[ Epílogo ]

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Vale la pena amar.

Así que hazlo, ama como nunca; no esperes a que la vida se vaya y sea tarde.

Elige bien y ama.

[ Iguro Obanai ]

Sanemi se inclina para besarme de nuevo, tirando de mí hacia él mientras se apresura hacia el coche y se estira para abrir mi puerta antes de tomar sus labios junto a los míos

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Sanemi se inclina para besarme de nuevo, tirando de mí hacia él mientras se apresura hacia el coche y se estira para abrir mi puerta antes de tomar sus labios junto a los míos. Me deslizo cuidadosamente en mi asiento, apoyando las manos en mi vientre cuando cierra la puerta. Mientras nos dirigimos a la heladería, le digo a Sanemi que me interesa el tratar de abrir mi propia clínica. Él piensa que es una brillante idea y se compromete a ayudar en todo lo que pueda. La heladería a la que vamos tiene estacionamiento para autos. Ya que vamos a llevar helados diferentes para su familia, lo usamos. Sanemi escoge tres sabores: Vainilla cremosa para su madre, chocolate y frambuesa para mí, y menta chocolate chip para él mismo y Genya, y yo escogo fresa y napolitano para sus hermanos y hermanas menores.

Nos dan nuestro pedido, y considero comenzar de
inmediato pero supongo que puedo esperar hasta que regresemos a la casa de su familia. Comer helado en lugar en la piscina es un placer culpable que todos disfrutamos. Por la tarde, cuando nos vamos a casa, Sanemi me mira con picardía. Mi estómago da un vuelco. ¿Por qué estoy tan nerviosa de repente?
Me sentía tan confiada anteriormente en el coche. Puedo decir que él está tratando de averiguar lo que quiero hacer.
¿Por qué estoy aún nerviosa?
Lo deseo, y sé que él me desea también. Me levanto y extiendo mi mano hacia él.
Sanemi me jala a su regazo, con sus manos moldeando mis caderas, me besa con avidez como si mis labios fueran el único alivio posible para su hambre. Enredo mis dedos en su pelo, jadeando cuando él me levanta y me lleva por la puerta trasera y por el patio a nuestra casa.
—Yo... puedo... caminar—suspiro entre besos.
Sus labios se mueven a mi cuello a medida que responde.
—No importa.

Él empuja la puerta de nuestra habitación abriéndola con el pie y la patea cerrando detrás de nosotros. Reclamando mi boca una vez más, me acomoda en la cama.
Jalo su camisa, y deteniendose por un momento, él se la quita. Se acuesta a mi lado, tirando de mí encima de él.

Nuestra ropa se desprende y amontona en el suelo junto a la cama en un momento. Me siento tímida. Había estado tan oscuro en el auto la noche anterior. Esto se siente más íntimo, como que no hay parte de mí que pueda ocultar. Sanemi se toma su tiempo explorando cada curva de mi.
—Tan hermosa.—Me dice entre suaves besos por toda mi cara.
—Esto ni siquiera parece real.
—Es muy real.—Se mueve para besar la parte superior de mis hombros.
—Demasiado bueno para ser real.
—No. Es la cantidad correcta de bueno y muy real.
—Eres tan lindo.
—Y tú eres estupenda.

No se apresuren, habrá un epílogo de Iguro

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No se apresuren, habrá un epílogo de Iguro.

El Murmullo De Los ÁrbolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora