me tenia embelesada con todo lo que me había dibujado, lo que no podía sospechar es que hasta en la mejor pintura los trazos salen dispersos.

La noche en que me golpeo por primera vez fue...horrible.

Él había llegado un poco antes del trabajo, y me encontró con el móvil en la mano, mamá había llamado para pedirme que regrese, que era la última oportunidad que papá me daría para volver con ellos. Le traté de explicar lo que mamá me pedía pero fue inútil.

Te amo para siempre

Una de sus manos se abrió de una forma en la que no había reconocido, su rostro estaba rojo de la ira y sus ojos desorbitados me daban escalofríos. De una manera exasperante dejo caer su mano en mi mejilla produciendo un ardor atemorizante, me tomó del cabello y me acerco hasta su rostro que me escupía con dolores y maldiciones. Después de aquello nuevamente su mano mostró una forma desconocida para mi, un puño se alzaba un poco más arriba de su cabeza y mientras tomaba vuelo sentía el aire desaparecer de mi cuerpo, su fuerza me dejo tirada en el piso helado, mis ambos brazos se enrollaban cubriendo la parte afectada de mi cuerpo: mi ombligo. Mis ojos parecían espejar escenas en las que el hombre de mis sueños me miraba dulcemente y dejaba caer sus labios encima de los míos, el dolor se incrementaba en cada intento por respirar mientras que todas las excusas se juntaban en mi cabeza: lo hace por amor. Tiene miedo de perderme porque me ama.

Realmente te amo para siempre.

ULTRAVIOLENCE Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora