CAPITULO 2

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Sin darme cuenta los días se fueron volando. Las cosas no habían sido tan difíciles, el acoplamiento con kacchan había sido sencillo y abrumadoramente normal para mí, ya que en tan solo pocos días mi vida había cambiado drásticamente. Mis mañanas se volvieron ruidosas, desde salir a correr con un rubio gritándome hasta después de volver del trabajo con un Bakugo enojado regañándome por mi aspecto. Noches pacificas ¿Quién te conoce?

Mi despensa ya no se encontraba vacía y ahora era el doble de comida, no mentiría al decir que kacchan me estafaba, pero por dentro me emocionaba el ser recibido por un Bakugo preocupado por mi (aunque no le gustase admitirlo) era una vista que hacía vibrar todo mi sistema y descolocaba mi equilibrio. Un kacchan esperando por mi regreso con comida casera recién hecha y no los bentos que me había acostumbrado a comer cuando ya no tenía energía para cocinar me daban esperanzas, así a como las daba, ya tenía que matarlas.

Era acogedor regresar a mi departamento y no encontrarlo solitario. Incluso le había instalado un escritorio viejo que tenía a kacchan en su cuarto.

Mi rutina se volvía más amena y acogedora, desde desayunar y cenar con kacchan el ambiente era agradable, pero una vez las cosas quedaban en silencio el ambiente era incómodo.

Lo sabía, y aun así quería posponerlo tan tarde como fuese posible, y por dentro sabía que Bakugo también se aguantaba. Me comía las noches cuando olía el aroma dulce de kacchan llegar desde su habitación a la mía. Había un asunto que yo no quería tocar, no quería saber la verdad, pero tarde o temprano llegaría a su límite.

Hoy era uno de esos días, donde el silencio reinaba mientras cenábamos y yo me sentía pesado, abrumado del silencio. La presión de tener que decir algo pero a la vez de no poder decir nada me mantenía callado cada vez que comía con kacchan, yo no hablaba, el no decía nada, ambos estábamos bien. Ya debería de haber aprendido.

Yo no quería hablar porque mi corazón no quería hablar.

Y los días pasaron.

Un viernes que la ciudad se encontraba más pacifica pude regresar a casa temprano, y mientras caminaba sentí una opresión en mi pecho, era un malestar que me apresaba por completo llevándose mi respiración y la imagen del rubio se me vino de repente. La preocupación me inundo y mis piernas empezaron a correr, no sabía de donde provenían estas emociones, pero desque que kacchan había llegado a mi vida me sentía siempre en una montaña rusa.

Me faltaba la respiración cuando por fin llegue a la puerta de mi apartamento, tomar las escaleras en vez del ascensor no es buena idea. Estaba ansioso, quería ver al cenizo, saber que estaba bien.

Al abrir mi puerta sentí el dulce aroma a caramelo llegar desde la cocina, me quite los zapatos y camine directo hacia ella, viendo a Bakugo con un delantal cocinar, mi preocupación bajo.

- Estoy en casa, kacchan – hable no muy alto como para molestarlo.

- Ya te vi, cara de culo. Ve a bañarte, apestas – dijo sin voltearme a ver.

Si me ofendí por lo que dijo, yo NO tenía cara de culo.

Me fui directo a la ducha. Bakugo estaba ahí y estaba bien, aun así, la angustia no desapareció, y yo me preocupe por qué estaba pasando conmigo.

Esa noche, las cosas se salieron de control. La bomba explotó.

Mientras cenábamos algo tiro de mi salvajemente haciéndome abrir mi boca, ojalá no la hubiera abierto.

- ¿Últimamente has salido mucho, no es así, kacchan? – solté para hacer algo de conversación.

- Ah. – fue lo único que dijo haciendo el ambiente más incómodo.

"EL TIEMPO REGRESA" [DEKUKATSU OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora