"EL TIEMPO REGRESA" [DEKUKATSU OMEGAVERSE]

CAPITULO 3

Los días siguientes a ese fueron un infierno, cada día que regresaba a mi hogar era llegar a un ambiente deprimente. Los días en los que kacchan salía a trotar conmigo se terminaron, el evitaba a toda costa verme. Las noches se volvieron solitarias, agradecía de corazón que el rubio no dejara de cocinar lo que me daba la esperanza.

Yo durante esos días pensé y pensé y todo llegaba a la conclusión de que era mi culpa, todo lo era. Yo le robé lo que aquel chico tenía y no tenía forma de devolvérselo, así que pensé en una forma de solucionarlo, de alguna manera. Estaba dispuesto a recibir un golpe por parte del cenizo, no necesitaba que el me perdonara.

Un día lleno de golpes y cansado por el trabajo, me encontraba todo molido, pero decido a terminar con esto de una vez por todas.

Mi casa, mis reglas.

Fui hacia la puerta del rubio y entre sin tocar, es mi hogar. Lo vi, sentado en el escritorio que le di haciendo notas en una libreta, para mí, eso era tarea.

- ¿Qué mierda haces aquí, Deku? – me dijo girándose a verme. Tal vez pensó que no tendría los huevos para hacerlo, yo también lo pensaría.

- Vengo a hablar.

- ¡Ni una mierda, no quiero escuchar, salte!

- ¡No! ¡Además, esta es mi casa! – sentencie no muy seguro de lo que hacía.

- ¡Bien! ¡Entonces yo me voy! – lo vi tomar su mochila, el regresaría, pero temía porque no fuese así.

- ¡No, espera kacchan, escucha! – lo tome del brazo cuando se dirigía a la puerta.

- ¡No! Suéltame maldito Deku, yo-

- ¡No me perdones! – dije antes de que se fuera, el no dijo nada – No necesitas perdonarme, ni exonerar lo que hice, pero escucha, por favor.

Rogué porque me hiciera caso, lo que pareció funcionar, vi como Bakugo no se movía dándome a entender de que me escucharía.

Me arrodille colocando mis manos en el suelo dejando mi rostro cerca de la madera del suelo. No esperaba que kacchan volteara, así que comencé.

- Yo... lo lamento mucho, enserio lo siento, kacchan. No necesitas perdonarme, lo que hice no debería de tener perdón. Tienes razón fui un cobarde y hui por diversos factores, no tenía los pantalones suficientes para ver a la cara a Mitsuki-san y a Masaru-san... aun así, siempre me lamente por mis decisiones, y cuando volví a verte pensé en por fin hacer las cosas bien – bufe de lo idiota que fui – era solo una ilusión...

Sentía la garganta seca, no dejándome seguir. Las lágrimas bajaban por mis mejillas, pero me obligue a seguir.

- No puedo perdonarme a mí mismo, tampoco puedo devolverle a kacchan lo que le quite, pero, aunque sea una mínima cosa, permíteme ayudarte. No será suficiente, nunca lo será, pero, permíteme pagar por tus estudios hasta la universidad, pagare tu departamento, si quieres trabajar eres libre de hacerlo. Esto no compensa nada, pero permíteme ayudarte de esta manera. – suplique por que Bakugo lo aceptara,

No era mucho, era menos de lo que le había quitado, pero quería ayudarlo con lo que fuera. Aunque solo fuese apoyo monetario. Sentí mi corazón ser oprimido.

- ¿Por qué sientes que es tu deber como héroe, eh, Deku? – dijo, lo escuche caminar.

- ¡No! Porque tu – quise levantar la mirada para verlo, pero no pude al sentir el pie de kacchan presionar mi cabeza en el suelo.

- Todo – empezó – Mis estudios, mi apartamento y cualquier capricho que se me hinche el huevo, tendrás que pagar por ello sin refutar – soltó ahogado, quebrado.

- Si, lo hare – dije sin vacilar.

El pie de Bakugo se quitó de mi cabeza y se lo agradecía, empecé a pararme limpiando el resto de mis lágrimas, pero en el momento en que quería ver a kacchan a la cara sentí el jalón y como era expulsado de la habitación.

Intente refutar, pero la puerta fue cerrada en mi cara.

Él no se había ido y aceptó lo que le dije. Una parte de mi se sentía aliviada de eso, pero por otro lado mi alfa no lo estaba.

No me sentía bien para nada, pero un paso para ayudar a lo que cause por mi egoísmo, aunque siempre fuera por el bien del rubio.

Hui para escapar de la imposición cruel, hui por su bien, hui por el despiadado destino que nos había tocado a Bakugo y a mí.